Realidad dramática

Mueren 1000 chicos por año por cardiopatías que se pueden tratar

Con la crisis de 2001, las prácticas en los hospitales públicos se atrasaron 10 años

Cada año, en la Argentina mueren 1000 chicos con enfermedades congénitas del corazón debido a que dentro del año de vida no pueden acceder a la intervención quirúrgica que les salvaría la vida en el 95% de los casos.

"En el país se debería operar a 3000 chicos por año, pero se operan 2000 porque la oferta en los hospitales públicos de alta complejidad es menor que la demanda. A causa de esto, 1000 chicos mueren en el país porque no acceden al tratamiento, cuando se podría evitar. Esta es la realidad", afirmó a LA NACION el doctor Horacio Capelli, jefe de Cardiología del Hospital Garrahan.

De 7000 bebes que nacen, dos de cada tres sufren alguna malformación cardíaca congénita y necesitan cirugía; la mitad de ellos, dentro del primer año de vida. Es por esto que, junto con el doctor Guillermo Kreutzer, ex jefe de Cirugía Cardiovascular del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez, Capelli insistió en denunciar una realidad que desde hace cuatro años no encuentra solución.


A partir de 2001


A fines de 2001, la atención cardiovascular infantil parece haber cambiado instantáneamente en los hospitales públicos. "De usar dispositivos, insumos y equipamiento importados, pasamos a no poder reponerlos. Las prácticas con dispositivos modernos, que permitían tratar defectos simples por medio del cateterismo, se derrumbaron como el presupuesto, que se redujo a un tercio en pesos –señaló Capelli–. Muchos de los chicos programados en el Garrahan tuvieron que ingresar en listas de espera quirúrgicas y tuvimos que volver a usar un procedimiento que es correcto, como la apertura del tórax, pero más cruento e invasivo. Es ese sentido, sentimos el impacto: tuvimos que cambiar un crecimiento que veníamos construyendo para volver a las prácticas de los años 80."

Según el doctor Horacio Faella, jefe de Hemodinamia del Garrahan, la crisis de 2001 "fue un retroceso para la cardiología infantil en la disponibilidad de medios". Hoy, puso como ejemplo, en muchos centros de salud "no se reparan los problemas de comunicación interauricular, la segunda de las afecciones más frecuentes de las cardiopatías congénitas, que se puede hacer por la ingle, con 24 horas de internación y sin cicatriz, porque el dispositivo necesario es muy caro".

Esos chicos se derivan a cirugía. "Esto, sólo, ya es un atraso terrible –dijo Faella–. El problema es serio: en los hospitales públicos la demora quirúrgica es de un año y para los cateterismos, de 3 a 4 meses por la gran cantidad de pacientes; además, la disponibilidad es muy pequeña."

Para el doctor Kreutzer, este escenario plantea "un problema de conciencia muy grave –dijo–. Las autoridades de todos los gobiernos actúan desde atrás del escritorio y nunca enfrentan a una madre, que se desarma cuando uno tiene que decirle que su hijo no tiene turno hasta dentro de un año".

Este panorama se presenta, como confirma la mayoría de las conferencias en el IV Congreso Mundial de Cardiología Pediátrica, que presiden Capelli y Kreutzer, cuando los adelantos en el manejo del diagnóstico, la cirugía y el posoperatorio pediátricos son asombrosos. Basta mencionar, la gran cantidad de cirugías fetales que se hacen a través de la panza de la mamá.

"Se necesita elaborar un plan racional del uso de los recursos –dijo Capelli–. La Argentina está atrasada 10 años en el equipamiento de las terapias intensivas de las maternidades, de la recuperación cardiovascular neonatal, de los quirófanos, de los métodos de diagnóstico y del cateterismo."

Ese plan racional podría incluir la habilitación de la ampliación de la sala de terapia intensiva del hospital Gutiérrez, que se terminó de construir en 2000 y sigue sin ser habilitada por falta de enfermeras. O del uso vespertino del quirófano cardiovascular montado con la ayuda de fundaciones y empresas privadas que permanece ocioso en esas horas por falta de anestesistas, enfermeros y perfusionistas para los pacientes en lista de espera.

"En cuanto a materiales descartables para cirugía estamos mejor que nunca, pero se piensa que hay que disminuir el gasto público con menos cantidad de empleados, lo que incluye a las enfermeras –señaló Kreutzer–. El problema es que la salud pública, como la educación, en la Argentina no es una prioridad."


Propuesta de solución


Para el doctor Pedro Marantz, jefe de Cardiología Pediátrica y Fetal del Hospital Italiano de Buenos Aires, "sin importar el hospital que sea, hay muchos centros en Buenos Aires que pueden operar a esos 1000 chicos que se mueren por año porque no pueden recibir una medicina que está disponible –dijo–. Se necesitaría un compromiso social, del Estado o de fundaciones, para que esos pacientes sean tratados. Hay que buscar una salida inteligente para que puedan sobrevivir. Esas intervenciones no le salen gratis al Estado y en esos hospitales los costos son similares a los de los centros públicos".

Por Fabiola Czubaj
De la Redacción de LA NACION