La dieta mediterránea y la recién descubierta dieta atlántica reducen la incidencia de un gran número de enfermedades, según señalan médicos defensores de ambas dietas que se reúnen en el Congreso Anual de la Sociedad Española de Medicina General (SEMG), que se celebra hasta el 16 de junio en Salamanca. El encuentro, que congrega a médicos generales y de familia, tiene el objetivo de frenar el desarrollo del nuevo modelo dietético y un estilo de vida importado, asociado a un incremento de problemas de salud que está aumentando la prevalencia de distintas enfermedades crónicas como la diabetes, la hipertensión, enfermedades cardiovasculares y la obesidad, entre otras patologías.
La dieta mediterránea, a base de aceite de oliva y un alto consumo de alimentos ricos en fibra como frutas, verduras, legumbres y hortalizas, reduce la mortalidad por enfermedad cardiovascular en un 25%, según consta en el conocido “Estudio de los siete países” que llevó a cabo el Dr. Ancel Keys en la década de los 50. Además, en los últimos años se ha demostrado que este tipo de dieta reduce también la incidencia de otras patologías como la diabetes, por su riqueza en carbohidratos complejos y en aceite de oliva, que mejoran los niveles de glucosa, la resistencia a la insulina y el perfil lipídico; la obesidad, de hecho se están empleando métodos basados en esta dieta en modelos hipocalóricos para conseguir combatir el exceso de peso; el cáncer de colon, gracias al consumo de aceite de oliva y grasas derivadas de aceites procedentes del pescado (Omega 3), antioxidantes y fitoesteroles, y el cáncer de mama, por el consumo de grasas monoinsaturadas.
Asimismo, "la dieta mediterránea posee cantidades suficientes de antioxidantes, compuesto que posee una acción muy beneficiosa para el organismo", apuntó durante el encuentro el Dr. Antonio Villarino, presidente de la Sociedad Española de Dietética y Ciencias de la Alimentación.
Por otra parte, en los últimos años se empieza a hablar de la dieta atlántica que sigue un patrón de alimentación que se presenta como una alternativa igual de saludable y que se apoya en el consumo de pescado y otros productos del mar, carne de ternera y de cerdo, legumbres y vino blanco. En este caso, según estudios recientes citados en Salamanca por el Dr. Aniceto Charro, jefe del servicio de endocrinología y nutrición del Hospital Universitario San Carlos de Madrid, se trata de una dieta de enorme valor preventivo en enfermedades cardiacas, metabólicas y en algunos tipos de cáncer, así como en el desarrollo de los recién nacidos, con un coeficiente intelectual mayor si la madre es consumidora de pescado, e, incluso, en la conducta psicosocial de las personas.
En cualquier caso, los defensores de uno y otro modelo alimentario coinciden en exponer que "no se trata de contraponer una dieta a la otra, sino de promover una alimentación saludable", concluye el Dr. Charro.