Según un estudio de diez años en chicos de barrios periféricos de La Plata
La estimulación incide tanto en el intelecto como la nutrición
Para los investigadores, el desarrollo cognitivo responde a ambas variables. Se evaluó el nivel intelectual de chicos de hogares con pobreza estructural. Unos habían sufrido desnutrición temprana y otros no. Pero todos mostraron retrasos.
El trabajo, que se basó en el seguimiento durante diez años de 100 chicos de barrios periféricos provenientes de hogares con niveles de pobreza estructural de esta ciudad que padecieron desnutrición en sus primeros dos años de vida, también reveló que el nivel de cociente intelectual y el desempeño escolar del grupo mejoró sensiblemente al recibir apoyo nutricional y estímulos cognitivos y afectivos, aunque volvió a caer al discontinuar esas medidas de contención.
El trabajo fue realizado por el Centro de Estudios de Rehabilitación Nutricional y Desarrollo Infantil (Ceren), un grupo interdisciplinario dedicado a investigación y asistencia que depende de la Comisión de Investigaciones Científicas (CIC) de la provincia de Buenos Aires.
El equipo de investigadores, comandado por la doctora María Adela Rodrigo, comenzó, en 1985, a estudiar a 100 casos de chicos con desnutrición temprana que eran tratados en la Unidad de Rehabilitación Nutricional del Hospital Sor María Ludovica de esta ciudad. En promedio, los chicos tratados recuperaron su peso en menos de cuatro meses.
"El primer resultado que arrojó el trabajo es haber demostrado que el desarrollo psicológico e intelectual infantil no está determinado solamente por la cuestión alimentaria, sino que intervienen otras variables socioambientales, entre ellas algunas determinantes, como las condiciones de vida y las formas de crianza", explicó Rodrigo a LA NACION. Para la experta, la mala alimentación constituye "un indicador sensible y temprano de inadecuadas condiciones de vida".
Los investigadores llegaron a esta conclusión luego de comparar los guarismos del grupo experimental con los de hermanos de esos chicos que no habían sufrido desnutrición. Entonces observaron que ambos grupos ostentaban niveles similares de cociente intelectual cuyo parámetro se ubicó en 76,04 puntos sobre los 100 que corresponden a lo considerado normal en base al test de Terman-Merril. Por ello, para la directora del Ceren "es fundamental poner en práctica políticas sanitarias y educativas de largo aliento que garanticen los derechos básico de los menores y no pensar que todo se resuelve con proveer alimentos".
Una brecha abismal
Simultáneamente se cotejaron los datos con un grupo de control constituido con alumnos de clase media de una escuela céntrica platense con parámetros por encima de los 100 puntos de cociente intelectual.
"La brecha entre los chicos con suficiente alimentación y contención socioambiental es abismal", asegura, por su parte, la psicóloga del grupo, Susana Di Iorio, para quien los chicos "comienzan con problemas de acceso al lenguaje, restricción en sus interacciones, pobre desempeño educativo, y terminan con una gran dificultad para alcanzar empleo y, mucho menos, buenos niveles de calificación laboral. Todo ello significa, sencillamente, desigualdad de oportunidades". Al cabo de los diez años se observó que alrededor del 60 por ciento de los chicos había repetido de grado al menos una vez.
En la provincia de Buenos Aires, el caso más extendido es el de la denominada "desnutrición oculta" -llamada así porque, en general, las madres no la detectan a simple vista-, que incluye casos de primero (leve) y segundo grado (moderada). Su síntoma es la anemia y su principal secuela resulta el acortamiento de la talla provocadas por la carencia de micronutrientes básicos como hierro, zinc y vitaminas A y C.
La antropóloga Susana Ortale, integrante del Ceren, explicó que "los con desnutrición leve y moderada que son atendidos a tiempo recuperan su peso en unos 3 meses y medio".
"Si bien la asistencia oportuna logra recuperación, los chicos que sufren desnutrición temprana nunca llegan al nivel medio esperado para la población", aseguró la profesional. Además, "esos chicos poseen un altísimo riesgo y tendencia a la morbilidad que, a la larga, demuestran la irracionalidad del gasto público que termina atendiendo a los chicos por innumerables patologías secundarias por no haber atacado de raíz la desnutrición con planes sustentables y permanentes", acotó la pediatra Susana Sanjurjo, también del Ceren.