Pilar Ferreyra
Doña Delia tiene 82 años y 18 nietos pero todavía recuerda con cariño anécdotas vividas con su abuelo paterno. El que todos los veranos alquilaba un taxi para adelantar un día las vacaciones de sus cuatro amadísimos nietos impecablemente vestidos en linón de hilo, puntillas y zapatos blancos para corretear entre los espinillos cordobeses. Apenas arrancaba el auto promovía la libertad: "Sáquense los zapatos y asomen los pies por las ventanas".
Para muchos abuelos, la llegada de los nietos es un aporte de vitalidad, alegría y dinamismo. Como dirían los especialistas, un estímulo cognitivo, psíquico y emocional. Así lo prueba el estudio estadounidense Todo en familia: El impacto de cuidar a los nietos para la salud de los abuelos de reciente publicación. La investigación tomó a 12.872 personas de entre 50 y 80 años para saber cómo influye el cuidado de los nietos en su salud.
"En las auto evaluaciones, las abuelas respondieron que su salud mejora cuando ejercen esas tareas y los abuelos señalaron que cuando están con sus nietos hacen más ejercicio, se mueven más", le contó a Clarín la socióloga Linda Waite, directora del Centro de Envejecimiento de la Universidad de Chicago y una de las autoras del estudio.
Aquí no hay un estudio cuantitativo que explique los beneficios de esta relación, pero los especialistas coinciden en que si los abuelos tienen buena salud física y mental, deciden ese cuidado con libertad (no por obligación) y disponen de tiempo para hacerlo, la experiencia es positiva.
"Todo depende de las posibilidades económicas e intelectuales y de la salud física y psicológica. Ningún abuelo con deterioro cognitivo puede hacerse cargo si requiere ayuda para su propio cuidado", enfatiza la socióloga Liliana Gastrón, directora del doctorado en Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad Nacional de Luján. (Ver No más...).
Una de las quejas más frecuentes de los mayores es el vacío que sienten cuando se jubilan y los hijos se van de casa. "Debido a esa pérdida de roles (que les produce una sensación de inutilidad e infelicidad), conviene que se mantengan ocupadas y que sustituyan las tareas que ya no pueden hacer", indicó la psicóloga Nélida Rodríguez Feijoó, investigadora del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Psicología Matemática y Experimental (CIIPME), del Conicet.
Para la psicóloga y presidenta de la Asociación Interdisciplinaria en Gerontología, Mercedes Labiano, la salud de las abuelas mejora cuando cuidan de sus nietos siempre y cuando eso les guste y no lo vivan como una carga. "Eso puede ocurrir si se les exige demasiado tiempo o si deben dejar otras actividades".
En el mismo sentido, la psicóloga Emma Marazza, docente e investigadora de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Tucumán advierte que en la medida en que los abuelos no convivan bajo el mismo techo, la relación con los chicos les aporta beneficios. "Cada uno -abuelo y abuela-, tiene actividades y placeres diversos según los roles asignados por la cultura: la abuela se hace cargo de lo maternal (cocina, ropa, higiene) y el abuelo suele encargarse de los paseos, compras, deportes. Pero no hay divisiones estrictas por género, sobre todo considerando que ahora los dos tienen actividades laborales y comparten las domésticas".
Apelando al sentido común, los expertos manifiestan que la edad no es un parámetro rígido. Puede darse que un abuelo de 70 años se sienta mejor física, psíquica y espiritualmente que otro de 50. Las personas envejecen de muy distinta manera. No obstante, el investigador en psicogerontología de la Universidad Nacional de Mar del Plata, Enrique Lombardo, observa que "con la pérdida de agilidad aumenta el riesgo de sufrir accidentes" y que no sólo se deben tomar en cuenta las posibles limitaciones físicas sino también aspectos anímicos y motivacionales. "El primer criterio que tendrían que seguir los padres es no transformar el rol de abuela en el de niñera. La abuela puede ser lo que llamamos un cuidador informal pero no uno formal. Esto, incluso, debiera ser tomado en cuenta por las abuelas", concluye.
"Yo les doy libertad, los padres ponen límites"
Beatriz Suárez, con Santiago y Mateo
"Yo creo que cuidar a mis nietos debe influir en mi vitalidad. A veces no puedo creer la actividad física que hago para la edad que tengo. Pero a mí me gusta cuando jugamos en el piso. Cuando gateamos los tres. Ellos corren atrás mío, yo corro atrás de ellos". Beatriz Suárez (56) parece estar jugando con Santiago (4) y Mateo (1) -sus dos nietos- cuando narra qué es lo que más le gusta hacer con ellos. Los tres rubios, los tres de ojos claros. Santiago: un conversador único.
-"¡Dale, Santiago, dale un juguete a Mateo", pide la abuela.
-"¡Este!.... ¡¡Este no porque lo aplasta así!! (cierra su mano tamaño minúsculo). ¡No, éste no Mateo porque me lo rompés!", dice Santi que parece salido de un cuento infantil moderno. De esos de Emma Wolf o Graciela Montes. No le falta nada. Tiene chispa, onda, palabras y además, la hace reír mucho a la abuela.
"Una mamá es diferente que una abuela. No le dedicás todo el tiempo como los padres, ni tenés que castigarlos y ponerles límites. Una abuela da libertad y los padres están para poner límites. Claro que si estás muchas horas con ellos las limitaciones llegan solas", dice Beatriz.
Beatriz y su esposo, Ricardo (56), no viven con Ricardo (28) y Celeste (27), los padres de los nenes. Pero todos los lunes, miércoles y jueves ella retira a Mateo del jardín maternal al mediodía. Y poco antes de las seis, a Santiago. Los tres se van a lo de los abuelos a jugar hasta que la luna motea el cielo. "Estar con mis nietos me reconforta el espíritu. A veces me canso pero no dejaría de hacerlo por nada en el mundo", dice Beatriz. "El día en que no los veo, los extraño"
Antonio Lattanzio, con Juan Cruz y Lisandro
"Lo que me pasa con mis nietos es indescriptible. El día en que no los veo los extraño". De este modo caracteriza Antonio (Tony) Lattanzio (52) la forma en que sus nietos le llegan al corazón: ¡de un flechazo!
Vive en Hurlingham con Patricia Moya (49), con quien se casó hace treinta años. Religiosamente, todos los martes y miércoles a las 12.30 pasan a buscar a Juan Cruz Gusso (6) y Lisandro (2), sus dos nietos, a la salida de la escuela. "En el auto vamos cantando alguna canción futbolera porque el más grande es un loco de la pelota", dice.
¿Qué rol debieran cumplir los abuelos?
"Los abuelos están para mimar a los nietos, malcriarlos y consentirlos. No sabía que ser abuelo era algo tan especial. Yo me tiro al suelo, juego con ellos a la pelota, corremos, andamos en bicicleta. Lo llevo a Juan Cruz a la plaza. No me lleva él a mí, ¿se entiende?", así grafica la juventud que le devuelve el milagroso encuentro. Pero no les pidan que cabeceen
Eliana Galarza
egalarza@clarin.com
Como en cualquier rol que se ejerce en la vida, lo bueno es asumirlo sin presiones. Si de hijo fastidiaban las exigencias, y de padre asustaban las responsabilidades, por qué de abuelo no existirían puntos de conflicto. ¿Dónde está escrito que todos los abuelos tienen que morirse de ganas por cuidar a sus nietos? Cuando lo quieren hacer es bueno para ellos y para los nenes. Pero si no pueden, mejor dejarlos tranquilos. Proyecto Abuela
"La inclusión de las abuelas puede ayudar al éxito de programas de nutrición, salud y desarrollo comunitario", dice un documento de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, según su sigla en inglés). Con la ayuda de la ONG Proyecto Abuela, intenta cumplir con ese objetivo.
No más de cuatro horas diarias
Pocas veces como en esta investigación sobre los beneficios que representan para los abuelos y abuelas el cuidado de los nietos, los especialistas consultados enumeraron una lista -también muy larga- de limitaciones que debieran considerarse.
Una de las primeras advertencias es que no se puede obligar a los abuelos a cuidar de sus nietos por el solo hecho de que son sus abuelos. Deben tener la libertad de elegir si quieren hacerse cargo de cuidarlos o no.
Además, en el caso de las mujeres, no se las debiera presionar a sentir un deseo gigantesco por disfrutar de sus nietos. "Es muy común escuchar a mujeres que son abuelas que, cuando no pueden o no desean cuidarlos por alguna razón, se sienten cuestionadas. Debido a su condición de género, los otros las naturalizan en esa función y si no cumplen, las critican", analizó Irene Fridman, co-directora del Programa de Psicoanálisis y Género de la Asociación de Psicólogos de Buenos Aires.
No es posible obligar a nadie y menos a un abuelo o una abuela -que puede estar cansado y sentirse vulnerable física y mentalmente- a que ejerza su rol. Aunque existen casos de ancianos pobres que dejan de comprar sus medicamentos para alimentar a sus nietos. Un acto de amor no debiera estar acompañado de un costo tan alto.
La edad es otro factor que pesa. Para el médico geriatra Félix Eduardo Nallim, presidente de la Asociación Gerontológica Argentina, "los abuelos y abuelas de 50 a 70 años suelen tener suficiente energía para relacionarse activamente con sus nietos". Claro que todo depende de su estado físico y psicológico. "A mayor edad (70 a 80 y más), las exigencias deben disminuir, sobre todo aquellas que signifiquen un riesgo físico (hacer upa mucho tiempo), o que puedan afectar el aparato locomotor de los mayores".
Otra variable a tener en cuenta es la cantidad de tiempo que les pueden dedicar. Y aunque ése es un tema que no puede establecerse con rigidez porque depende de cada caso particular, el geriatra Nallim aconseja un período no mayor de cuatro horas diarias. O la misma carga horaria pero día por medio. "Lo ideal, tanto para ellos como para los nietos, es compartir con los abuelos maternos y paternos el cuidado de los chicos, para no agotar ni el físico ni la paciencia y evitar que la "tarea" se transforme en una carga y no se viva como un acto gratificante", aconseja Nallim.
Cuidar no es lo mismo que criar
Margarita Murgieri Geróntologa de la SAGyG (*)
El cuidado de los nietos por sus abuelos durante algunas horas al día es beneficioso si la decisión de hacerlo es libre. En ese cuidado el anciano puede plasmar su necesidad de trascendencia en los otros. Pero esa tarea deseada, electiva y a tiempo parcial, no es la misma cuando se intercambian los roles de padre o madre. Eso podría ocasionarles agotamiento o estrés crónico. Cuidar no es igual a "criar". Al ser sometidos a esa presión se coarta su espacio personal, tiempo de ocio, intimidad, posibilidades de desarrollo y crecimiento.
Existen además situaciones complejas con familias monoparentales, padres separados o niños abandonados donde el desequilibrio del sistema familiar requiere un arduo trabajo psico-social. En todos los casos se debe fomentar la solidaridad intergeneracional que permita un intercambio mutuo y equilibrado de ayuda. De los hijos a los padres y viceversa.
(*) Sociedad Argentina de Gerontología y Geriatría