La osteoporosis es una enfermedad esquelética caracterizada por una disminución de la masa ósea y una alteración de la microarquitectura del tejido óseo, lo que lleva a una pérdida progresiva de la resistencia ósea y a un aumento significativo en el riesgo de fracturas por fragilidad. Estas fracturas pueden ocurrir ante traumatismos mínimos, como una caída desde la propia altura, y suelen afectar principalmente columna vertebral, cadera y muñeca. También son frecuentes en pelvis, húmero proximal y tibia distal. |
En su fase inicial, la osteoporosis no presenta síntomas clínicos evidentes, lo que dificulta su detección precoz. Por esta razón, se la considera una “enfermedad silenciosa”, ya que la primera manifestación suele ser la fractura. El impacto funcional de estas fracturas es considerable: no solo generan dolor crónico, pérdida de autonomía y discapacidad, sino que también aumentan la mortalidad. En el caso de las fracturas de cadera, hasta un tercio de los pacientes queda institucionalizado o dependiente, y aproximadamente el 24 % fallece en el primer año posterior al evento.
A nivel global, se estima que ocurre una fractura osteoporótica cada tres segundos. En mayores de 50 años, una de cada tres mujeres y uno de cada 5 hombres sufrirá al menos una fractura por osteoporosis en el transcurso de su vida. El riesgo de fractura de cadera en mujeres supera el riesgo combinado de cáncer de mama, ovario y útero; en hombres, es mayor que el riesgo de cáncer de próstata. Además, cerca del 50 % de quienes sufren una fractura por fragilidad tendrán una nueva fractura, con un riesgo que se incrementa exponencialmente tras cada evento.
El diagnóstico de osteoporosis se basa en la medición de la densidad mineral ósea (DMO) mediante absorciometría dual de rayos X (DXA), considerada el estándar de referencia por la OMS. Un T-score ≤ -2,5 en columna lumbar o cadera confirma el diagnóstico. Sin embargo, la DMO por sí sola no permite estimar con precisión el riesgo de fractura. Por ello, se recomienda complementar su interpretación con factores clínicos como edad, antecedentes de fracturas y comorbilidades, utilizando herramientas como FRAX®, que permiten calcular el riesgo absoluto de fractura a 10 años y facilitar decisiones terapéuticas más individualizadas.
El envejecimiento poblacional y el aumento de la expectativa de vida han convertido a la osteoporosis en un desafío creciente para los sistemas de salud. La combinación de pérdida de masa ósea y mayor incidencia de caídas en adultos mayores eleva el riesgo de fracturas, con consecuencias clínicas, sociales y económicas significativas. La implementación de estrategias de prevención, diagnóstico precoz y tratamiento oportuno son clave para reducir la carga de enfermedad y mejorar la calidad de vida de los pacientes.
La prevención de la osteoporosis y sus complicaciones requiere un abordaje integral que combine intervenciones clínicas, educativas y conductuales. Es fundamental actuar sobre los factores modificables y garantizar el acceso al diagnóstico y tratamiento oportuno.
Entre las medidas recomendadas se destacan: |
• Actividad física: el ejercicio regular es una herramienta clave para reducir el riesgo de caídas, principal desencadenante de fracturas por fragilidad. El objetivo principal es aumentar la masa muscular, evitar la sarcopenia y mejorar parámetros funcionales como el equilibrio y la fuerza, independientemente de la densidad ósea. Estos factores son determinantes en la prevención de caídas y fracturas. Es importante destacar que los programas de ejercicios deben adaptarse a las capacidades individuales, considerando si el paciente presenta osteoporosis, fragilidad o tendencia a las caídas. Se recomienda una rutina de entre 30 a 40 minutos, tres o cuatro veces por semana, que combine ejercicios de carga y resistencia. En pacientes con osteoporosis confirmada, el enfoque debe priorizar la postura, el equilibrio, la coordinación y la estabilización de cadera y tronco, evitando actividades de alto impacto o movimientos bruscos que puedan comprometer la integridad ósea.
• Nutrición adecuada: es esencial asegurar una ingesta suficiente de calcio y vitamina D, ya sea a través de la dieta o suplementación, según evaluación clínica. Estos nutrientes son fundamentales para la mineralización ósea y la función muscular.
• Evitar hábitos nocivos: el tabaquismo y consumo excesivo de alcohol se asocian a mayor pérdida ósea y su cese debe ser abordado como parte del tratamiento.
• Evaluación clínica y densitométrica: de acuerdo con las recomendaciones de la International Society for Clinical Densitometry (ISCD), la evaluación densitométrica está indicada en mujeres ≥ 65 años y hombres ≥ 70 años, así como en adultos más jóvenes con factores de riesgo como fracturas previas, enfermedades crónicas asociadas, uso prolongado de glucocorticoides, menopausia precoz o bajo peso, pacientes con evidencia radiológica de fracturas vertebrales o pérdida de altura significativa. En cuanto a la frecuencia, sugiere repetir el estudio cada 1 a 2 años, pero es importante aclarar que la periodicidad de los controles debe siempre adaptarse al perfil individual de cada paciente.
El manejo de la osteoporosis requiere de un abordaje interdisciplinario que articule a diversas especialidades y profesionales de la salud. Médicos clínicos, reumatólogos, endocrinólogos, ginecólogos, nutricionistas, deportólogos y kinesiólogos cumplen roles complementarios en la evaluación, tratamiento y seguimiento de los pacientes. Esta colaboración permite abordar los múltiples factores que inciden en la salud ósea: desde el diagnóstico y definición de la estrategia farmacológica hasta la rehabilitación funcional y la optimización del estado nutricional. La coordinación entre disciplinas favorece la detección precoz, mejora la adherencia terapéutica, potencia la prevención de caídas y contribuye a preservar la autonomía y calidad de vida en distintos grupos etarios y clínicos.
Cada 20 de Octubre se conmemora el Día Mundial de la Osteoporosis, una fecha que invita a reflexionar sobre el impacto silencioso pero profundo de esta enfermedad en la salud pública global. A pesar de su alta prevalencia y de las graves consecuencias clínicas que conlleva, la osteoporosis continúa siendo subdiagnosticada y subtratada.
Esta efeméride representa una oportunidad estratégica para promover la concientización entre profesionales de la salud, autoridades sanitarias y la comunidad en general. Visibilizar la osteoporosis es entender que, pese a su curso silencioso, existen estrategias clínicas efectivas para prevenir fracturas, hacer diagnóstico oportuno y modificar su evolución mediante intervenciones accesibles basadas en la evidencia. Los médicos desempeñan un rol clave en esta tarea: identificar factores de riesgo, solicitar estudios cuando corresponda, iniciar tratamientos y educar a los pacientes sobre hábitos protectores.
En un contexto de envejecimiento poblacional y aumento de la expectativa de vida, abordar la osteoporosis con una mirada proactiva y multidisciplinaria es una necesidad imperiosa. Visibilizarla, no solo mejora la calidad de vida de quienes la padecen, sino que también contribuye a la sostenibilidad de los sistemas de salud.
![]() | * Dra. Gisela Kluwak. Médica especialista en Reumatología y Enfermedades Autoinmunes. Coordinadora de la Unidad de Salud Ósea Grupo Oroño. Referente de la Unidad de Enlace de Fractura del Centro de Ortopedia y Traumatología (Rosario). Miembro de IOF Working Group Latin America Chronic Inflammation & Bone Structure (CIBS). ASBMR Global Ambassador for Latin America. |
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