Ciencia y caridad (Pablo Picasso, 1897) y The doctor (Samuel Luke Fildes, 1887) son, probablemente, las dos pinturas sobre el acto médico más conocidas en el mundo occidental. Ambas son contemporáneas, guardan similitudes argumentales y presentan grandes dimensiones; pertenecen a la corriente del realismo social, sintetizan medicina y socorro asistencial, proyectando sentimientos filantrópicos e interés por el progreso de la ciencia. Sin embargo, tienen su propia historia y curiosas particularidades.
Óleo sobre tela de 197cm x 250 cm. Museo Picasso, Barcelona. Donación Pablo Picasso 1970.
Pablo Ruiz Picasso (1881-1973), considerado uno de los mayores artistas del siglo XX, fue también uno de los creadores del cubismo, y su nombre está asociado a este movimiento artístico.
Su padre, don José, era un pintor mediocre, quien proyectó sus aspiraciones en su hijo. Su madre, mujer tierna y amable, guardaba todos los dibujos, bocetos y pinturas de Pablo, lo que permitió que exista una increíble documentación sobre las obras infantiles y juveniles del artista, de las que hoy pueden apreciarse alrededor de 3500. Es difícil imaginar a un niño realizando una pintura de esta calidad, pero lo cierto es que Pablo acababa de cumplir 15 años cuando pintó Ciencia y caridad, en la culminación de una de las facetas menos conocidas de su carrera: su etapa académica formativa siendo adolescente, con el propósito de presentar la obra en un concurso nacional.
La escena representa un médico tomando el pulso a una enferma postrada en la cama de una modesta habitación. Al mismo tiempo, una hermana de la caridad le ofrece un tazón, sosteniendo a un niño en sus brazos. Los personajes están dispuestos de tal manera, para que el espectador centre la atención en la enferma. La ambientación y dimensiones de la sala crean una situación intimista. Aparece en primer término el personaje del médico representando la seriedad y la ciencia. Al lado y en el centro de la escena aparece la enferma; se la aprecia muy deteriorada, prácticamente en su lecho de muerte. Del otro lado de la cama, una hermana de la caridad, cuida en sus brazos al hijo de la enferma. La hermana de la caridad, además, le está ofreciendo a la enferma una taza de caldo, gesto concebido por Picasso justamente en el centro geométrico de la pintura.
En la composición del cuadro, para lograr la figura del médico, posó como modelo el padre de Pablo; una mendiga participó como enferma y el hábito religioso fue prestado por una hermana de la caridad allegada a la familia. A pesar de su habilidad con los pinceles, fue un enorme reto. Necesitó durante meses realizar numerosos retoques en el lienzo, reelaborar, corregir y rectificar muchas veces ciertas posturas y detalles. El personaje que más le costó lograr fue la enferma, hasta dotar la escena de dramatismo con tonos terrosos y negros, otorgando una atmósfera tenebrosa. Se han realizado posteriormente numerosos estudios con rayos X e infrarrojos para estudiar la pintura y realizar en ella necesarias restauraciones. La pintura puede verse en el museo Picasso de Barcelona junto a la secuencia de bocetos y croquis que le fueron dando progresiva forma al proyecto.
El cuadro fue premiado con una mención de honor en la exposición nacional de Bellas Artes de Madrid y luego otro premio en Málaga. Pablo se lo obsequió a su tío Salvador, a quien atribuía haberle salvado la vida. Al nacer, a Picasso lo dieron por muerto, y tras inútiles esfuerzos, la partera lo abandonó sobre una mesa, desahuciándolo. Su joven tío allí presente como familiar, de profesión médico, se inclinó sobre el niño y le exhaló una bocanada de humo de su cigarro en la nariz, lo que provocó que reaccionara y emitiera allí su primer llanto.
La representación de personas enfermas y su entorno, desde varias perspectivas, permite una comprensión más profunda de la dimensión humana al considerar reacciones emocionales como soledad, angustia, acompañamiento, comprensión, entre tantas otras.
La medicina es ciencia y arte a la vez. La dimensión artística permite realzar la humanidad de las personas, evitando quedar reducidas solamente a objetos de estudio científico-tecnológico. En Ciencia y caridad, el personaje del médico representa a la Ciencia y la religiosa representa a la solidaridad y a la Caridad, dimensiones simultáneas y concurrentes de una misma realidad.
Óleo sobre lienzo. 166cm x 241 cm. Tate Gallery, Londres.
Muestra el interior de un modesto dormitorio de gente trabajadora al romper el alba. Allí yace un niño enfermo sobre un lecho improvisado de dos sillas unidas. Al pie se encuentra sentado un médico, observando en actitud expectante a la pobre criatura. A su derecha, sobre una mesa rústica, una lámpara encendida proyecta su luz amarillenta sobre la cabeza de los dos protagonistas.
Detrás, en un segundo plano, están los padres del niño: el hombre, de pie, no aparta los ojos del galeno tratando de adivinar una luz de esperanza; más distante, envuelta en la sombra y la cara cubierta con las manos, la mujer solloza y suplica. La claridad del alba parece ingresar por la ventana, indicando el paso de una incierta noche en vela.
Este cuadro es del pintor inglés Sir Samuel Luke Fildes (1843-1927), laureado en varias exposiciones internacionales. Refleja el modelo médico de la época, donde con escasos instrumentos el profesional examinaba a su paciente por largo tiempo al pie de su lecho, atento y concentrado a la espera de que algún signo clínico lo orientara.
Es una pintura muy movilizadora y su historia es también muy interesante. Henry Tate fue un millonario que donó su colección de cuadros al gobierno inglés con la condición que le proporcionase una galería adecuada donde exponerla. Es así como la Galería Nacional de Arte Británico, más conocida como Tate Britain, abrió sus puertas en 1897. Tate le pidió a Sir Samuel Luke Fildes (que ya era un reconocido pintor) que realice un cuadro para la exposición inaugural de la Galería Tate, dejando el tema a su elección.
Sir Luke Fildes se inspiró en su dolor personal por la muerte de Felipe, su primer hijo de un año de edad, el día de Navidad de 1877. Felipe fue atendido por el Dr. Gustav Murray durante su enfermedad, y tanto el pintor como su esposa quedaron profundamente impresionados por la atención del médico, a pesar de su impotencia para curar a su hijo. El tema era, por lo tanto, muy personal, una expresión catártica de dolor y una demostración de admiración a un médico de familia dedicado. La obra fue un éxito inmediato y se convirtió en una de las atracciones principales en la Tate Gallery.
Este cuadro se encontraba representado sobre la pared central del aula magna, en el antiguo edificio de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires que se erigía sobre la calle Córdoba, hoy desaparecido. Miraba a los espectadores y presidía moralmente todos los actos del gran anfiteatro semicircular.
Tal vez, en el ejercicio de la profesión, podamos encontrarnos con estos personajes u otros parecidos y convertirnos de repente en actores principales de un drama familiar; tal vez, llevando algo de alivio con una acción, un gesto o una palabra.
* Edgardo Ciro Pianigiani (pianigiani@intramed.net) es médico (UBA), especialista en Tocoginecología y Ultrasonografía, docente adscripto (UBA). Miembro titular de la Asociación Médica Argentina (AMA) y otras asociaciones profesionales. Se formó como periodista médico en la Sociedad Argentina de Periodismo Médico (SAPEM).
Fuentes consultadas:
· Alfredo E. Buzzi. Arte y Medicina. Editorial EAB. Buenos Aires 2015.
· Museo Picasso (Museu Picasso. Ajuntament de Barcelona). Documentos y archivo virtual. https://museupicassobcn.cat/es
· "Los cuadros de Pablo". RNE (Radio Nacional de España). RTVE (Radiotelevisión Española) · Tate Gallery. Londres. Archivo virtual. https://www.tate.org.uk
· Loudet Osvaldo (h). Filosofía y Medicina. Emecé Editores 1977.