Varios artículos aparecidos en el último número de "The New England Journal of Medicine" revelan los prometedores resultados obtenidos por distintos grupos de Estados Unidos cuyo fin era que receptores de trasplantes renales no necesiten seguir un tratamiento con fármacos inmunosupresores de por vida.
Por un lado, investigadores de la Universidad de Stanford describen un caso en que el receptor, que recibió el riñón de su hermano, lleva 34 meses sin necesitar inmunosupresores.
En este caso se da la circunstancia de que el riñón del donante tenía un algo grado de compatibilidad con el receptor.
El procedimiento desarrollado por el equipo del Dr. Samuel Strober implica inyectar en el receptor células del donante, lo que estimula el aumento de los niveles de linfocitos T reguladores, células que actúan como "pacificadores", impidiendo que se produzca el rechazo inmunológico.
Tras el trasplante, el paciente recibió tratamiento inmunosupresor durante un tipo, y a los 6 meses de la intervención ya pudo abandonar el tratamiento. Según explican los autores, su sistema inmunólogico contiene la mitad de las células inmunitarias de su hermano donante. Su organismo cree, por lo tanto, que el riñón recibido es propio y por ello no lo ataca.
Se trata del caso que mayor éxito ha conseguido el equipo de Standord, pues seis pacientes trasplantados anteriormente no ha podido abandonar el tratamiento inmunosupresor. Al respecto, apuntan que el grado de compatibilidad entre donantes y receptores no era tan elevado como en el caso descrito.
Otro de los artículos viene firmado por médicos del Massachusetts General Hospital de Boston y de la Harvard Medical School. Muestran los resultados obtenidos en cinco pacientes que recibieron un riñón de un familiar. Cuatro de ellos ya no requieren terapia inmunosupresora. El responsable de esta investigación, David Sachs, declara que "es la primera vez que la tolerancia en una serie de trasplantes emparentados ha sido inducida intencionalmente con éxito".
Del mismo modo que en el caso de Stanford, en primer lugar la médula ósea del receptor fue parcialmente destruida, y posteriormente recibió células del donante, con lo cual su sistema inmunológico estaba constituido por una mezcla de células de ambos.
Un tercer artículo, este firmado por médicos australianos de la Universidad de Sydney, describe el caso de una niña de 9 años sometida a trasplante de hígado que tampoco necesita inmunosupresores, tras haber recibido células madre del receptor en su médula ósea. En este caso también acabó teniendo un sistema inmunológico "híbrido" que incluso ha cambiado su grupo sanguíneo.