La lactancia y la alimentación adecuada son esenciales para un adecuado crecimiento y desarrollo en niños de 6-24 meses. La vulnerabilidad nutricional de este período depende de que las comidas ofrecidas pueden ser insuficientes en algunos nutrientes, la cantidad puede ser poca y las madres multíparas no siempre tienen el tiempo necesario. Otros factores concurrentes son las infecciones respiratorias y las diarreas. Se ha observado que las papillas (P) ofrecidas a los bebés, en algunos países en desarrollo, pueden ser carentes de hierro, zinc y vitaminas B. La fortificación de las P es una forma de cubrir los requerimientos nutricionales.
Se recomienda la lactancia exclusiva durante los primeros 6 meses. Luego se inicia la alimentación complementaria (AC), definida como los alimentos distintos a la leche humana consumidos por niños que aún reciben pecho (idealmente hasta los 2 años). Históricamente la OMS enfatizó el uso de preparaciones caseras, con fórmulas locales para estas edades. Sin embargo, esto podría favorecer carencias de nutrientes. Actualmente ha reconocido a las fórmulas comerciales como una alternativa válida para las poblaciones que pueden acceder a ellas, debido a su composición y a la facilidad para prepararlas.
La falla de crecimiento tiene una alta prevalencia en los países en desarrollo (PED). La prevalencia de "acortados" (baja talla para edad) y bajo peso es muy alta en los PED y varía de acuerdo a cada país y al momento en que empezó la carencia. Las fallas en el progreso de peso suelen empezar a los 3 meses y se agravan hasta los 12 meses. Luego, el peso se estabiliza hasta los 18 meses, momento en que hay cierto crecimiento compensatorio. La falla en el crecimiento en talla es distinta. En general la talla al nacer está dentro de los percentilos normales, pero la velocidad de aumento de talla es lenta. El "acortamiento" después de los 24-36 meses es irreversible y no existe la posibilidad de crecimiento compensatorio. Múltiples estudios muestran que la respuesta al refuerzo de la alimentación en este período crítico que son los primeros 2 años de vida, es muy buena. Esta etapa es una ventana de oportunidad crítica para el desarrollo del niño.
La cantidad de nutrientes necesarios en la AC depende del tipo y la cantidad de leche que el niño reciba. El hierro debe administrarse en el 100% de los requerimientos, mientras que la vitamina C estaría bien cubierta por la leche materna. Las cantidades recomendadas de cada nutriente varían de acuerdo a la fuente de información considerada. Algunos nutrientes dependen del estado nutricional de la madre y su ingesta y otros son independientes.
En 1998 la OMS definió como "nutrientes problemáticos" a aquellos que no estaban bien cubiertos por la AC y que eran muy necesarios en este período de 6-24 meses de edad. Estudios con poblaciones de Bangladesh, Guatemala, Ghana, México y Perú mostraron que la ingesta de proteínas suele ser mayor a la recomendada y la cantidad de hierro mucho menor. La ingesta de zinc es insuficiente a los 6-8 meses y excede las recomendaciones a los 12-23 meses. La adecuación del calcio, vitamina A y complejo B depende de la población y de la cantidad que se tome como necesaria.
En relación a los macro nutrientes hay un creciente interés en los lípidos. Los ácidos grasos esenciales son fundamentales para el desarrollo neurológico. Estas grasas poliinsaturadas son bajas en la leche materna, si la madre come pocos productos animales. La leche humana tiene un alto porcentaje de grasa (45-55%), luego las calorías provenientes de grasas bajan al 30% con la AC. Las grasas proveen ácidos grasos esenciales y facilitan la absorción de vitaminas liposolubles. Mejoran la textura y el sabor, la palatabilidad y el aroma de los alimentos. En Gambia, el porcentaje de grasa baja al 15% con la AC y en Perú, Bolivia y Ecuador al 9-13%.
Muchos estudios muestran que los niños comen menos de lo que les ofrece, dejan hasta el 25%. En Bolivia, niños de 6-24 meses, dejaban el 10-30% de las P. Esta población tiene 18,5% de "acortados" y muchos tienen también bajo peso. Esto significa que para combatir la desnutrición también hay que mejorar la calidad y aceptación de las comidas.
El hierro es uno de los nutrientes problemáticos. La falta de aporte en las P, sumado al aumento de las pérdidas por infecciones hace que la anemia sea un problema que llega a afectar al 50% de los niños de 6-24 meses en los PED. La suplementación con hierro a estas poblaciones mejora el desarrollo motor y el lenguaje.
La deficiencia de zinc es altamente prevalente y se asocia con inmunosupresión, alteraciones del gusto y el olfato. En México el 25% de los niños de 6-24 meses tienen déficit de zinc, y el porcentaje sube al 40% en las zonas rurales.
La falta de vitamina A en la alimentación materna determina que la leche humana tenga niveles bajos y que esos niños requieran AC suplementada.
La pequeña capacidad gástrica a esta edad, limita el aporte de todos los nutrientes requeridos. Se estima que la capacidad es 30 ml/kg de peso, es decir que un lactante de 6-8 meses podría comer como máximo 250-300 ml de P.
La mayoría de los niños de 12 meses pueden comer P caseras. Sin embargo, las pequeñas cantidades consumidas pueden ser insuficientes para proveer todos los nutrientes en la cantidad necesaria para este período de crecimiento tan vulnerable. El uso de P comerciales fortificadas puede ser una herramienta importante tanto para el sector público como el privado en la promoción de la salud.