Estudios realizados en Estados Unidos en la década del 70 hallaron que la prevalencia de hepatitis B en trabajadores de la salud era 10 veces mayor que en el resto de la población.
Los mismos fluidos considerados peligrosos para el contagio del VIH pueden contagiar hepatitis B (tabla 2), con el agravante de que las posibilidades de transmisión son mucho mayores en este último caso. Por lo tanto, cualquier accidente cortopunzante (10 a 30% de probabilidad de transmisión de hepatitis B), o el contacto de dichos fluidos con piel no intacta o con mucosas se considera de riesgo, por lo que se procede como se indica en la tabla 3.
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