A muchos padres se le estruja el alma cada que vez que su hijo levanta fiebre o su cuerpo expresa un síntoma de que algo, en su salud, no anda bien. Sin embargo, las enfermedades están muy lejos de ser el principal enemigo de los niños.
Los "accidentes" son, desde hace décadas, la principal causa de muerte en la infancia y un importante motivo de discapacidad. Un reinado que se sostiene a fuerza de incorporar las "novedades" de cada época: los nuevos hábitos y tecnologías hogareñas ampliaron el abanico de "amenazas" en materia de accidentes pediátricos y están multiplicando los casos considerados excepcionales hasta hace unos años.
Quemaduras de boca, faringe y esófago por líquidos calentados con microondas; heridas en dedos y manos ocasionadas por multiprocesadoras o cuchillos eléctricos; lesiones causadas por multienchufes o "zapatillas"; traumatismos por jugar con los levantavidrios o techos corredizos electrónicos en el auto; ahogamiento de bebés por el airbag (al viajar adelante, sea en sillitas o en brazos); accidentes severos con las puertas tijera de los ascensores... Y los casos siguen.
"Toda nueva tecnología, en cualquier ámbito, lleva implícita la presencia de nuevos factores de riesgo. Y los más vulnerables son los niños, especialmente los menores de 4 años, que no tienen aún noción del peligro", explica el doctor Carlos Nasta, presidente de la Subcomisión de Prevención de Accidentes de la Sociedad Argentina de Pediatría.
Según aseguran en la SAP y en el Ministerio de Salud, los niños y jóvenes que mueren en el país cada año por lesiones de causa externa son víctimas de los mal llamados accidentes. "Es una palabra que hay que revisar o erradicar, porque está asociada a algo fortuito, al destino, a la fatalidad. Y la mayoría de esas lesiones son prevenibles", subraya el doctor Alberto Iñón, al frente de la Asociación Prevención del Trauma Pediátrico.
En el Hospital del Niños de La Plata coinciden: "Hay que poner el foco en los hechos previos que inciden o desencadenan el accidente y que, muy probablemente, sean pasibles de medidas preventivas". Es que en la mayoría de los casos los "accidentes" son producto de la desinformación, la falta de previsión o la franca negligencia de los adultos. Y, en ese sentido, Argentina no goza de buena prensa. "Tenemos una gran desaprensión respecto del tema —dice Iñón—. La sociedad no reacciona, no toma conciencia. Y esa actitud agrava el problema".
En el Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez advierten sobre el aumento de tres tipos de accidentes. El más alarmante: los chicos mordidos por perros. "Recibimos entre 3 y 5 pacientes con mordeduras graves por mes. El incremento obedece a que muchas personas han considerado a un perro bravo un elemento de seguridad, y los perros de gran porte genéticamente están diseñados para la guarda o para el ataque. A esa tenencia imprudente se suma el hecho de que casi ninguno tiene instrucción profesionalizada", explica el doctor Jorge Fiorentino, jefe del Departamento de Urgencia. Los varones son, por lejos, las principales víctimas y, en la mayoría de los casos, el perro agresor es de la familia.
También se multiplicaron las consultas de urgencia por lesiones graves con bicicletas y por ingestión de objetos extraños: chiches, capuchones de lapiceras, gomas, pilas (doble y triple A y pilas botón). "Cada vez hay más juguetes con dispositivos eléctricos y muchos no tienen el tornillo de seguridad que exigen las normas. Son casos graves y hay que actuar con urgencia", dice Fiorentino. El servicio de endoscopía del hospital realiza 70 procedimientos endoscópicos por mes para extraer cuerpos extraños. "Influye la mala calidad del juguete, pero también que ningún mayor supervise a los niños durante el juego", destaca.
La ingestión de productos tóxicos es un problema repetido también en el Hospital de Niños de La Plata. En 2005, más del 50% de las 10.000 consultas de urgencia que recibieron fueron por intoxicaciones de causa accidental. "Ayudan las características propias del niño de hasta 5 años: la exploración, la curiosidad, el espíritu imitativo", explicaron en el servicio de Toxicología.
Lo más frecuente es la ingestión de medicamentos: "sobre todo psicofármacos (especialmente sedantes), en clara relación con la creciente disponibilidad de estos fármacos en los hogares". Lo mismo ocurre con los remedios de venta libre (antigripales, descongestivos). Y es frecuente la ingesta de productos de higiene y limpieza (fundamentalmente lavandina y detergente).
También causan muchas lesiones las puertas tijera de los ascensores. Sólo el Gutiérrez recibe un chico por semana con lesiones graves por ese tema, mientras el Gobierno porteño demora la reglamentación de una ley que las prohíbe desde 1999.