Sabemos que el tiempo es valioso y que estar al día con los desarrollos más relevantes en salud puede ser un desafío. Por ello, esta selección es una guía curada de noticas que, en el futuro próximo, pueden convertirse en realidad para el ejercicio de los profesionales de la salud.
Fuente: Developing and comparing a new BMI inclusive energy expenditure algorithm on wrist-worn wearables
Para millones de personas, los relojes inteligentes y otros dispositivos de seguimiento físico se han convertido en aliados clave para controlar su salud. Sin embargo, para quienes viven con obesidad, estas herramientas suelen fallar. Las diferencias en la marcha, el ritmo, la postura y la forma de realizar ejercicios generan errores sistemáticos que alteran las cifras de calorías quemadas.
Los rastreadores colocados en la cadera tienden a ofrecer lecturas inexactas, debido a la alteración en el movimiento y el ángulo del dispositivo en personas con mayor masa corporal. Por su parte, los modelos que se colocan en la muñeca —más cómodos y mejor aceptados— no habían sido validados rigurosamente para usuarios con obesidad.
Investigadores del HABits Lab de la Universidad Northwestern, liderados por el profesor Nabil Alshurafa, han desarrollado un algoritmo especialmente diseñado para personas con obesidad. Lo más revolucionario es que se trata de un sistema abierto, comprobado científicamente y disponible para futuras mejoras por parte de otros desarrolladores.
La solución desarrollada por el equipo de Alshurafa fue puesta a prueba frente a once de los algoritmos más avanzados del mundo. A través del uso combinado de relojes inteligentes, cámaras corporales y sistemas de medición de energía se logró una precisión superior al 95 % en la estimación de calorías quemadas.
La investigación no solo desafía los estándares técnicos, sino también las normas culturales sobre qué significa "hacer ejercicio". En los ensayos, muchos participantes no podían realizar flexiones tradicionales, pero sí lograban hacerlo contra la pared, mostrando un esfuerzo físico real que los sistemas anteriores no contabilizaban.
El equipo de Northwestern planea lanzar este año una aplicación móvil compatible con iOS y Android, que incorporará el nuevo algoritmo para ofrecer a los usuarios con obesidad un monitoreo personalizado y exacto de su actividad diaria. Además, el algoritmo fue concebido con un enfoque de código abierto, lo que permite que otros investigadores lo examinen, validen y perfeccionen.
Algunas personas despiertan con energía al amanecer; otras tardan horas en activarse. Esta diferencia, lejos de ser un simple hábito, puede estar profundamente relacionada con el ritmo circadiano.
Un estudio reciente de la Universidad de Florida Health ofrece nuevas pruebas de que la hora y la repetición de la actividad diaria influyen directamente en la forma física y eficiencia al caminar, sobre todo en adultos mayores.
La investigación incluyó a más de 800 adultos independientes con una edad promedio de 76 años. Durante una semana, usaron dispositivos en la muñeca que monitoreaban su actividad continuamente. Luego, se sometieron a pruebas de ejercicio cardiopulmonar para evaluar su salud cardiovascular y respiratoria.
Entre los hallazgos más destacados:
- Mayor contraste entre actividad y descanso: Aquellos con más movimiento durante el día y más descanso por la noche presentaron mejor estado cardiorrespiratorio.
- Actividad máxima más temprana: Las personas que alcanzaban su pico de actividad en horas de la mañana mostraron mayor eficiencia al caminar.
- Rutinas: Mantener un horario regular en la actividad diaria se asoció con mejores resultados físicos.
El ritmo circadiano no es solo una guía para dormir o despertar. Es una sinfonía de funciones corporales que se alinea con los ciclos de luz y oscuridad. Alteraciones en este reloj —como ocurre con el trabajo nocturno o el jet lag— pueden afectar el estado de ánimo, la calidad del sueño y el rendimiento físico. La actividad física ha sido siempre esencial para la teoría de un envejecimiento saludable, pero ahora sabemos que la hora en la que se realiza también importa.
Cada uno tiene un cronotipo. Algunos son más activos en la mañana y se les llama "alondras", mientras que otros en la noche, los "búhos". Respetar esas diferencias podría mejorar la calidad de vida, el control del peso y la salud a largo plazo al prescribir actividad física. Esto apunta a la importancia de la personalización para mejorar la adherencia a las terapias y hasta potenciar sus efectos.
Fuente: Dietary oleic acid drives obesogenic adipogenesis via modulation of LXRα signaling
Durante años, el aceite de oliva ha sido sinónimo de alimentación saludable. Sin embargo, científicos de la Universidad de Oklahoma y colaboradores de Yale y NYU han encontrado que el ácido oleico, su principal componente graso, puede tener efectos inesperados sobre la formación de tejido adiposo.
Altos niveles de esta grasa favorecen la creación de nuevas células grasas, un proceso que podría acelerar el desarrollo de obesidad cuando se combina con una dieta rica en calorías. El ácido oleico impulsa una proteína señalizadora llamada AKT2, al mismo tiempo que suprime una proteína reguladora conocida como LXR. Este desequilibrio acelera la expansión de células precursoras que, con el tiempo, se transforman en células de grasa maduras.
Para aislar los efectos de distintos ácidos grasos, los investigadores alimentaron ratones con dietas especializadas enriquecidas con grasas individuales, como las presentes en el aceite de coco, maní, leche, manteca y soja. Solo el ácido oleico provocó una proliferación significativa de células precursoras de grasa.
Esto significa que una dieta constantemente alta en ácido oleico puede preparar el terreno para un aumento de peso progresivo. A la larga, también para enfermedades como la diabetes tipo 2 o afecciones cardiovasculares.
A diferencia del entorno controlado en laboratorio, la dieta humana real es mucho más compleja. Las personas suelen consumir mezclas variadas de grasas en comidas comunes como café con crema, ensaladas con aderezo y cenas con carne y pasta. Aun así, el suministro alimentario actual tiende a contener niveles más altos de ácido oleico, sobre todo en productos procesados y comidas rápidas.