Entrevista al neurocientífico Agustín Ibañez

“Sin un sentido en la vida, también se enferma el cerebro”: el impacto del vacío existencial en el bienestar cognitivo

El prestigioso investigador argentino propone una mirada humanista y transdisciplinaria sobre el envejecimiento y la demencia. La salud cerebral no se reduce a la actividad neuronal: también depende del propósito, el contexto y las desigualdades.

Autor/a: Esteban Crosio

Fuente: IntraMed

Agustín Ibáñez es neurocientífico, sanjuanino y fundador del Instituto Latinoamericano de Salud Cerebral (BrainLat). Su trabajo transita las fronteras entre neurociencia, salud pública, tecnología e inequidad social. Desde sus roles en la Universidad Adolfo Ibáñez (Chile) y el Trinity College de Irlanda, lidera investigaciones que buscan entender cómo envejecemos y qué podemos hacer —como médicos, como sociedades— para evitar que el deterioro cognitivo sea inevitable.

Pero detrás del investigador y referente académico, hay también una historia personal que atraviesa su mirada: su padre tuvo demencia, y él mismo reconoce haber sido un mal cuidador. Esa experiencia íntima y transformadora probablemente nutra su enfoque humano, crítico y multidimensional. Para Ibáñez, hablar de demencia no es solo hablar de memoria y de redes neuronales, sino también de contaminación ambiental, desigualdad, sentido de vida y decisiones políticas.

En esta entrevista con IntraMed, Ibáñez despliega conceptos fundamentales para repensar el rol de la medicina frente al envejecimiento: la salud cerebral como un bien colectivo; la inteligencia artificial como una herramienta poderosa y peligrosa; y el propósito vital como un factor neurobiológico de resiliencia. Sus respuestas invitan a ampliar el mapa: el cerebro no se entiende solo desde adentro, sino desde todo lo que lo rodea.


Entrevista

¿Qué significa salud cerebral? Los médicos solemos ser reduccionistas y hablamos solamente de salud física y salud mental.  

La OMS define a la salud cerebral como el estado de funcionamiento óptimo del cerebro, que te permite pensar, sentir, aprender, moverte, trabajar, disfrutar de la vida. Por ende incluye aspectos cognitivos, emocionales, sociales y motores. Depende tanto de la genética y de la biología como de los factores ambientales, sociales y del estilo de vida. Está mucho más conectada a la salud mental de lo que pensamos. De hecho, si miras las dos definiciones de la OMS de salud mental y salud cerebral son muy parecidas. Y también nos habla de que entender la salud mental y cerebral requiere comprender el interjuego de los factores ambientales y corporales del cerebro.

¿Cuál es la influencia del factor sociocultural en el diagnóstico de demencia a lo largo de América Latina? Teniendo en cuenta esta paradoja demográfica que estamos viviendo: la expectativa de vida se ha duplicado, pero los índices de natalidad han disminuido. 

Como vos bien decís, la demencia es un problema grave que está creciendo en Latinoamérica. De aquí al 2050 se espera un crecimiento más o menos de un 100 a un 250% según distintos lugares. Y no debiese ser el caso, ¿no? La salud tiende a mejorar cada vez, pero hay muchos factores: factores de estilo de vida, factores ambientales, que están teniendo un impacto tremendo. En Latinoamérica incluso tenemos un subdiagnóstico de la demencia, lo cual es terrible porque quiere decir que hay muchos más casos de los que creemos. Los factores que influyen son muy variados.

Acabamos de publicar un trabajo en Nature Medicine que muestra que lo que te envejece es algo tan variado como, por ejemplo, la contaminación en el aire, pero también factores sociales, tu nivel socioeconómico, el tipo de sociedad más desigual o menos desigual en la que vivís. La equidad de género, la migración, pero incluso factores que uno normalmente no los conectaría con la salud; como la estabilidad democrática, la inestabilidad sociopolítica de un país. Estos factores generan estrés, generan mecanismos alostáticos, generan mecanismos de toxinas ambientales o toxinas sociales que producen un efecto acumulado en tu cuerpo, que impactan tu salud cardiometabólica, que impactan tu inflamación y que impactan tu cerebro. Esto influye particularmente en la demencia y particularmente en la enfermedad de Alzheimer que es muy susceptible a todos estos factores ambientales. Probablemente estos son los principales factores que explican, junto con el crecimiento demográfico, el incremento de la prevalencia de la demencia.

Una frase tuya es que “la pobreza no solamente está en la billetera, en el bolsillo, sino también en la cabeza”

Ese es el punto. Cuando uno mira el impacto socioeconómico tendemos a medir en los activos materiales, si tenés o no tenés una casa, un auto, si tenés acceso o no tenés acceso, y no miramos nuestro activo más importante que es tu cerebro. Hay un impacto claro y directo desde la educación al nivel socioeconómico, en el volumen de tu cerebro, en las conexiones de tu cerebro, en cuán bien o mal trabaja tu cerebro y en la capacidad de resiliencia incluso.

¿Cuán importante te parece la importancia de tener un propósito, un objetivo en la vida?

Es una buena pregunta. ¿Qué sabemos? Tenemos lo que se llama el meaning, ¿no? Como tener sentido en la vida, tener un propósito. Primero que nada que es un factor de resiliencia, te permite soportar un montón más de adversidades, te permite darle sentido a tu vida. Cuando uno no le da sentido a la vida, los factores adversos, el estrés, los problemas, se pueden volver muchísimo más intensos. En cambio cuando uno tiene un sentido en la vida, tolera mucho más.

Y básicamente el sentido es algo que la medicina ha olvidado mucho Y sabemos cuánto impacta. Un premio Nobel acuñó un término que se llama diseases of despair, enfermedades o muertes de la desesperanza, que empezaron a subir, a tener un pique en los Estados Unidos muy fuerte, como el alcoholismo, el suicidio, ese tipo de cosas. Y son enfermedades de la pérdida del sentido, básicamente. Y estas enfermedades no solo generan más suicidio, más adicción y más estrés, hay realmente un impacto biológico de la falta del sentido en tu organismo.

¿Qué rol tienen actualmente los neuromarcadores y las neuroimágenes en el diagnóstico de la demencia?

Los neuromarcadores o los biomarcadores en general significan conseguir alguna medida biológica que te pueda predecir, anticipar o diagnosticar la enfermedad. Son esenciales, por ejemplo, te permiten ayudar a distinguir si tienes una demencia de cuerpos de Lewy, una demencia frontotemporal, una demencia de Alzheimer. Son muy importantes también para los ensayos clínicos, porque es una forma de medir el impacto de una intervención terapéutica, no solo con medidas de cambio cognitivo. Y son mucho más importantes, yo creo también, para la medicina personalizada. Es decir, todos hablamos de medicina personalizada y estamos a años luz de poder desarrollarla en el campo de la demencia y los biomarcadores pueden ayudar.

Dicho todas estas cosas lindas de los biomarcadores, hay que saber que son mucho más heterogéneos, difíciles de medir, de estandarizar y difícil de desarrollar precisión, mucho más de lo que uno piensa. Pero bueno, hoy en día podemos usar una gota de sangre para identificar trazos de las huellas de la enfermedad del Alzheimer, como los beta-miloides, las tauopatías, o podés usar la retina o medidas motoras, o usar una combinación de todas esas medidas con Machine Learning o medidas de neuroimagen de tu cerebro para poder no solo saber cómo es tu estado de salud hoy, sino cómo va a ser en el futuro.

¿Qué lugar debería ocupar la inteligencia artificial en la evaluación neuropsicológica?

Yo pienso que la inteligencia artificial, para predecir la evaluación cognitiva, neuropsicológica, tiene un potencial muy grande. El primer potencial muy grande para mí no es solo inteligencia artificial, sino de lo que se llama wearables, la posibilidad de medir con dispositivos móviles qué hacemos. El problema de la neuropsicología es que se toma una evaluación estática en un momento en el tiempo, en un setting controlado. Entonces te miden tu capacidad de tomar decisiones, o tu capacidad atencional, o tu capacidad de memoria. Pero tu capacidad de atención o de memoria cambia mucho cuando vas a un supermercado, cambia mucho cuando vivís en la vida real. Entonces, hoy en día uno puede medir mucho de lo que hacemos, dónde nos movemos, qué compramos, a dónde vamos, de forma masiva, fácil. Pero además, si lo combinas con inteligencia artificial, tenés un poder muy grande para poder predecir mejor la conducta real del sujeto,

Hay estudios que te logran predecir la demencia 10 años antes de que aparezca solamente con información clínica que aparentemente es irrelevante, pero la acumulación de información y el establecimiento de patrones no lineales entre distintos marcadores a lo largo del ciclo vital son herramientas en las que somos muy ciegos como humanos, porque no vemos esta combinación no lineal de factores. No es intuitivo verlo, no es fácil verlo y el aprendizaje de máquinas ayuda muchísimo. Lo cual no quiere decir que tengamos que tener sobreexpectativas, son tan buenas estas máquinas que predicen un conjunto de datos, predicen la estructura de ese conjunto de datos pero después cuando les presentas otros datos no siempre funcionan bien. Por supuesto hay un montón de procedimientos para ello pero igual creo que va a explotar, que va a ser una oportunidad única y que van a haber un montón de problemas y desafíos.

¿De alguna manera hay cierto miedo en esta grieta creada con la inteligencia artificial? Por parte de la comunidad médica, personal de salud, no tendiendo a hacer un uso racional de la misma.

No solo un uso no racional, sino que primero que nada, por ejemplo, cuando con mucha, no mucha, pero con un poco de información demográfica, si la combinás con otro tipo de información mínimamente privada de salud, hoy en día con grandes bases de datos, ya podés saber quién es la persona. Entonces, un aspecto crucial de la investigación y de la clínica es preservar la anonimidad de las personas, porque esta información puede ser usada, imagínate, no sé, si una agencia de servicio de salud adquiriera estas informaciones, podría no brindarle la salud o no brindarle un seguro médico a una persona, En un trabajo te podrían no dar el trabajo por esto, entonces las implicancias son muy altas, pero también porque como no sabemos mucho de los mecanismos de estos procesos, pueden haber errores, pueden haber sesgos, y tal vez si lo implementamos en la vida real de forma muy rápida, después podemos cometer errores grandes.

¿Cómo surgió la idea de aplicar el concepto de codificación predictiva en tu estudio de la demencia frontotemporal?

Yo creo que tengo una relación un poco personal con esta patología, porque primero que nada, a diferencia de la demencia tipo Alzheimer, son personas que no pierden tanto o tan fuerte al principio, por ejemplo, la memoria. Pero empiezan a perder la capacidad de moverse en el mundo social, se vuelven más decididos, pierden la empatía, pierden la comprensión de la complejidad del mundo social. A mí me fascinó porque cuando era un chico jovencito era un poco antisocial, un metalero que estaba aislado del mundo, entonces me fascinó mucho, de hecho empecé a trabajar con chicos autistas por esto, porque los chicos autistas tienen estas dificultades de cognición social. Y después mi papá desarrolló una demencia con cuerpos de Lewy, pero con una presentación muy conductual. Parecía otra persona, mi padre nunca había sido impulsivo, nunca había levantado la voz, y se volvió un tipo hasta amenazante, que perdió el tino social.

Entonces, una cosa que tiene que ver con los modelos predictivos, de codificación predictiva, es que básicamente nosotros usamos nuestras señales corporales para predecir lo que va a pasar, especialmente en el mundo social. Nuestro cuerpo aprende a vivir en el mundo, a interaccionar con otros, a reconocer caras, a tener reacciones fisiológicas fuertes frente a amenazas o reacciones gratificantes frente a situaciones sociales adecuadas. Y esto tu cerebro lo usa como una máquina bayesiana, lo usa para predecir el futuro en base a la historia.

Entonces, las teorías de codificación predictiva dicen que el cerebro básicamente está siempre anticipando lo que va a ocurrir, ¿no? Pero ciertas teorías, las teorías interoceptivas, dicen que uno usa la información visceral, aprendida en las experiencias previas, para moverse en el mundo sobre todo social y emocional. Y en la demencia frontotemporal, las estructuras básicas del cerebro, como la red alostático-interoceptiva, que son unas redes que procesan la información de demandas ambientales integradas con las señales corporales, están afectadas. Y están afectados varios mecanismos autonómicos, varios mecanismos interoceptivos, por eso es que es un modelo muy bueno para entender cómo lo socioemocional requiere el aprendizaje de tu cuerpo y la codificación de señales a través de tu cuerpo para poder navegar en ese mundo social.

Hiciste referencia al autismo. ¿Actualmente al espectro autista está subdiagnosticado o sobrediagnosticado?

No soy un experto en el tema, lo dejé de estudiar hace mucho tiempo, pero yo creo que el problema con el autismo es lo que vos dijiste, que es un espectro. Hoy estoy dando un curso aquí de escritura científica para doctorandos de toda la Universidad y hay un chico que tiene autismo, es un chico brillante, inteligentísimo. Tiene características autísticas pero a la vez es un emprendedor. Entonces el problema de esto, para decir si es sub o sobre, es qué es lo que entendemos por autismo O sea, por definición el autismo clásico del libro, tiene dificultades de lenguaje, tiene dificultades, tiene estereotipas motoras. Tiene dificultades severas para moverse en el mundo. Mientras que lo que llamamos Asperger o autismo de alto rendimiento, son personas que se parecen más a la neurodiversidad. Yo creo que somos mucho más neurodiversos todos de lo que decimos o creemos, ¿no es cierto? Y en ese sentido creo que sí estaríamos todos subdiagnosticado, si es que nos merece un diagnóstico. Creo que hay otras condiciones, como el déficit atencional, por ejemplo, que tienen mucho más problema de precisión diagnóstica que el autismo, entendido en un sentido más clásico y en el extremo de este espectro.

Me gustaría que nos dejes un mensaje para los médicos en cuanto a cómo pueden intervenir en la prevención del deterioro cognitivo, en lograr un envejecimiento saludable.

Lo primero que diría es lo que vos dijiste, traigamos el sentido, el propósito, el valor de lo humano a la mesa de la medicina, porque ese es un factor que atenúa el estrés a largo plazo, es un factor que reduce la alostasis a largo plazo y es algo que solamente, como bien sabemos por nuestro gran amigo y colaborador, la medicina narrativa le da bola, el resto no le da a nadie más bola, ¿no? Entonces ese es un punto. Lo otro es que tenemos que ser mucho más transdisciplinarios, tenemos que entender el impacto del ambiente, de la contaminación del aire, del agua, tenemos que entender el impacto de la inestabilidad social, tenemos que entender el impacto de la totalidad del cuerpo para entender el cerebro. Hoy en día con la salud de tus órganos predecimos mejor las enfermedades neuropsiquiátricas que con el cerebro, entonces es lo que creo que hay que hacer para promover un envejecimiento saludable, primero que nada es desarrollar mejores teorías que sean más ecológicas.


Dr. Agustín Ibañez. Neurocientífico. Director del Instituto Latinoamericano de Salud Cerebral (BrainLat) en la Universidad Adolfo Ibáñez (Chile). Líder del programa PBHM en el Trinity College (Irlanda).