Por: Mariana Iglesias
Los hijos de padres fumadores tienen el doble de posibilidades de tener alergias que los chicos de padres que no son adictos al cigarrillo. Es la conclusión principal de un equipo de científicos que se tomó cinco años para investigar el tema.
Los investigadores del Instituto Karolinska de Estocolmo, Suecia, eligieron a 2.500 niños para seguir su crecimiento y así poder evaluar las posibles consecuencias del tabaco en sus cortas vidas. Para lograrlo, hicieron que los padres de los pequeños contestaran un cuestionario en distintos momentos: cuando sus hijos tenían dos meses y luego uno, dos y cuatro años.
Además, los científicos tomaron muestras de sangre de todos los chicos en las distintas etapas. Eso los llevó a determinar que los nenes que vivían en hogares donde había humo tenían niveles por encima de lo normal de Inmunoglobulina E (IgE), que es una sustancia que libera el sistema inmunológico cuando una persona se encuentra expuesta a un factor nocivo. La IgE es justamente la responsable del desencadenamiento de las reacciones alérgicas.
Otra de las conclusiones del equipo del Karolinska es que el 20 % de los padres encuestados fumó luego del nacimiento del bebé, y que el 4 % de los chicos tiene ambos padres fumadores. Además, el 25 % de los chicos mostró altos niveles de IgE a los 4 años, y el 15 % resultó alérgico a los alergenos inhalados en el humo de los cigarrillos.
En definitiva, lo que comprobaron los investigadores es que en comparación con los hijos de los no fumadores, los chicos expuestos al humo durante la niñez tienen el doble de probabilidades de ser alérgicos a sustancias inhaladas y casi un 50 % más de probabilidades de ser alérgicos a determinados alimentos.
Es posible que el humo de segunda mano impulse la inflamación en la cubierta de las vías aéreas de los niños, lo que los haría sensibles a las sustancias que provocan alergia, según publicaron los investigadores -dirigidos por la doctora Eva Lannero- en la publicación Thorax.
"Sí, estoy absolutamente de acuerdo con los resultados de la investigación", dice a Clarín Samuel Azar, coordinador de la Red de Alergias de los hospitales porteños. "Los hijos de los fumadores, además, tienen disminuida su función respiratoria. Tienen menor capacidad respiratoria, y eso los perjudica no sólo para hacer actividad física o deportes, sino hasta para respirar normalmente. Los chicos que vi ven en ambientes con humo y que son fumadores pasivos, también tienen mayor riesgo de tener asma, rinitis, otitis. Y mucho antes, desde el embarazo, las mujeres que fuman tienen más posibilidades de sufrir un aborto o de que sus hijos nazcan con bajo peso", agrega Azar.
"Está claro que los hijos de los fumadores, por ser fumadores pasivos, tienen la IgE más alta. Y ese aumento predispone a que los chicos que tienen la IgE elevada tengan más posibilidades de tener alergias. Por otro lado, los hijos de los fumadores viven en un ambiente de humo que aumenta la hiperreactividad bronquial. Por eso, ante un niño que es alérgico lo primero que se debe hacer es controlar el medioambiente en el que vive", explica a Clarín Anahí Yáñez, directora médica de la Fundación CIDEA (Investigación y Difusión de las Enfermedades Respiratorias y Alérgicas).
Natalio Salmún, presidente de Fundaler (Fundación para el Estudio del Asma y otras enfermedades Alérgicas), dice que "el tabaco es un factor de irritabilidad de las vías respiratorias, que tiene una acción broncoconstrictora. Los hijos de los fumadores, al estar expuestos al humo en forma pasiva, es como si fumaran dos o tres cigarrillos al día. El cigarrillo y el tabaco son factores predisponentes para que los chicos tengan alergias".
Cuando la vida se hace humo
Según datos locales, en el país, del total de muertes registradas, 6.000 corresponden a fumadores pasivos.
Se estima que cada argentino que fuma consume 495 cigarrillos al año. La mayoría de los fumadores son jóvenes, quienes suman 500 nuevos consumidores por día a la estadística.
El cigarrillo, se sabe, hace mal. Las patologías inherentes a su consumo son muchas. Algunas de ellas: enfermedad pulmonar obstructiva, neumonía, bronquitis, enfermedades gástricas y también cardiovasculares.
El tabaco, además, provoca cáncer cervical, de pulmón, de estómago, de esófago, de cuello uterino, de riñón y de páncreas; osteoporosis; menopausia precoz y problemas dentarios y en la piel.