Un equipo único en América del sur

Los anestesiólogos ahora pueden ensayar en un "paciente artificial"

Un simulador reproduce las respuestas humanas y las complicaciones en el quirófano.

Fuente: La Nación

Por Fabiola Czubaj 

En el quirófano, los cirujanos aguardan la indicación del anestesiólogo para empezar a trabajar.

"¿Cómo está, señor? Vamos a empezar con una sedación y a hacer que no sienta dolor", le dice el especialista al paciente sobre la camilla, mientras monitorea los signos vitales en una pantalla. "Ahora se va a dormir un poquito más. Piense en algo lindo...", le sugiere. Recién entonces, permite que el resto del equipo se ponga manos a la obra.

De pronto, surge una complicación. La lengua del paciente traba la entrada del tubo que se utiliza para completar la anestesia y controlar la ventilación durante la intervención. "¡No puedo hacerlo!", avisa en voz alta el anestesiólogo. El monitor de signos vitales revela una arritmia cardíaca incipiente y problemas con la oxigenación.

En medio de la tensión que transmite el resto del equipo con una serie de preguntas, una maniobra rápida resuelve el problema y estabiliza al paciente. "Se me complicó la intubación endotraqueal por empezar rápido", argumenta sin más detalles el encargado de la sedación.

"Hay que estar muy entrenado para hacerlo bien", afirma a modo de conclusión el doctor Marcelo Campos frente a una sala repleta de periodistas, que siguieron en directo el imprevisto quirúrgico en un quirófano montado especialmente para un simulador único en América del Sur. Desde ahora, los médicos anestesiólogos podrán utilizarlo para entrenarse en el manejo adecuado de las complicaciones del uso de la anestesia.

Se trata de un maniquí de 1,70 metros al que se le dilatan las pupilas, se le pueden escuchar los latidos, abre y cierra los ojos, respira con movimiento torácico, tiene pulso y presión sanguínea, sangra y reproduce todas las respuestas humanas a la anestesia y la reanimación.

Este simulador automático de un paciente adulto (también está la versión infantil) funciona en un quirófano montado en la sede que la Asociación de Anestesia, Analgesia y Reanimación de Buenos Aires (Aaarba) tiene en el barrio de Caballito.

Desde una sala contigua al quirófano, detrás de un cristal espejado, un bioingeniero opera el simulador a distancia con un software especial. Controla cada respuesta del maniquí al trabajo del médico; provoca complicaciones metabólicas, cardíacas o neurológicas en el paciente artificial, y realiza un seguimiento detallado de los tipos, las dosis y los efectos de los fármacos administrados. Para eso se utiliza un sistema de balanzas de alta precisión y de lectura de códigos de barras.

"Con el avance de la tecnología, tuvimos que incorporar un nuevo simulador -señala el doctor Carlos Carbajal, presidente de la Aaarba-. Es una herramienta que permite el entrenamiento en tiempo real de los estudiantes, pero también de los médicos anestesiólogos que quieren actualizarse en distintas complicaciones que se producen cada mil o diez mil cirugías."

Más realismo aún

Un kit de accesorios, como pieles artificiales con quemaduras y heridas, y un sistema de bombas le suman aún más realismo al escenario. El operador puede, por ejemplo, provocar una hemorragia y sus complicaciones durante una operación.

En definitiva, el quirófano actúa como una cámara Gesell para evaluar cómo los estudiantes o los médicos responden a una situación crítica para un paciente, pero también al estrés y la ansiedad de lo inesperado. Sólo por un convenio con la Universidad de Buenos Aires (UBA), más de 400 estudiantes de la carrera de anestesiología practicarán el año que viene con el flamante simulador fabricado en los Estados Unidos y que cuesta unos 500.000 dólares.

"Cuando un profesional no cuenta con esta herramienta para su formación, va directamente al terreno -precisa Campos, que es vicepresidente de la Aaarba y subdirector de la carrera de la UBA-. Es una herramienta extraordinaria que mejora la seguridad del paciente."

Y sobre los usuales temores a la anestesia, afirma: "La anestesiología se volvió muy segura porque existen mecanismos de monitoreo para adelantarnos a cualquier problema. También mejoraron los fármacos que usamos: hoy es muy grande el rango entre la dosis necesaria para el efecto deseado y la dosis tóxica para el organismo. Además, se metabolizan muy rápido y se puede suspender la administración para eliminarlos rápido de la sangre".


Presentaron el primer simulador de paciente humano

Unico en Sudamérica, el robot posee pulso, respira y dilata sus pupilas, para que médicos y anestesiólogos se capaciten en cirugías.
 
El simulador fue creado para capacitar a anestesistas a resolver situaciones adversas que pueden presentarse durante una intervención quirúrgica. 

Un simulador de paciente humano a escala real -que tiene pulso, respira y dilata sus pupilas- capacitará a anestesistas en la Asociación de Anestesia, Analgesia y Reanimación de Buenos Aires para resolver situaciones adversas que pueden presentarse durante una intervención quirúrgica.

El simulador, único en Sudamérica, es un maniquí que cuenta con un software altamente sofisticado y muy versátil -comandado por el bioingeniero paranense Julio Barrientos-, que refleja a través de su manipulación en un quirófano montado especialmente para su uso, todas las respuestas humanas a los problemas que pueden aparecer en una cirugía a chicos o adultos.

El simulador funcionará en la sede de la Asociación, en Aranguren 1323 de Capital Federal, y en el lapso de un año podrá capacitar a unos 400 anestesiólogos residentes y especialistas que intervienen en operaciones quirúrgicas en la Ciudad de Buenos Aires y en el territorio bonaerense.

"Este simulador permite recrear cualquier situación intraoperatoria, con la ventaja de poder representar los fenómenos como si estuviesen sucediendo en un ser humano real en tiempo real", dijo Marcelo Campos, vicepresidente de la entidad y subdirector de la Carrera de Médico Especialista en Anestesiología de la Unidad Académica de la Universidad de Buenos Aires.

Durante una demostración a la prensa, tres profesionales modelaron una típica situación de quirófano, logrando transmitir la tensión de dificultades como colocar un tubo flexible en la tráquea para venteo de aire, con un obstáculo habitual, como la rigidez de la lengua, impuesta al muñeco desde el panel de control.

En una cirugía virtual, los asistentes pudieron tantear el pulso en muñeca y empeine, auscultar los pulmones, ver programar los latidos y hasta medir la presión arterial, así como la administración de drogas, a través de un código de barras que le dice al sistema qué se le está suministrando.

"Se le pueden programar situaciones específicas que pueden suceder durante una cirugía, como un sangrado o una baja de presión arterial en pacientes críticos", dijo Campos.

"Es muy importante poder hacer estas prácticas en el campo de la anestesiología porque agilizan las respuestas ante situaciones críticas y aportan además, una experiencia muy valorable para el profesional", enfatizó Campos, quien informó que el sistema costó medio millón de dólares.

La cantidad de droga suministrada -agua destilada marcada con distintos códigos de barra- en un paciente con características que se quieren investigar y que fueron previamente cargadas en el programa central del simulador, permite ver a través de una pantalla la reacción de las mismas en el organismo, a través de una medición en el "cuerpo" con una balanza de alta precisión.

Signos vitales

El maniquí, cuyos fabricantes estadounidenses están vinculados a los simuladores aéreos, muestra en forma realista signos vitales como el sonido del corazón, la respiración con los abdominales y tórax desplazándose, pulsos palpables y permeabilidad de las vías respiratorias, que son acopladas dinámicamente junto con modelos matemáticos de farmacología y fisiología humana.

La simulación va recorriendo las distintas etapas desde el comienzo, con la inyección de un hipnótico y un relajante de músculo liso, para establecer la ventilación adecuada.

La Asociación de Anestesistas, cuyo presidente es Carlos Carbajal, proyecta ampliar programas pedagógicos ya que, según los especialistas, la constante formación es lo que ha permitido pasar a los anestesistas desde el no pretendido primer puesto a un séptimo lugar, en demandas de mala praxis.

"Lo principal es que todas estas herramientas que proporciona el simulador, hace que se pueda entrenar al anestesiólogo -médico que hace la residencia en la especialidad- ante situaciones adversas que pueden ocurrir en el quirófano, sin ningún riesgo para el paciente", enfatizó Campos.