Si no se logra identificar la causa del sangrado, hay que considerar la presencia de una coagulopatía. La excesiva pérdida de sangre puede llevar a la dilución y al consumo de factores dando una coagulopatía o a la exacerbación de una coagulopatía hereditaria subclínica. Se debe corregir la coagulopatía antes de entrar a quirófano. Se debe estudiar el TP, KPTT, fibrinógeno y recuento de plaquetas. Se administrarán glóbulos rojos, plasma fresco y crioprecipitados de acuerdo a la necesidad.
Con estas medidas el sangrado puede controlarse en la mayoría de los casos; de lo contrario se debe considerar la histerectomía. En un trabajo sobre histerectomías postparto (n = 70), el 43% se realizó por atonía, el 30% por placenta ácreta, el 13% por rotura uterina y el 10% por una extensión de la incisión uterina durante la cesárea. Se debe considerar la histerectomía subtotal cuando la paciente está descompensada o la técnica quirúrgica es muy dificultosa.
Para intentar preservar la fertilidad se puede recurrir a una taponaje intrauterino, un tubo de Sengstaken-Blakemore que se deja inflado por 24 horas y luego se va desinflando lentamente o un catéter de Foley largo de 30-mL en la cavidad uterina.
Hay dos tipos de cirugías conservadoras recomendadas: la ligadura de las uterinas y suturas compresivas del útero. La ligadura bilateral de las uterinas puede realizarse con una simple sutura 2 a 3 cm por debajo de la incisión uterina incorporando 2 a 3 cm de miometrio. Tiene una alta efectividad y permite la continuidad de las menstruaciones y futuros embarazos. La ligadura de las ilíacas internas, no se realiza muy frecuentemente porque no es tan eficaz y puede traer complicaciones como la laceración de la vena ilíaca interna, la ligadura accidental de la arteria ilíaca ext
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