Actualizaciones | 03 ABR 02

Actualización en colestasis crónica

Avances conceptuales y prácticos en la patogenia y el tratamiento.
Autor/a: Dr. Humberto Reyes B. AIGE
INDICE:  1. Diagnóstico diferencial | 2. Diagnóstico diferencial | 3. Diagnóstico diferencial
Diagnóstico diferencial

El diagnóstico de las enfermedades que se presentan con un sindrome colestásico, emplea los mismos elementos de juicio que utilizamos para el diagnóstico causal de muchos otros síndromes: edad (hay enfermedades colestásicas propias o exclusivas del recién nacido y del lactante, otras del niño o del adulto, y otras más frecuentes en el adulto mayor); sexo (distinto riesgo de usar hormonas sexuales o contraceptivos hormonales); condición fisiológica (hay una enfermedad colestásica exclusiva de la embarazada); antecedente de ingestión de fármacos o exposición a compuestos químicos potencialmente hepatotóxicos; y buscar las características clínicas, bioquímicas y morfológicas (histología hepática) de distintas enfermedades colestásicas (ej: marcadores séricos de fenómenos autoinmunitarios; autoanticuerpos específicos, como los antimitocondriales en la cirrosis biliar primaria).
En todo paciente con sindrome colestásico debemos cumplir una premisa diagnóstica: excluir que exista alguna enfermedad que altere la anatomía de la vía biliar, intra o extrahepática, obstruyendo el flujo de la bilis al duodeno. Debemos asegurarnos que tiene una "colestasis intrahepática" -que es la que hemos caracterizado en los párrafos precedentes- y no una "colestasis extrahepática", o "ictericia obstructiva". En algunas circunstancias clínicas esta distinción es relativamente fácil, como  por ejemplo- en una embarazada multípara con una colestasis gravídica recurrente. Sin embargo, aún en casos aparentemente tan claros, cualquier duda hace necesario proceder tal como en las demás enfermedades colestásicas, verificando que la vía biliar está indemne. Para ello contamos con excelentes métodos de imágenes: ecotomografía, tomografía axial computarizada, resonancia magnética nuclear, cintigrafía de la vía biliar.  El "estándar de oro" lo da la  colangiografía endoscópica retrógrada, que permite la visión de la vía biliar extra e intrahepática contrastada con un medio radioopaco.

El tratamiento del sindrome colestásico depende de la naturaleza de la enfermedad que lo motiva y de las medidas específicas que corresponda aplicarle a ella.
Entre los recursos disponibles para atenuar el prurito, particularmente cuando es muy intenso y prolongado en el tiempo, los más eficaces en la actualidad son la colestiramina y el ácido ursodeoxicólico. La colestiramina es una resina que se administra por vía oral (8 a 20 g por día), no absorbible, que "atrapa" a las sales biliares y otros componentes de la bilis (entre ellos el "pruritógeno") y los elimina en la deposición, con lo que reduce su concentración corporal. El ácido ursodeoxicólico es un ácido biliar fisiológico pero minoritario en el "pool" de ácidos biliares de la especie humana, formando sales biliares que son más hidrofílicas y menos citotóxicas que las mayoritarias (quenodeoxi y deoxicolatos); su administración por vía oral (10 a 20 mg/kg de peso por día) lo incorpora al "pool" de sales biliares, donde desplaza a las otras sales más citotóxicas y disminuye su síntesis hepática; además, tendría efectos inmunomoduladores que serían beneficiosos en algunas enfermedades hepáticas colestásicas crónicas.

Otro punto general en el tratamiento del sindrome colestásico es el manejo de sus consecuencias nutricionales y metabólicas. La secreción insuficiente de bilis y la disminución del apor

 

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