Analgésicos antiinflamatorios no esteroideos.
Desempeñan un papel importante en el control del dolor de los pacientes que sufren este síndrome.2 Se ha demostrado que el uso de AINE inhibidores selectivos de ciclooxigenasa-2 favorecen la curación del injerto óseo en la cirugía de fusión espinal, previniendo o reduciendo la pérdida de hueso que se produce con la inflamación, ya que se ha observado que los AINE no selectivos afectan la osteogénesis durante la reparación del hueso.9, 10
Relajantes musculares. Están indicados, ya que en estos pacientes se presenta contractura paravertebral dolorosa.
Antidepresivos tricíclicos. Se indican sobre todo cuando existe dolor de tipo neuropático asociado a la lumbalgia .
Anticonvulsivos. Como la gabapentina, carbamazepina y oxcarbazepina para evitar descargas paroxísticas.2 Se ha reportado que la adición de parches de lidocaína al 5% en los individuos con dolor por cirugía fallida de columna mejora el dolor de tipo descarga eléctrica, ardoroso y la alodinia, con un significativo impacto en la calidad de vida de los pacientes.11
Analgésicos opioides. Se utilizan sobre todo en los pacientes con pocas probabilidades de obtener buenos resultados con la repetición de la cirugía. Los opioides más indicados para tratar el dolor crónico no oncológico, como en el caso de este síndrome, son los agonistas parciales –como la buprenorfina–, los agonistas de duración prolongada –como la morfina de liberación prolongada– o la metadona. También son útiles los opioides con bajo potencial para crear dependencia.12 Aunque el uso de opioides para tratar el dolor crónico no oncológico continúa en debate, cada vez más se propone la administración de opioides de liberación controlada y metadona,7, 11 en conjunto con medicamentos coadyuvantes.