Alrededor de uno de cada 50 estadounidenses heterosexuales que viven en los vecindarios urbanos más pobres está infectado por el VIH, reportaron los Centros para el Control y la Prevención de las Enfermedades (CDC) de Estados Unidos.
Según los CDC, la tasa de infección de 2,3% en esta población “es aproximadamente cinco veces más alta” que la de la población general, y se debe hacer más por llegar a los grupos en riesgo en los vecindarios más pobres de las ciudades.
Una experta apuntó que los hallazgos no eran sorprendentes. “Hace tiempo que conocemos la relación socioeconómica”, aseguró Janet Goldberg, directora ejecutiva del Programa para el Tratamiento del Sida y la Salud del Centro Hospitalario de Brooklyn, en la ciudad de New York.
Dijo que unos mayores números de infecciones por VIH con frecuencia apuntan a deficiencias en las infraestructuras de “salud, vivienda y financieras” en esas comunidades, y “sin las capacidades de priorizar la salud propia, participar en la atención y mantener el tratamiento, no podemos combatir esta epidemia”.
En el estudio, investigadores liderados por Isa Miles del Centro Nacional de Prevención del VIH, las Infecciones de Transmisión Sexual y la Tuberculosis, de los CDC, examinaron datos de 2010 de heterosexuales con ingresos familiares en o por debajo del nivel de pobreza federal, y/o con una educación inferior a la secundaria. El equipo observó datos sobre las tasas de infección por VIH en esas poblaciones en 21 ciudades de todo el país. Más de 70% de las personas incluidas en el estudio eran negras.
Los negros tuvieron unas tasas más altas de infección por VIH que los demás grupos raciales y étnicos, según el informe de los CDC. Ciertos grupos tenían un riesgo especialmente alto, entre ellos los usuarios de cocaína tipo crack, las personas que mantienen relaciones sexuales a cambio de dinero o drogas, las personas con los niveles más bajos de ingresos o educación, y las personas que vivían en los vecindarios más pobres de las ciudades del noreste o del sur.
Más de una cuarta parte de las personas del estudio nunca habían realizado una prueba para el VIH. De los que tenían VIH, 44% nunca se había hecho la prueba del virus anteriormente.
3 Los brotes o epidemias de dengue –al igual que de muchas otras enfermedades transmitidas por vectores– seguirán siendo noticia en la medida que no se tomen las medidas preventivas por parte de las autoridades, y no se tome conciencia del riesgo por parte de la población. Tratándose de una infección contra la cual no hay inmunización ni tratamiento específico disponible, la prevención pasa a ser la primera y única medida efectiva para reducir la transmisión y la posibilidad de adquirir la infección.
Es clave la educación para la salud; y también es crucial que si se trata de una condición estacional, se tomen las medidas preventivas y educativas a tiempo, mediante campañas permanentes dirigidas a la población general, con la participación de equipos multidisciplinarios. Esas son las verdaderas ‘lecciones aprendidas’ sobre el dengue, las cuales deben ser reforzadas una y otra vez, a fin de reducir el impacto de dicha infección.
Los expertos de los CDC anotaron que hacerse la prueba del VIH es clave para reducir las conductas de riesgo y buscar la atención adecuada. Con ese fin, la agencia respalda actualmente un extensivo programa de alcance para las pruebas del VIH en todos los centros urbanos incluidos en el nuevo análisis, y “en los tres primeros años de este programa, se hicieron 2,8 millones de pruebas, y aproximadamente 18.000 personas recibieron un diagnóstico nuevo de infección por VIH”, escribieron.
Los hallazgos respaldan investigaciones anteriores que mostraron que las personas heterosexuales más pobres están en mayor riesgo de infección por VIH. Los autores del nuevo estudio dijeron que hay una necesidad crítica de programas de prevención y evaluación del VIH diseñado para este grupo de personas, además de conseguir que los que resultan positivos en una prueba para el VIH reciban atención sanitaria.
Los expertos de los CDC dijeron que también hay una necesidad de afrontar los factores sociales, económicos y de otro tipo que afectan a este grupo de personas. Esto incluye esfuerzos por “reducir el estigma y hacer que las pruebas para el VIH sean accesibles, asequibles y culturalmente aceptables”, así como mejorar la accesibilidad a la atención y el tratamiento. Esos esfuerzos “podrían llevar a reducciones en la incidencia del VIH y en las desigualdades en la salud”, escribieron los autores.