El Dr. Alberto Machado, presidente de la SAE y Jefe del Servicio de Emergencias del Hospital Alemán, aportó su visión sobre la tarea desempeñada por los profesionales de la medicina durante el violento atentado en la ciudad de Madrid.
"El artículo del Diario El Mundo es interesantísimo. Todas las grandes ciudades tienen que estar preparadas para este tipo de desastre e identificar los sucesos que puedan ocurrir, teniendo en claro que por causas naturales o participación del hombre pueden generarse un número de víctimas tal que todos los recursos resulten escasos.
Madrid es una ciudad muy importante que tiene un centro hospitalario inmensamente grande (Gregorio Marañón), con 1700 camas, que se puso inmediatamente a disposición.
Lo que resultó fundamental fue la coordinación entre las acciones extrahospitalarias y las intrahospitalarias. En el primer momento, cuando tuvieron la noticia del alerta, la policía, los bomberos y la protección civil llegaron con rapidez a la zona. La capacidad para resolver en tres horas la mayor parte de los traslados y derivaciones se logró gracias a los frecuentes simulacros que se hicieron en la ciudad. Se delineó rápidamente el perímetro a cubrir y se organizó el triage, una sistemática que permitió obtener el máximo beneficio de toda esa orquesta que se ponía en funcionamiento.
¿Cómo caracterizaría la labor de los médicos?
Aquí resulta fundamental destacar la labor del médico de emergencias, encargado de seleccionar las prioridades de traslado y el lugar al cual llevar a cada víctima según la complejidad del centro y su distancia del lugar del atentado.
La primera labor fue identificar la gravedad de cada paciente; luego llegaron quienes definieron el destino de cada uno. Lo fundamental fue no perder tiempo.
Esa clasificación es clave: hay que separar a los heridos irrecuperables o que hayan muerto; identificar a aquellos que necesitan atención urgente, que en general tienen un problema en la vía aérea, el tórax abierto por herida penetrante, hemotórax, taponamiento cardíaco y, si se hacen ciertas maniobras, tienen un buen pronóstico posterior; luego están los que pueden esperar hasta una hora (fracturas, traumatismos leves) y, por último, aquellos que deambulan y hablan. Estos últimos, por supuesto, van a ir a los centros de salud más alejados para no congestionar la zona de conflicto.
La gran mayoría de los heridos fue a parar a hospitales públicos, otros fueron derivados a otros centros y algunos fueron atendidos en hospitales de campaña, allí mismo.
¿Cuál cree que fue la reacción emocional de los profesionales involucrados?
Los médicos terminaban su turno e igual se quedaban: a mí no me sorprende para nada, porque creo que el ser humano es naturalmente solidario y, si es un buen profesional y está en lo suyo, no se retira en un momento de crisis. Es cierto que vivieron la desesperación de no contar con los elementos necesarios al instante, pero los reemplazaron con la adrenalina motivada por la situación. Además, creo que el hecho de haber realizado varios simulacros permitió que esta gente actuara de la mejor manera, con heroísmo y valor.
Los médicos y paramédicos estuvieron definiendo pronósticos de vida. Salvaron muchas vidas tomando las decisiones correctas en momentos adecuados, con acciones concretas como permeabilizar una vía aérea, organizar un traslado, etc. Ahí se vio claramente cuál es el papel de la medicina de emergencia.
La ciudad de Buenos Aires, ¿está preparada para enfrentar un suceso así, si ocurriera?
Uno nunca está preparado para que ocurran tragedias así. Sin embargo, sí estamos organizados. La ciudad cuenta con un sistema coordinado por el SAME, al que se adosarán una serie de auxiliares si es que el SAME no da abasto. Nosotros hemos tenido nuestras propias tragedias. Sin dudas estamos preparados por las duras lecciones aprendidas con la Embajada de Israel, la AMIA o el avión de LAPA que se estrelló en la Costanera Norte. Ojalá nunca pase nada, pero se aprendió muchísimo de lo ya ocurrido y se realizaron simulacros: a partir de allí cada uno tiene su puesto, su lugar y habría una respuesta rápida. Pero reitero: esperemos que nunca pase nada."