Los dramas de 5 víctimas de la inseguridad

Morir de miedo:

Los ladrones no les dispararon, pero igual los mataron.

Noticias médicas

/ Publicado el 1 de junio de 2008

Por: Lucas Cruzado

No sufrieron heridas de bala, pero sus corazones no resistieron la sorpresa, el pánico, ni la tensión sufrida durante los robos. Murieron de miedo. En lo que va de 2008, en la provincia de Córdoba ya murieron cuatro ancianos luego de haber sido asaltados.

El primero de los casos ocurrió el pasado 6 de febrero cuando Ángel Ruiz, de 67 años, bajó de su auto mientras viajaba por la autopista que une Pilar con la ciudad de Córdoba. Era cerca de la medianoche y Ruiz sintió que una de sus cubiertas estaba fallando. Es que los delincuentes habían sembrado un tramo de esa ruta con clavos "miguelito".

El hombre bajó de su auto y su esposa lo esperó adentro. Cuando Ruiz revisaba la cubierta, de la nada aparecieron tres delincuentes que lo encañonaron y le exigieron que les entregara la plata. Ruiz les dio los pocos pesos que tenía y les rogó a los ladrones que no le hicieran daño ni a su esposa ni a él. Los asaltantes no dejaron de apuntarle y bajo amenazas lo apartaron del auto, hasta que se fueron. El hombre se tomó el pecho, le dijo a su esposa que no se sentía bien y a los pocos minutos cayó muerto sobre el asfalto. Era el primer caso de muerte por estrés por un asalto en lo que va de 2008.

Once días después, el domingo 17 de febrero, Alfredo Castelli (64), se salvó de los balazos de los asaltantes que coparon su casa en Nono, una localidad ubicada a 90 kilómetros de Córdoba, pero horas después murió porque su corazón no resistió el mal trago. Como todos los domingos, cerca de las once de la noche, Castelli miraba Fútbol de Primera en el living de su chalé. Su esposa miraba una película en el dormitorio.

En eso, se cortó la luz y una de las ventanas del living estalló. Castelli fue a buscar un revólver 38 largo y vio cómo dos ladrones se metían por una ventana. Hizo un disparo al aire y los asaltantes escaparon, pero Castelli no soportó la tensión: cayó muerto de un ataque al corazón en el pasillo.

El domingo 13 de abril, Pedro Santiago Ramonda, un jubilado de 68 años que vivía en La Palestina -un pueblito de sólo 600 habitantes- fue violentamente asaltado por un grupo de delincuentes que buscaban plata por la venta de unas vacas.

Como el hombre no les dio dinero porque no lo había cobrado, los tres ladrones lo golpearon y ataron de pies y manos a una cama. Deshidratado y descompensado por su diabetes, no pudo resistir la tortura que le significó la inmovilidad y murió tras agonizar un día.

El cuarto caso es el de una jubilada de 79 años que murió en forma parecida a la de Ramonda: atada y abandonada. La madrugada del 27 de abril, María Ferrer López fue atada y amordazada mientras los asaltantes le revolvían todo. La encontró su nieta cuando volvió de bailar. "La señora murió por el estrés sufrido", graficó un investigador de la División Homicidios.

Finalmente, la noche del pasado jueves 22 de mayo, un joyero de 65 años murió de un síncope tras haber sufrido un violento asalto en su casa de barrio Ayacucho. Osmar Marino fue asaltado en la puerta de su casa mientras estaba por entrar al garaje su camioneta 4x4. Tres encapuchados se metieron en su casa, amenazaron violentamente a toda su familia y le pegaron. El hombre cayó muerto en cuanto los ladrones escaparon.

Adrenalina en dosis peligrosa

"Las situaciones estresantes producen la liberación de catecolaminas por lo que el trabajo cardíaco aumenta, generándose una demanda extra de oxígeno en el corazón, lo que produce una arritmia cardíaca. A raíz de este cuadro, puede desencadenarse un infarto", explicó el doctor Alfonso Picardi, especialista en Cardiología y profesor de la Universidad de Córdoba. "Una de las catecolaminas es la adrenalina, una sustancia que todos emanamos en situaciones de miedo".