El ahorro potencial de deslocalizar los estudios alcanza el 40%

Países emergentes... también en ensayos clínicos

Si bien la mayoría de los pacientes que participan en ensayos clínicos aún están localizados en el mundo más desarrollado, la tendencia se está invirtiendo hacia una mayor presencia en los países emergentes. No en vano, este tipo de deslocalización permite un ahorro del 40%.

En la última década se ha experimentado un crecimiento exponencial de los ensayos clínicos de fármacos en los países en desarrollo, y es que el ahorro potencial que genera es del 40%, resultado de un menor coste de personal, de reclutamiento de pacientes para los estudios y de gestión de datos. La cifra es nada desdeñable, teniendo en cuenta que desarrollar un fármaco cuesta en total unos 700 millones de euros.

Esta tendencia queda patente si se tiene en cuenta que el número de nuevos investigadores registrados en la base de datos de la agencia estadounidense del medicamento (FDA) ha aumentado de 988 en el periodo comprendido entre 1990 y 1992 a los 5.380 entre 1996 a 1998, dato que cuando menos se ha duplicado en la actualidad.

“Si bien la mayoría de los pacientes que participan en ensayos clínicos aún están localizados en el mundo más desarrollado, la tendencia se está invirtiendo hacia una mayor presencia en los países emergentes”, señala Lembit Rago, director de área de Calidad y Seguridad de Medicamentos de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Las regiones y países preferentes para llevar a cabo estos estudios con medicamentos son Europa del Este, Sudáfrica, Brasil, México, la India, China y el sudeste asiático.

Pros y contras

Entre las razones de esta tendencia destaca la mejora de la calidad de sus hospitales, la facilidad con la que se incorporan voluntarios para participar en estas pruebas, así como la existencia de patologías propias tanto de los países en vías de desarrollo como de los más industrializados.

El mundo emergente también cuenta con profesionales sanitarios cada vez mejor formados y especialmente centrados. “El investigador en los países en vías de desarrollo está más motivado para hacer ese trabajo porque el dinero que se le ofrece es más importante en términos relativos que el que se obtiene en los países occidentales”, asegura Rago.

No obstante, este experto de la OMS también cree que aún existen diferencias a la hora de equiparar la calidad de los estudios clínicos en términos científicos —en cuanto a que son necesarios más recursos económicos y un mayor número de investigadores— y en el ámbito de la ética. “Lo que es ético en Washington puede no serlo en Papua-Nueva Guinea porque hay muchos elementos culturales que intervienen”, señala Rago, quien añade que “si los pacientes no entienden de manera adecuada qué se les está haciendo, simplemente porque son analfabetos, hay que dar un mensaje oral claro”.