Una de las formas obvias del control masticatorio es la producción de una fuerza de mordida isométrica,(1) la velocidad de contracción para alcanzar la fuerza de mordida que se requiere, puede ser determinada sobre el trazo del electromiograma (EMG) de superficie y es una expresión de la rapidez de la tasa de reclutamiento de unidades motoras.(2,3)
Gay (4) demostró que la fuerza de mordida funcional está determinada por el tipo de comida que va a ser mordida, más que por la capacidad inherente de dicha fuerza. Shi (5) observó un incremento en la frecuencia del espectro de poder en el EMG de los músculos de cerrado mandibular a partir del 60% de la capacidad de fuerza de mordida y mostró que durante la fatiga, decrece el nivel de la fuerza. Estos últimos son hallazgos interesantes porque indican que el sistema masticatorio está diseñado sobre una base de economía del esfuerzo en la función.
También se han realizado estudios para explorar el papel de los impulsos sensoriales periféricos en la regulación de la función mandibular; dentro de ellos destaca el examen de los reflejos masticatorios(6-9) en los que, para evocarlos es necesario un cierto nivel basal de actividad muscular voluntaria, cuya revisión no se ha incorporado en la mayoría de estos estudios,(10) en este sentido Garcia-Moreira et al(11) propusieron que el análisis de la actividad muscular voluntaria, previa a la evocación del reflejo inhibitorio de los músculos maseteros, es de utilidad para calificar el control masticatorio y encontraron que los pacientes con disfunción de la articulación temporomandibular (ATM) requieren mayor tiempo para lograr y controlar una fuerza de mordida funcional o esfuerzo submáximo de oclusión (entre 40% y 60% de la capacidad máxima de mordida voluntaria) que los sujetos sin disfunción.
Desde la perspectiva de la odontología clínica se ha observado(3,12) que la ATM, junto con los músculos elevadores de la mandíbula son las primeras estructuras que reaccionan ante las maloclusiones dentales, y en particular ante aquellas relacionadas con la posición retruida de la mandíbula. Para el caso de los músculos, el principal indicador de reacción es el aumento del tiempo de contracción y sus efectos sobre el flujo sanguíneo, así como la permanencia de la actividad de los músculos elevadores de la mandíbula durante la fase de apertura; con la articulación el evento crítico es la transferencia de fuerza al disco que puede inducir degeneraciones internas probablemente seguidas de osteoartrosis.(3)
El dolor asociado con la disfunción de la ATM provoca la reducción de los movimientos mandibulares de lateralidad, protrusión y apertura;(13) sin embargo los sonidos articulares, aunque pueden implicar condiciones patológicas, también ocurren en sujetos sin historia u otros signos o síntomas de desórdenes articulares.(14) La disfunción de la ATM se ha relacionado además con una mayor prevalencia de anteposición de la cabeza.(15)
Debido a los problemas en el control, motor, los pacientes con parálisis cerebral (PC) a menudo presentan dificultades en la alimentación(16-18) así como disfunciones de la ATM.(19,20) Los hallazgos de Nakahima et al(21) señalan que estos pacientes tienen disminuida la fuerza de mordida y la eficiencia masticatoria, lo que sugiere la posibilidad de que el procesamiento de la información sensorial masticatoria esté perturbado o que ante la disfunción de la ATM existe una concomitante información sensorial anómala.
* Departamento de atención a la salud. Universidad Autónomo Metropolitana Xochimilco.
** Facultad de Ciencias. Universidad Nacional Autónoma de México