Situaciones límite

El desgaste emocional del personal sanitario.

Informe de un estudio español con puntos de contacto con la realidad latinoamericana. ¿Ud. ya participó del estudio DOCTOR en IntraMed?

Autor/a: Gaceta Sanitaria/El País

Fuente: Gac Sanit 2005; 19: 463 - 470

Cuatro de cada diez médicos y enfermeras españoles sufren elevados niveles de cansancio anímico.

El estudio original:
Desgaste profesional en el personal sanitario y su relación con los factores personales y ambientales

Armand Grau  Rosa Suñerb  María M García (en nombre del Grupo de Estudio del Síndrome de Desgaste Profesional en los Hospitales de Girona) 

Objetivos: Entre los profesionales sanitarios se han hallado altos índices de desgaste profesional. Nuestro objetivo fue estudiar la prevalencia del síndrome de desgaste profesional en los trabajadores sanitarios hospitalarios, y valorar su relación con los factores personales y ambientales.

Métodos: Un total de 2.290 trabajadores sanitarios de 5 hospitales de Girona fueron invitados a participar. Se les administró un cuestionario de elaboración propia, una encuesta del clima organizacional, y el Maslach Burnout Inventory, que incluye tres dimensiones: cansancio emocional, despersonalización y baja realización personal.

Resultados: Contestaron la encuesta 1.095 trabajadores (con un 47,8% de participación). Un 41,6% presentó un alto nivel de cansancio emocional, sobre todo los médicos y el personal de enfermería; un 23% tuvo un alto nivel de despersonalización, sobre todo los médicos, y un 27,9% tuvo una baja realización personal, en especial los técnicos y los médicos.

Mediante un análisis de regresión logística múltiple, se asoció un alto nivel de cansancio emocional al consumo de tranquilizantes o antidepresivos con asiduidad, mientras que el optimismo y la satisfacción profesional mostraron una asociación inversa. Los años de profesión, el optimismo, valorar como útil el trabajo y percibir que se es valorado por los demás se asociaron inversamente con un alto nivel de despersonalización. La baja realización personal se asoció inversamente con el optimismo, la valoración de la utilidad del trabajo y el equipo de trabajo.

Conclusiones: A partir de los resultados obtenidos, recomendamos mejorar el clima organizacional y potenciar el optimismo y la autoestima individual, para disminuir el desgaste profesional en los hospitales.

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El tema en el diario El País de Madrid:

El cansancio emocional de los trabajadores sanitarios está nueve puntos por encima de la media. Éste es el resultado más llamativo del mayor estudio realizado en España sobre el síndrome del desgaste profesional, en el que han sido encuestados 1.095 trabajadores de cinco hospitales de la provincia de Girona. Un 41,6% de los trabajadores sanitarios -principalmente médicos y enfermeras- presentaron un alto nivel de cansancio emocional, mientras que la media de otros colectivos profesionales de referencia se sitúa en torno al 33%. El cansancio emocional no repercute necesariamente sobre el usuario de la sanidad, aunque puede considerarse como el inicio del síndrome del desgaste profesional y puede derivar en otros dos componentes del burnout: la despersonalización y la baja realización personal.

El estudio, titulado El desgaste profesional en el personal sanitario y su relación con los factores personales y ambientales, ha sido dirigido por Armand Grau, Rosa Suñer y María M. García y publicado en Gaceta Sanitaria. Los autores proponen que se instauren medidas que eviten que los profesionales sanitarios puedan verse inmersos en el futuro en estadios más graves del síndrome del desgaste profesional. Además, advierten de que hay que formar a los trabajadores en técnicas de autocontrol y gestión del estrés para reforzar su optimismo y autoestima.

Mientras que el cansancio emocional limita la capacidad de iniciativa del trabajador, la despersonalización lleva aparejadas actitudes frías, déspotas o cínicas hacia los compañeros de trabajo o los usuarios de la sanidad. Este efecto todavía no se observa entre los sanitarios. El estudio ha detectado que la despersonalización es 10 puntos menor entre los trabajadores sanitarios que en otros colectivos. Eso significa que los profesionales sanitarios son conscientes de que tratan con personas en situación de dolor y no se deshumanizan. El tercero de los componentes del síndrome de desgaste profesional, la baja realización personal, se sitúa cinco puntos por debajo de la media que se ha tomado como referencia.

Rosa Suñer, antropóloga y enfermera del hospital Josep Trueta, advierte de que el personal sanitario es el que sufre los mayores índices de desgaste profesional. "A los médicos les ha costado mucho esfuerzo llegar al puesto que ostentan y a menudo no se sienten reconocidos ni recompensados", asegura el doctor Armand Grau, del hospital de Figueres.

La necesidad de prestigiar la sanidad y fomentar un mayor reconocimiento social de sus profesionales son una demanda constante de estos colectivos. "Una sociedad inteligente cuida a sus cuidadores", advierte Grau. Algunas de las encuestas denotaban situaciones graves, con profesionales sanitarios que tomaban ansiolíticos o antidepresivos, aunque a menudo resulta complejo discernir si las causas que originan estas situaciones tienen únicamente un origen laboral. Curiosamente, los más jóvenes son los más afectados por el desgaste. Los autores consideran que seguramente los más quemados ya han abandonado su puesto de trabajo. "Hemos pasado de un tiempo en que el médico era un Dios a otro en que abundan las exigencias y se dan a menudo casos de maltrato verbal e incluso físico", explica Suñer. Los autores del estudio constatan una apremiante necesidad de incentivar al personal sanitario, una tendencia que se está imponiendo en los principales hospitales de todo el mundo.

Armand Grau no cree que este síndrome se haya incrementado en los últimos años, pero sí que existe una mayor sensibilidad y una mayor preocupación de las empresas por la salud laboral de sus trabajadores. "Parece que ahora tienen más claro que si un trabajador se encuentra bien será más productivo", indica Grau.

El síndrome de desgaste profesional fue introducido por Freudenberguer en la década de 1960 y desarrollado en la de 1980 con un instrumento de valoración denominado Maslach Burnout Inventory, que mide las tres dimensiones comentadas anteriormente. Algunos de los síntomas del síndrome se asocian con psicopatologías como la depresión, la ansiedad o los trastornos adaptativos o de personalidad.


Vidas difíciles en la enfermería

En algunos casos, las situaciones estresantes vienen por partida doble. Marisa Arcos (de 44 años) y Jordi Gibernau (42) están casados y son enfermeros del hospital de Sant Pau, en Barcelona. Desde hace casi dos décadas trabajan en turno de noche, Arcos en maternidad y Gibernau en urgencias de pediatría. Todavía no han podido cambiar de horario. "La nocturnidad tiene muchos problemas, no trabajas bien, hay mucha frustración. No te sientes como un profesional de la enfermería que trabaja con personas, sino como una máquina de la salud", que debe resolver la ecuación "problema-solución y fuera, problema-solución y fuera", afirma Arcos. Su marido confiesa sentirse "algo antisocial porque tienes la vida social algo mermada". A los problemas de alimentación y sueño, se añaden las dificultades de formación continuada y la ausencia de otros profesionales que apoyen a la enfermera durante la noche. "Cuando surge un problema, yo me lo guiso y me lo como", dice Arcos. Con sus horarios, ni se plantean tener niños: "serían hijos de alquiler", afirma Gibernau.

Ana Cortés lleva 20 años en el mismo centro sanitario en el puesto de canguro, una figura laboral que cubre todos los fines de semana y festivos de sus compañeros enfermeros. Sin poder cambiar su situación, que ha empeorado su vida personal, dice sentirse "el último mono del hospital". Habitualmente cubre servicios que no domina: "me toca a la UCI, pues a la UCI". El otro día, comenta, la llevaron a urgencias con taquicardias, "me pongo muy nerviosa, me aparecen herpes y contracturas y tengo que ir a rehabilitación". Se ha planteado muchas veces abandonar. Intenta solucionarlo como puede: "Me apunto a todos los cursos de estrés para ver si de una vez por todas consigo canalizarlo". Según Arcos, "contracturas tenemos todo el personal sanitario" y la falta de traumatólogos o fisioterapeutas dedicados a la enfermería les obliga a buscar "terapias naturales, masajes".

La otra cara de la moneda es Rosa Corrons, de 54 años. Trabaja desde 1977 en el servicio de urgencias del Hospital de Bellvitge, en l'Hospitalet. Reconoce que en el mundo de la enfermería hay mucha depresión. A ella no le afecta su trabajo, a pesar de sufrir situaciones complicadas: "Procuras superarlo y darle la vuelta, te autoproteges". Corrons encuentra el servicio de urgencias estresante, pero "si es necesario discutir un problema, lo hago". Su entorno laboral la ayuda porque lleva muchos años trabajando junto a los mismos compañeros y ya saben cómo funciona todo. Sin embargo, mientras muchas de sus colegas aspiran a pasar a la asistencia primaria, Corrons nunca ha querido cambiar.

Mayor estrés entre las enfermeras que atienden a pacientes críticos:

El 74% de las profesionales se sienten poco valoradas por la sociedad

Enfermería y estrés van casi de la mano. Diversos estudios revelan que este colectivo es uno de los que tiene mayor riesgo de sufrirlo, en especial aquellas profesionales que atienden a pacientes críticos o terminales debido a la complejidad y la dedicación emocional de su trabajo.

Una de las últimas investigaciones realizadas sobre el síndrome de desgaste profesional en las unidades de cuidados intensivos (UCI) de hospitales catalanes, publicada en Metas de Enfermería, concluye que "la incidencia del síndrome es elevada y que una proporción superior a dos pacientes por enfermera provoca desmotivación y aumenta los conflictos interpersonales", señalan las autoras, las enfermeras Natalia García y Alba Roca, del Hospital Joan XXIII de Tarragona.

Estudiaron el nivel de desgaste, la influencia de la proporción de pacientes por enfermera y los factores laborales asociados al síndrome en una muestra de 392 personas encuestadas (el 91,3% eran mujeres) de UCI de 13 hospitales públicos de Cataluña: 194 profesionales de hospitales de alta tecnología, 130 de hospitales de referencia y 42 de hospitales no docentes. La encuesta se realizó a finales de 2001 mediante el método llamado Maslach Burnout Inventory.

En el estudio se obtiene un nivel medio en cansancio emocional (en especial los que llevan más años) y realización personal (superior en los del turno de noche) y un nivel alto de despersonalización, sobre todo entre quienes trabajan en los hospitales de referencia. Como consecuencia, mientras que el 54,9% respondió que desearía continuar en la UCI, el 21,8% querría cambiar a atención primaria y el 19,5% dijo que preferiría dedicarse a otra profesión. Aunque tres cuartas partes consideran buena su relación con los compañeros de trabajo, el 74,6% se siente poco o nada valorado por la sociedad.

Un estudio sociológico realizado por el Colegio Oficial de Enfermería de Barcelona durante 2004 con una muestra de 2.122 profesionales refleja que el 45% dudaría y el 9% no volvería a escoger esta carrera. De hecho, una mayoría cree que colegas y usuarios valoran bien su profesionalidad y dedicación, pero sólo el 40% ve sus esfuerzos reconocidos por la organización hospitalaria y la sociedad.

El 85% se considera capacitado para asumir mayores responsabilidades y casi el 30% dice estar en una situación contractual precaria.

Carmen Domínguez, socióloga y profesora de la Universidad de Barcelona, hace bastantes años que dejó su empleo de enfermera, tras ser una de las primeras del país en doctorarse. Domínguez cree necesario profundizar y conocer el contexto determinado en el que se manifiesten las señales de alarma del síndrome de desgaste profesional, "qué factores o elementos se identifican, cómo es percibido por quienes se encuentren en esta situación y qué es lo que señalan como relevante".

Montse Flores, del Sindicato de Enfermería (SATSE) y profesora asociada del Hospital Universitario de Bellvitge, en l'Hospitalet, considera que en la formación "no se propicia la adopción de estrategias ante situaciones de estrés". No es de extrañar que abunden los cursos anti-estrés para profesionales.

En las aulas del SATSE en Barcelona, la psicóloga Montse Fornós ha impartido recientemente uno. "Es en el trabajo de enfermería, y en general en todos los relacionados con el cuidado asistencial, donde la persona debe afrontar a diario situaciones de enfermedad, muerte, conflictivas, sociales y relaciones interpersonales no siempre sencillas, que generan un alto índice de tensión personal y laboral. Supone un desgaste psicológico importante y genera sentimientos de excesiva responsabilidad. En sí mismo, esto ya es estresante", explica Fornós. A esto hay que añadir muchas veces factores organizativos, sobrecarga de trabajo, falta de medios, dificultades en el equipo y mala comunicación, "que contribuyen a aumentar este sentimiento de tensión en el personal sanitario".

¿Cómo se podría mejorar esta situación? Fornós recomienda tomar medidas en el ámbito laboral, que recaerían sobre los aspectos organizacionales y ambientales, y sobre el trabajador, dándole mayor información, fomentando la prevención y manteniendo espacios de trabajo grupal y de formación permanente, coincide Alba Roca.

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