Pilar Ferreyra
Con las Fiestas de Fin de Año aumenta la cantidad de juguetes con sonidos, luces y movimiento que llegan a las manos de los chicos. Y con esos objetos atractivos también llegan los peligros. Sobre todo si llevan "pilas botón", que muchas veces los chicos se llevan a la nariz, el oído o la boca.
Estos accidentes ocurren con más frecuencia en los últimos cinco años debido al mayor uso de estas pilas en juguetes y objetos de uso de los adultos: agendas digitales, relojes, audífonos, termómetros, linternas, controles remotos, alarmas y llaveros musicales. Y aunque los médicos no pueden precisar datos, saben que dos chicos por semana (con mayor prevalencia entre los de uno a cuatro años) llegan con una pila en la nariz o en el oído. Eso revela un informe interdisciplinario realizado por los servicios de otorrinolaringología, toxicología y pediatría del Hospital de Clínicas.
A diferencia de aquellos que se introducen una arveja o un pedacito de papel en la nariz o el oído, los accidentados con una pila deben ser atendidos con extrema urgencia porque la gravedad del daño que produce el álcali (compuesto químico hidrosoluble) puede ser grave. Puede producir desde obstrucción o lesiones por compresión hasta liberación de sustancias corrosivas y tóxicas.
"A medida que pasan las horas, el álcali de la pila quema más y más, aún después de haberla extraído", advierte el jefe del sector de otorrinolaringología infantil del Clínicas, Enrique Eduardo Mansilla. Y agrega: "No es nada infrecuente que el paciente deba recibir hasta cinco anestesias generales en dos o tres semanas para que los profesionales sigan limpiando el daño". Es que el álcali puede destruir el vestíbulo nasal (parte externa de la nariz), hacer desaparecer los cornetes (estructura de hueso esponjoso) o llegar a hacer sinequias en la nariz (la pared externa e interna se pegan y se cierra la nariz). En el oído "las lesiones son de me nor envergadura, pero se puede lesionar el tímpano o los huesecillos del oído", dice Mansilla.
Sólo la mitad de los pacientes expresan síntomas. "De lo contrario los padres se enteran cuando el niño tiene sangrado en la nariz, supuración de oído o trastornos digestivos", indicó el médico toxicólogo Eduardo Scarlatto del Clínicas. Pero si los síntomas se expresan, hay tos, vómito, cólicos, irritabilidad, fiebre o taquicardia. O signos menos específicos como ingesta oral con dificultad, sangrado o goteo nasal o secreciones malolientes.
Los trastornos digestivos también son graves. "Una vez que la pila se mezcla con los jugos gástricos, el metal se degrada y se libera el metal alcalino de la pila, que es muy corrosivo. Puede perforar el estómago, el intestino y provocar enfermedades como la peritonitis química o bacteriana", puntualiza el pediatra Miguel Alemán, del Hospital de Clínicas.
Las medidas preventivas
Para prevenir que un chico se trague una "pila botón" de mercurio, litio, cadmio o manganeso o que se lleve una de estas piezas a la nariz o el oído, se pueden tomar estas medidas:
Desechar las pilas usadas en un lugar donde no puedan acceder los chicos.
Guardar las pilas nuevas en un lugar donde los más chicos de la casa nunca puedan llegar. Jamás dejarlas en una caja de medicamentos.
Evitar la costumbre de analizar si la pila aún tiene carga colocándola sobre la punta de la lengua porque son escurridizas y fáciles de ingerir.
En caso de ingestión, los padres o profesionales no capacitados no deben extraer la pila en forma manual, ni provocar vómitos en el chico ni darle gotas ni ningún otro medicamento.