Conflictos

El 46% de la población con presbicia no lo quiere admitir

Reacciones psicológicas ante el deterioro de la visión.

La vinculación de los problemas de vista cansada con la idea de la aparición de los primeros síntomas del envejecimiento impide a muchos afectados reconocer esta anomalía visual y acudir al especialista.

Un 46 por ciento del total de la población española mayor de 40 años no sabe que tiene presbicia o decide, por motivos psicológicos, ignorar la aparición de esta anomalía visual, justo el grupo de población que en mayor o menor medida más padece los síntomas de la vista cansada. Esta es una de las conclusiones que se desprende del estudio Gallup, que ha valorado sociológicamente la situación de la presbicia en España para la asociación Visión y Vida.

Pero el diagnóstico de esta patología supondría un importante problema para la calidad de vida de un 30 por ciento de los encuestados que declararon no tenerla, aun padeciéndola, y es que para más de la mitad de los españoles con vista cansada, la aparición de esta disfunción visual les supuso un problema psicológico.

Repercusión psicológica

El 47 por ciento de los participantes sin presbicia manifestaron que descubrir que la padecen constituiría  un problema, aunque otorgaron distintos grados de importancia. Para el 14 por ciento les supondría un dilema psicológico muy importante, por algunos conceptos relacionados con la aparición de los primeros signos del envejecimiento, la estética y la moda.
Entre los que no negaron tener presbicia, la proporción de quienes señalaron  que el diagnóstico supuso en mayor o menor medida un contratiempo en su vida es superior a la mitad (el 52,1 por ciento).

Cuatro de cada diez entrevistados (36,8 por ciento) declararon no padecer ninguno de los síntomas habituales y, aunque un 14,5 por ciento sufrían dos o más síntomas asociados propios de esta patología, insistían en no padecer esa anomalía visual.

Los síntomas más mencionados por los participantes y en los que se dieron mayores porcentajes fueron: la dificultad para leer o para enhebrar una aguja (23 por ciento), el emborronamiento de las imágenes (21 por ciento) y la necesidad de alejar la lectura y los objetos para verlos con nitidez (18 por ciento).