Lo recomiendan dos estudios

Adelantar al máximo la terapia contra el VIH

La medicación contra el VIH debe recibirse lo antes posible.

 20th Conference on Retroviruses and Opportunistic Infections

 
Dos estudios no relacionados (uno con 68 personas, otro con cinco) apuntan en la misma dirección: ante la sospecha de estar infectado, empezar a tomar el cóctel antirretroviral es lo mejor, porque se consigue o bien inutilizar el virus que queda en el organismo, o que los reservorios donde se refugia sean mínimos.
 
Los ensayos van, precisamente, en la línea del trabajo más mediático que se ha presentado hasta ahora, el de la niña supuestamente curada. En su caso comenzó a recibir el tratamiento a las 30 horas de nacer, que fue el momento en que se supone que su madre le transmitió el virus.

Un estudio con adultos se llevó a cabo en Tailandia y contó con 68 personas diagnosticadas con una infección por VIH muy reciente. El inicio inmediato de la terapia se relacionó con un reservorio de tamaño muy pequeño o incluso indetectable de ADN del VIH. Esta característica también se observa en los denominados ‘controladores de élite’ (personas que viven con VIH pero mantienen una carga viral baja o indetectable de forma constante sin necesidad de tratamiento antirretroviral).

El otro estudio examinó las características virales de cinco adolescentes que se infectaron por VIH al nacer y comenzaron a tomar tratamiento antirretroviral en sus dos primeros meses de vida. Fue imposible detectar niveles de ADN del VIH capaz de replicarse en ninguna de estas personas.

¿Qué pasa con las personas que iniciaron el tratamiento cuando su infección por VIH ya era crónica? En estos casos, la noticia no es tan buena. Los investigadores descubrieron grandes reservorios virales en las personas que habían estado tomando una terapia antirretroviral supresora incluso durante diez años. Las personas participantes en este estudio empezaron el tratamiento cuando su recuento de CD4 estaba en torno a las 200 células/mm³, un dato que sugiere que habían vivido con VIH durante cierto tiempo.

Los reservorios virales descendieron en el trascurso de la terapia eficaz, pero siguieron siendo detectables. La mayor edad y la mayor viremia basal fueron factores relacionados con la presencia de reservorios virales de mayor tamaño.

Estas evidencias científicas se apuntan al auge de la denominada profilaxis posexposición (dar tratamiento después de una situación de riesgo) que ya se usa con personal sanitario que se pincha accidentalmente y, en algunos sitios, con personas que saben que han estado expuestas por una relación sexual sin protección. La diferencia es que se van acumulando pruebas de lo que pasa: los análisis a los que se sometió a los participantes en estos ensayos no eran los habituales para saber si estaban infectados, que miden la aparición de una respuesta inmune. En este caso se buscó directamente ARN viral y se midió su presencia en ganglios y otras células del sistema inmunitario donde le virus se integra y queda latente.
 
Estos ensayos tienen una clara lectura práctica, pero también sus inconvenientes. Lo primero es que hay que hacerse la prueba cuanto antes. Aunque no se consigan resultados tan buenos, la evolución posterior de la infección es mejor cuanto antes se empiece a controlar. Esto choca con la realidad: se calcula que en el mundo la mitad de las personas con VIH no saben que están infectadas. Y esto no es solo una cuestión de riqueza o pobreza: en España, donde la prueba es gratis, la proporción está alrededor de 40%.

La segunda lectura es económica. Actualmente, las guías clínicas recomiendan empezar a medicar cuando el sistema inmunitario ha sufrido un cierto deterioro. Esto se hace porque se considera que hasta entonces se puede vivir sin tratamiento, y porque se ahorra tiempo: una vez se empieza con la medicación, no se puede dejar. Y si en países pobres la combinación estándar puede conseguirse por unos 400 dólares al año, en los ricos esta puede costar 8.000 dólares o más. En el mundo hay unos 8 millones de personas en tratamiento, pero más de 30 millones infectados. Aunque solo la mitad lo sepa, habría que duplicar el número de personas medicadas.