Los datos de la serie que muestran la distribución a lo largo de los meses, edad, síntomas y forma clínica, apenas difieren de los resultados encontrados en estudios similares. Los síntomas de presentación como fiebre alta, tos, disnea, anorexia etc. ayudan a reconocer a los pacientes más graves y que pueden precisar ingreso hospitalario. Se resalta ell hecho de que un 72% de los pacientes hubiera consultado previamente en el servicio de urgencias dado que es un dato a tener en cuenta para valorar el ingreso, ya que refleja la preocupación de las personas que siguen más de cerca la evolución del niño. Los 133 resultados positivos de los estudios microbiológicos, permitieron un diagnóstico etiológico en 99 pacientes (67%), cifras que se sitúan en los valores altos de estudios similares. Presentaron una infección viral demostrada 97 pacientes (66%). Los patógenos más frecuentes fueron el VRS aislado en 41 pacientes (28%) y el ADV en 30 (20%), lo cual coincide con los datos de otras series donde el VRS es el principal agente encontrado.
Hubo sólo 2 pacientes (1%) con diagnóstico bacteriano por hemocultivo. Hay que destacar que no hubo infección demostrada por Mycoplasma pneumoniae y que en estudios de años anteriores representaba un 16%, este dato, reflejado también en otros trabajos, podría estar en relación con una buena respuesta terapéutica en asistencia primaria. Los métodos de diagnóstico bacteriano, ya sean clásicos (hemocultivo, frotis etc.) o métodos rápidos (IFD, ELISA, etc.), no tienen la sensibilidad y especificidad que sus homólogos virales, a pesar de los esfuerzos que realizan algunos grupos. Los métodos diagnósticos bacterianos invasores, tales como biopsia, broncoscopia, etc. sólo están justificados en pacientes graves, ingresados en unidades de cuidados intensivos, inmunodeprimidos etc.
Los estudios microbiológicos no influyeron en la decisión inicial de tratar o no con antibióticos a los pacientes, conclusión que ya se había obtenido en estudios previos. Para cambiar esta situación, se precisa tener los resultados de una forma rápida y poco agresiva, condición que en nuestro estudio sólo presentaban la IFD, el látex a M. pneumoniae y los anticuerpos heterófilos para el virus de Epstein-Barr. Para los autores el diagnóstico etiológico, es el principal factor a tener en cuenta a la hora de iniciar, interrumpir o modificar el tratamiento antibiótico, como ocurrió en 25 pacientes (17%) de este estudio.
Escorihuela Esteban et al se cuestionan cuáles son los factores que se tienen en cuenta a la hora de justificar el uso de antibióticos en pacientes con infección respiratoria aguda basándose en criterios microbiológicos. Algunos de los signos y síntomas sugestivos de infección o sobreinfección bacteriana son: afectación del estado general, amigdalitis pultácea, otitis o rinitis purulenta, edad superior a 2 años, fiebre alta y mantenida con escasa respuesta a los antitérmicos habituales, intolerancia oral y/o vómitos, disnea o taquipnea y/o estertores en la auscultación pulmonar. En esta serie sólo la fiebre y la menor duración previa de los síntomas son hallazgos significativos en pacientes tratados con antibióticos. El cuadro clínico de bronquiolitis es menos tratado con antibióticos que el de neumonía, donde el riesgo de infección o sobreinfección bacteriana es alto.
Los autores concluyen que los criterios clínicos son útiles para tomar decisiones tales como ampliar estudios etiológicos, realizar análisis o iniciar un tratamiento antibiótico. Reactantes de fase aguda (velocidad de sedimentación, proteína C reactiva, trombocitosis, etc.) y leucocitosis con neutrofilia se han asociado, en algunos trabajos, a infección bacteriana, aunque no siempre de forma inequívoca. En este trabajo los valores de leucocitos y de neutrófilos fueron significativamente mayores en los pacientes tratados. Para los autores la importancia de este dato estriba en su facilidad de obtención. La radiografía de tórax normal predomina de forma significativa entre los pacientes no tratados, mientras que las imágenes de condensación lo hacen entre los tratados esto último se justifica como lo demostran otros trabajos dada la elevada frecuencia de sobreinfección. La lectura de la radiografía de tórax, no siempre definitiva, continúa siendo el método más fiable de diagnóstico de neumonía, por lo que sería deseable poder realizarla de forma habitual en atención primaria.
Con relación al empleo de antibióticos en atención primaria, se destaca que 45 de los pacientes (30%) estaban con tratamiento antibiótico cuando consultaron en urgencias. Se recomienda evitar utilizar los antibióticos como un elemento defensivo ante la falta de tiempo para explicar a los familiares las limitaciones y alcance de su uso.
En cuanto al tipo de antimicrobiano a utilizar, la amoxicilina o el cotrimoxazol son suficientemente eficaces para tratar a la mayoría de los niños con infección respiratoria aguda, especialmente si es de vías altas, ya que no suelen estar infectados por microorganismos resistentes y porque existe un porcentaje elevado de curación espontánea por tratarse fundamentalmente de procesos virales. Reservando otros agentes terapéuticos de un espectro antibacteriano mayor como amoxicilina-clavulánico, cefalosporinas de segunda-tercera generación, macrólidos, etc.) para los casos en donde se sospecha infección por microorganismos resistentes.
En síntesis los autores concluyen que es difícil indicar un tratamiento antibiótico basándose en criterios bacteriológicos; los criterios clínicos, radiológicos y analíticos pueden ayudar en la toma de decisiones.