Es un trabajo conjunto del Conicet y una asociación civil

Prueba rápida para detectar hipoacusia

Identifica en situaciones "reales" si los alumnos de 6 a 12 años tienen algún problema auditivo.

Noticias médicas

/ Publicado el 24 de abril de 2007

Las distracciones en el aula, los problemas para comprender lo que explica la maestra, la falta de atención en clase o el el volumen demasiado alto del televisor no deberían atribuirse livianamente a la mala conducta o a la hiperactividad de los chicos, como suele ocurrir. Gran parte del problema podría ser la dificultad para escuchar.

Para poder reconocerla rápidamente y recomendarles a los padres una visita al fonoaudiólogo, un investigador del Conicet desarrolló a pedido de la Asociación Civil Comunitaria Independiente para la Opción de la Niñez (Accion) una nueva prueba de detección de la sordera para escuelas, comedores infantiles o clubes.

"En el trabajo diario, observamos disfunciones sensoriales generales en todo tipo de chicos que nos demuestran que algo está pasando con los sentidos; de hecho, la contaminación sonora a la que estamos expuestos es altísima. Y vamos a empezar por detectar las deficiencias auditivas mediante una prueba de bajo costo que se pueda aplicar en todos lados", comentó la licenciada Elba Cantero, directora de Accion.

La nueva prueba creada por el ingeniero Jorge Gurlekián, investigador del Laboratorio de Investigaciones Sensoriales (LIS) del Conicet, consiste en un conjunto de oraciones simples, obtenidas de los libros de texto de primer grado, tapadas por voces y ruidos que recrean el ambiente del aula. Los chicos deben escucharlas y repetirlas para identificar problemas del habla. Si no reconocen el 50% de las palabras, existe un problema.

"La peor situación para poder escuchar es estar en un ambiente en el que las voces tapen lo que se quiere escuchar. Esto, que ocurre frecuentemente en un aula o en una reunión infantil, demuestra la importancia de realizar pruebas más controladas y no en un ambiente de laboratorio", explicó Gurlekián, que trabaja en este desarrollo desde hace un año.

Según el investigador del LIS, que dicta seminarios a fonoaudiólogos en la Facultad de Medicina la Universidad de Buenos Aires, se necesitan estudios de detección más controlados que los que se usan habitualmente, como la audiometría o la logoaudiometría. Esta medición consiste en el dictado de frases o palabras que los chicos deben repetir.

Prueba y error

"Así tomadas, las pruebas de audición están plagadas de errores por dos motivos", precisó Gurlekián. El primero, explicó, es que la voz del profesional que realiza el dictado no está bajo control, ya que tiene rasgos propios distintivos, y una persona con hipoacusia leve puede escuchar y comprender a una persona y no a otra. "La sordera tiene grados de sutileza que no tienen nada que ver con la intensidad del sonido, sino con que la persona esté habituada o no a escuchar ciertos rasgos en la voz", dijo.

El segundo elemento que puede inducir a error es que suelen hacerse en ambientes silenciosos. "Lo interesante de la nueva prueba es que permite determinar rápidamente si los chicos perciben los sonidos del habla y si son capaces de discriminarlos en condiciones normales", afirmó.

De ahí que las oraciones utilizadas en la nueva prueba sean representativas de la riqueza fonética del castellano hablado en la Argentina e incluyan voces y ruidos que las enmascaran mientras crean la sensación de aparecer por delante y detrás de quien escucha. Luego de la detección del umbral auditivo de cada chico, el test reproduce grupos de diez oraciones cuya intensidad aumenta hasta que los chicos pueden reconocer la mitad de las palabras.

"El espectro de frecuencia de cada oración es similar al de la voz humana, pero está acompañado de variaciones del ruido y voces ensambladas con un programa de análisis espectral desarrollado en el LIS", explicó Gurlekián.

El próximo paso, gracias a un subsidio de 25.000 pesos que confirmaría hoy el área de Salud de la Secretaría de Ciencia y Tecnología, es demostrar la efectividad de esta prueba en 1000 alumnos de 6 a 12 años de escuelas porteñas y bonaerenses. "Es la primera vez que se hará un estudio de este tipo en el país -dijo Cantero-. Si pensamos en el futuro, debemos comenzar a ocuparnos de la detección temprana de este tipo de problemas."

Y concluyó: "Es altamente probable que muchos chicos que repiten el grado o están bajo tratamiento por problemas de conducta o de atención no puedan escuchar bien".

Por Fabiola Czubaj
De la Redacción de LA NACION

La contaminación sonora, un riesgo

La contaminación sonora en la calle es altísima, pero esto ya llegó a sitios como los cibercafés y los cumpleaños infantiles. "En los ciber se pueden ver chicos y adolescentes frente a computadoras o con auriculares a todo lo que da mientras hablan cada vez más alto para poder escucharse", dijo Elba Cantero, de Accio.

Estudios demostraron que la contaminación sonora obliga al oído a subir permanentemente el umbral de tolerancia a los estímulos externos. "Si esto se sostiene en el tiempo aparece la sordera", agregó.

Un estudio español demostró que en la escuela, por ejemplo, ambientes alejados del ruido de la calle favorecen la concentración, la audición y el aprendizaje. Aquí, un trabajo de la Mutualidad Argentina de Hipoacusia (MAH) probó que el ruido en las aulas supera en 20 dB los 50 recomendados. Con respecto al nuevo test, la doctora María Teresa Carchio de Peralta, responsable de Audiología Infantil de la MAH, consideró que, dado que hay familias en riesgo auditivo, "todo lo que sume a la detección precoz es positivo".