La reducción de la desigualdad en salud ha sido durante mucho tiempo un objetivo primordial de la salud pública. El rápido avance de la tecnología digital proporciona soluciones innovadoras para abordar esta desigualdad.
Las plataformas digitales son importantes fuentes de información y pueden actuar como amortiguadores contra los impactos negativos de los factores sociales y económicos en la desigualdad sanitaria. Además, con la tecnología digital aumentaría el apoyo y la atención entre las familias, las inversiones en salud y la mejora de los comportamientos. Al menos, esa es la teoría.
Otra perspectiva sugiere que la tecnología digital puede exacerbar la desigualdad en salud. Las diferentes tasas de adopción entre los distintos grupos demográficos contribuyen a las desigualdades en el acceso a los servicios médicos, fomentando así un efecto de succión que magnifica aún más la desigualdad. Por otro lado, los altos costos asociados con la tecnología digital podrían aumentar las disparidades, con el agregado de que los residentes urbanos son más propensos a participar en la digitalización, frente a los habitantes rurales.
- La teoría del apoyo familiar enfatiza la importancia del soporte emocional y material para el bienestar físico y mental de la población. La tecnología digital mejoraría este aspecto, pues fomentaría el contacto entre familiares para que se perciba más cercanía.
- La teoría del capital sanitario sugiere que invertir en atención sanitaria y promover una nutrición equilibrada puede mejorar la calidad general de la salud. Para ello, la tecnología digital facilitaría a las personas el hecho de consumir más rutinas de ejercicios de fitness, equipos y productos vinculados con la salud.
- La teoría del comportamiento planificado hace hincapié en el papel de las intenciones conductuales individuales en la elección de los estilos de vida. La tecnología digital permitiría a las personas acceder a más información y mejorar su sentido de autoeficacia, formando intenciones de comportamiento saludable.
No existe consenso en la literatura científica sobre si la tecnología digital puede beneficiar al toda la población en el contexto sanitario. Además, algunos estudios no encontraron evidencia de que la tecnología digital reduzca la desigualdad en salud.
Sin embargo, algunas investigaciones puntuales sí revelaron que se reduce la desigualdad en salud cuando las tecnologías alivian las disparidades en la salud física y mental.
El apoyo y la atención de los niños, la inversión en salud y un comportamiento más saludable son vías por las cuales la tecnología digital alivia la desigualdad en salud. Además, tendría un efecto más pronunciado entre las cohortes de personas mayor edad, las de sexo femenino, aquellos con niveles educativos más bajos, las personas con ingresos más bajos y las poblaciones rurales.
Sin embargo, su capacidad para mitigar la desigualdad en salud mental entre diferentes grupos no es significativamente diferente, lo que sugiere que la tecnología digital representa un avance tecnológico más inclusivo y beneficioso para los grupos vulnerables, pero no siempre con efectos comparables en todas las áreas.
Hay que considerar que las personas de mediana edad y los mayores de 45 años, suelen requerir un proceso de aprendizaje más largo para dominar la tecnología digital. Además, es un grupo con fuerte autocontrol y moderación. Por lo tanto, en ellos, debido a sus características, el potencial es más significativo para reducir la desigualdad en salud.
Por el contrario, las personas más jóvenes tienen una mayor competencia y capacidad de aprendizaje en lo digital, pero el uso excesivo podría tener un impacto negativo. Por lo tanto, las investigaciones futuras deberían explorar con mayor claridad el impacto y los mecanismos a lo largo de toda la vida, proporcionando pruebas más convincentes para respaldar iniciativas de políticas públicas.
El impacto de la tecnología digital en el alivio de la desigualdad en salud es muy heterogéneo. Deben adoptarse medidas adecuadas, como aumentar los servicios de capacitación para las poblaciones de mayor edad, menos educadas y de bajos ingresos, aumentar la atención a las mujeres en la sociedad y mejorar la infraestructura digital en las zonas rurales subdesarrolladas.