Estilos de crianza | 05 ABR 24

Pediatras a favor del “juego libre y con riesgos” abrieron el debate

Desde la Sociedad Canadiense de Pediatría advirtieron que son mayores los beneficios para el desarrollo que las potenciales lesiones leves. ¿Son aplicables las recomendaciones en Latinoamérica?
Autor/a: Celina Abud Fuente: IntraMed 

¿Se están perdiendo los juegos no estructurados al aire libre en pos de las actividades regladas y con pantallas de por medio? Sin dudas, y uno de los motivos son las inquietudes de los padres por los “riesgos” que pueden conllevar para sus hijos. Sin embargo, no les es tan fácil tomar en cuenta el costo a futuro de perder este tipo de actividades, si del desarrollo saludable del niño se habla. Así lo advirtió el Comité de Prevención de Lesiones de la Sociedad Canadiense de Pediatría, que indicó que estos juegos improvisados y hasta con cierto “riesgo” son esenciales para el desarrollo de los niños y para su salud física, mental y social.

Mediante un documento, los autores alentaron a colegas a pensar a los “juegos riesgosos al aire libre” como una forma de prevenir a posteriori problemas como la obesidad, la ansiedad y los trastornos de conducta, al tener en cuenta que la carga de las lesiones relacionadas con este tipo de actividades son menores a los beneficios aportados en materia de desarrollo saludable.

Claro está que diferencian los conceptos de “riesgo” — situaciones en que un niño puede reconocer y evaluar el desafío, basado en sus habilidades autopercibidas—de “peligro” –en el cual el potencial de la lesión está más allá de la capacidad del niño de reconocerlo. Mientras el riesgo, inherente al juego libre sería trepar un árbol, un peligro es un tobogán mal anclado, una pileta sin barandas o una rama de árbol podrida que podría romperse.  El papel del adulto, entonces, sería identificar los peligros o mitigarlos, luego de supervisar adecuadamente la actividad, pero no impedirles a los chicos los juegos con cierto “riesgo” controlado que pueden aportar a su desarrollo. En síntesis, mantener a los niños “tan seguros como sean necesario” en lugar de “lo más seguros posible”.

El tema, sin duda, abre las aguas. Por empezar, ¿es válida esta recomendación en otros contextos, como el latinoamericano? ¿Qué pasa cuando por carga horaria de trabajo los padres no pueden supervisar a los chicos en el juego no reglado y al aire libre y más, cuando determinadas ciudades no ofrecen espacios seguros? ¿Perciben los progenitores dónde están los máximos peligros? ¿Y qué le espera a una generación que, por sobreprotección frente a los peligros del ambiente estén cada vez más expuestos a las pantallas? Desde IntraMed consultamos a distintos especialistas para brindar luz a este tema.

El derecho a jugar y las consecuencias de no hacerlo

“Jugar es un derecho y una de las actividades más significativas de la infancia”, señaló la doctora Adela Armando, Secretaria del Comité Nacional de Prevención de Lesiones de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP). La profesional destacó que el juego tiene un papel esencial para el desarrollo integral de los niños y niñas, ya que contribuye al bienestar cognitivo, físico, social y emocional, promueve la curiosidad, la imaginación, la solución de problemas y la flexibilidad tanto mental como social.

“El juego, o su falta, afecta directamente la trayectoria de la vida del niño/a y va dejando huellas irremplazables. Porque cuando juega, puede crear y recrear incesantemente sus experiencias, la relación con los otros, el lenguaje, los aprendizajes y los objetos, enriqueciendo una y otra vez su realidad psíquica y su relación con el mundo.  Por ejemplo, durante la pandemia Covid-19 los juegos les posibilitaron construir escenas, situaciones y encontrar formas de expresión que les permitieron hacer frente al distanciamiento físico de sus vínculos afectivos”, indicó la médica pediatra, quien también es Máster en Salud Pública

“Actualmente, los avances tecnológicos y el mercado han instaurado ‘necesidades’ que impactaron en las formas de construir lazos sociales y de jugar, alejando a los niños y niñas del juego libre y de los espacios naturales para reemplazarlos por juegos pautados y por el uso excesivo de pantalla. En las consultas pediátricas, observamos como consecuencias un aumento de obesidad debido al sedentarismo, dificultades en los vínculos, problemas del sueño, del desarrollo del lenguaje y de la motricidad”, advirtió la doctora Armando. Por tanto, consideró que es necesario encontrar un equilibrio y brindar oportunidades de juego en ámbitos libres de peligro. De esa forma, el chico puede desplegar sus capacidades y habilidades, como así también respetar sus limitaciones, en el marco de un espacio de exploración acorde al momento de su desarrollo.

“Como bien refiere en artículo de la Sociedad Canadiense de Pediatría, el ‘juego arriesgado’ no significa ignorar las medidas de seguridad basadas en la evidencia como son el vallado de piletas para prevenir los ahogamientos, los cortacorrientes para prevenir electrocución, el chaleco salvavidas para el traslado en embarcaciones, el sistema de retención Infantil para el traslado seguro en automóvil o dejarlos sin el cuidado en lugares peligrosos como calles muy transitadas o espejos de agua no protegidos. Además de las condiciones del entorno físico y de las medidas de prevención, es necesario el acompañamiento y el cuidado de un adulto disponible y responsable”, completó.

Dentro de la rama de la psicología, el doctor Lucas Gago-Galvagno, quien es investigador de la Universidad Abierta Interamericana (UAI) y el CONICET también está de acuerdo con que los juegos con cierto riesgo proveen mayor desarrollo psicofísico que las potenciales lesiones que podrían provocar. “Por un lado, el juego al aire libre promueve la socialización entre pares y la realización de ejercicio físico, lo que previene el sedentarismo en la infancia y niñez. Además, estas actividades disminuyen la probabilidad de que los más pequeños pasen tiempo de ocio con pantallas (lo cual es cada vez más común), que es una actividad en general pasiva que no promueve el desarrollo temprano. Por último, el juego al aire libre proporciona desafíos físicos y emocionales que ayudarían a los niños a desarrollar resiliencia y autoconfianza desde un aspecto emocional”, remarcó.

Percepción de riesgo y lesiones

El doctor Jorge Fiorentino, Jefe del departamento de Urgencia del Hospital de Niños R. Gutiérrez de la Ciudad de Buenos Aires, indicó que en 2023 recibieron en el establecimiento 220 chicos que se lesionaron en sus casas y no en otros entornos.

Con el fin de trabajar en prevención, previamente su equipo había realizado una encuesta a las madres de los pequeños en las que se les preguntaba ‘¿Cuál es el lugar donde considera que sus chicos se sienten más seguros?’ y por lejos salió el hogar. “Estas dos ideas se contrarrestan: la cantidad de lesiones que tenemos recibidas y la percepción de riesgo. Cuando por lejos contabilizamos que la mayoría de las lesiones recibidas se producen en el hogar”, indicó el experto.

Fiorentino especificó que entre las lesiones recibidas, las clasifican por ámbito. Por fuera de las caídas, que tienen una categoría en sí misma, se encuentran la de los ámbitos escolares, el hogar (donde la cocina, el garaje y el jardín son los ambientes más peligrosos), las de la vía pública (por vehículos a motor tanto en peatones como pasajeros y en los ambientes recreativos (como los juegos al aire libre).

“Dentro de los ámbitos recreativos, los que más se lesionan son los varones entre los 5 y los 7 años. Eso está relacionado con su intrepidez y que a esa edad se están probando, miden sus habilidades y cada vez invierten un poquito más de riesgo, como subir a un árbol más alto. Así van conociendo de lo que son capaces, pero yo creo que ningún chico que esté maduramente crecido se le va a ocurrir saltar a una distancia que no va a poder sortear”, sentenció el pediatra.

La doctora Adela Armando coincidió en que el mayor porcentaje de estas lesiones se producen dentro del hogar, sobre todo en los menores de 5 años y en mayor porcentaje en varones. Y enumeró por orden los principales motivos de internación en hospitales públicos en materia de lesiones: tránsito, traumatismos graves por caídas de escalera en la vivienda, caídas por tropiezos o desde la cama o cucheta, quemaduras, intoxicaciones y mordeduras de perro

 

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