Según los autores, el delirio es tratable pero como el tiempo de los pacientes es limitado, aconsejan iniciar su tratamiento concomitantemente con la evaluación diagnóstica. Los autores enfatizan la necesidad de, igual que con el dolor, tratar el delirio independientemente de los resultados de la evaluación etiológica. La decisión de intervenir, acotan, depende del grado de discapacidad que ocasiona el delirio. A veces alcanza con un apoyo emocional o espiritual y otras hay que recurrir al tratamiento farmacológico, el cual dependerá de la experiencia personal del clínico.
El clínico debe considerar que todos los pacientes, al final de la vida, están en riesgo de delirio, por lo que es necesario que desarrolle estrategias para fortalecer las actividades cognitivas y ayudar a los pacientes a orientarse en tiempo, lugar y ambiente. Se puede mej
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