Problemas de la práctica real

Cómo afrontar los encuentros violentos con los pacientes

Cuando sucede lo impensable dentro del consultorio o en una guardia, tener un plan preparado puede marcar la diferencia para atravesar el mal momento con el menor riesgo posible.

Autor/a: Cheng KS.

Fuente: Fam Pract Manag. 2018 Nov/Dec;25(6):5-10. How to Prepare for and Survive a Violent Patient Encounter

Una de las situaciones más difíciles que un médico enfrentará en su carrera es recibir amenazas de daño físico, generalmente por parte de un paciente o sus familiares. Lamentablemente, la violencia en el ámbito médico no es inaudita.

Una de las posibles razones es la sensación de que los servicios de salud se han vuelto más impersonales. Hay tiempos de espera más largos, expectativas insatisfechas de parte de los pacientes, mayor agitación, falta de servicios de apoyo a la salud mental, abuso de medicamentos recetados y seguridad deficiente o inexistente en muchos centros de atención.

Los psiquiatras y médicos de urgencias suelen sufrir las tasas más altas de violencia, pero los médicos de familia tampoco son inmunes a ellas. Los médicos de atención primaria suelen tratar a pacientes con enfermedades graves o trastornos psiquiátricos complejos, lo que puede generar un mayor descontento en el ámbito de la consulta.

¿Es posible la prevención de la violencia en el consultorio?

La primera y más importante herramienta para prevenir un encuentro violento es una mayor consciencia, que puede ayudar a detectar comportamientos que potencialmente podrían derivar en violencia en el futuro, como los siguientes:

  • Comportamiento inusual o extraño, que incluye puños cerrados, sudoración excesiva o respiración alterada.
  • Estados de ánimo deprimidos.
  • Cambios en la personalidad.
  • Información falsa o ficticia.
  • Ideación paranoide. 

Todos los médicos y todo el personal de salud debería recibir capacitación en consciencia situacional como parte de su orientación laboral. Es posible que las organizaciones más grandes ya cuenten con programas de capacitación formalizados, pero las baterías de consultorios pequeñas y las oficinas individuales no suelen tener estos recursos. También hay que considerar la capacitación a través de fuentes en línea, consultores expertos o las fuerzas del orden locales.

Además de aprender a identificar comportamientos potencialmente violentos, también hay que saber cómo calmar la situación. No abordarla puede permitir que la violencia se intensifique.

Un método consiste en mantener una actitud firme pero tranquila y tranquilizadora al hablar con la persona. Se debe permitir que la persona exprese sus preocupaciones verbalmente, reconocer sus declaraciones y demostrar comprensión. Mientras tanto, hay que estar atentos a las señales de que la situación se está deteriorando. La preparación implica estar listo en todo momento para alertar a los demás, idear una ruta de escape o ejercer defensa propia.

A los agentes del orden se les enseña a nunca darle la espalda a una persona potencialmente violenta y lo mismo hay que aplicar en el ámbito sanitario.

Implementar medidas de seguridad adecuadas también puede ayudar a prevenir la violencia en el lugar de trabajo. Por ejemplo, establecer políticas que limiten el acceso público a las áreas restringidas, garantizar que las puertas cerradas permanezcan siempre cerradas y cambiar periódicamente los códigos de acceso.

El personal de recepción debe registrar o interrogar a todos los visitantes sobre el propósito de sus visitas. Todos los empleados deben usar uniformes o placas con su nombre para que se les pueda identificar fácilmente. Y los empleados deben tener la facultad de denunciar lo que consideren personas o actividades sospechosas, sin temor a represalias.

La instrucción "Si ve algo, dígalo" es fundamental en el lugar de trabajo.

Posibles respuestas a implementar

La probabilidad de verse involucrado en un incidente violento en el trabajo es baja. Aun así, saber cómo responder mejorará considerablemente las posibilidades de supervivencia.

⮕ Correr. Si es posible, hay que escapar de la violencia. Sin embargo, para ello hay que tomar una ruta que haya sido planificada y practicada previamente. Hay que reunir rápidamente a los demás y ser directo en el escape, pero sin retrasarlo esperando a otros. Cuando ya se esté en una zona segura, llamar al 911 para alertar a las autoridades y proporcionar todos los detalles específicos sobre el agresor es clave.

⮕ Esconderse. Si no es posible escapar, hay que ocultar la presencia. Si es en una habitación, cerrar con llave. Hay que apagar todas las luces y silenciar todos los dispositivos móviles, incluso desactivando el "modo vibración". Si es posible, hay que cubrirse detrás de objetos grandes, como mesas, escritorios, archivadores o estanterías. Independientemente de esto, sigue siendo prioritario planificar una vía de escape por puertas traseras o una ventana.

⮕ Luchar. Si no hay tiempo ni oportunidad de huir, habrá que estar preparado para luchar. Este es el escenario más difícil de preparar o incluso considerar. Según las estadísticas del FBI, casi la mitad de las situaciones con tiradores activos terminan antes de que lleguen las fuerzas del orden y las víctimas potenciales detienen al tirador ellas mismas en un tercio de esos casos. Al contraatacar, el objetivo es incapacitar a la persona. La mentalidad de supervivencia debe ser integral y debe considerar y utilizar todos los recursos disponibles.

Si bien la estrategia de "correr, esconderse, luchar" puede ser adecuada en la mayoría de los entornos ambulatorios, son recomendaciones difíciles de implementar en hospitales y otros centros de salud donde hay pacientes con incapacidad física o mental para moverse. Una estrategia alternativa es "asegurar, preservar, luchar", que exige asegurar todos los puntos de acceso a un ala, piso o área de atención donde se esté brindando tratamiento de soporte vital y brindar solo la atención médica esencial durante un incidente violento.

Una vez que los agentes del orden público lleguen al lugar, hay que considerar que ellos no se detendrán para brindar asistencia médica ni asistencia a las víctimas. Su objetivo es detener al agresor. Cuando ellos lo dispongan y aseguren que no hay más peligro, entonces el profesional de la salud podrá brindar ayuda a otros, en forma de atención sanitaria.

¿Qué recordar?
  1. La violencia en el lugar de trabajo es más común en el ámbito médico y con frecuencia implica que un paciente o miembros de su familia amenacen al personal.
  2. Los médicos y todo el personal deben recibir capacitación para detectar conductas potencialmente violentas y desactivar estas situaciones antes de que se intensifiquen.
  3. Los consultorios deben desarrollar planes detallados para abordar incidentes violentos, incluyendo cómo y cuándo escapar, cómo proteger a los pacientes y cómo cooperar con las fuerzas del orden.
  4. Si un incidente violento es inevitable, los médicos y todo el personal deben estar preparados para contraatacar con todos los recursos que tengan disponibles.