Arte & Cultura

    / Publicado el 28 de septiembre de 2025

    Relato del Dr. Carlos H. Spector

    El tacto

    Un niño imitó a un revólver con la mano derecha sin saber que esa posición iba a permanecer para siempre.

    Autor/a: Prof. Dr. Carlos H. Spector

    Desde recién nacido había sido un niño muy bueno, de esos que no lloran ni tienen pataletas. Creció obediente, simpático, amiguero, afecto a dejarse besuquear y a recibir caricias; lo que se dice un mimoso. Sin embargo, llamaba la atención que todos sus juegos infantiles estaban relacionados con la guerra, los soldados y las armas.

    Era especialmente aficionado a las películas del Lejano Oeste en las que se mataba con generosidad. El sheriff y los bandidos se imponían merced a sus respectivos revólveres con tambor de 6 balas que manejaban cual prestidigitadores.

    El niño imitaba el arma con su mano derecha: pulgar hacia arriba. Índice y dedo mayor extendidos, anular y meñique fuertemente flexionados contra la palma de la mano. Agregaba a esto la posición alerta del cuerpo y una imaginación frondosa. Los compañeros le seguían el juego y todos se divertían en grande con muy escasa inversión.

    De a poco y a medida que trascurría el tiempo, se le hacía dificultoso extender los dedos anular y meñique, hasta que finalmente la mano permaneció en posición de revólver para siempre. Cuando se hizo adolescente y luego joven adulto, su forma de saludar era extender el miembro superior hacia adelante, colocar el tronco en medio perfil y buscar la mano del otro mientras pronunciaba el monosílabo pum! Dos veces con mucho énfasis, en lugar del convencional choque los cinco. Con el tiempo, sus conocidos olvidaron su nombre y lo llamaban Pumpúm!, a lo que él respondía con naturalidad por haberse compenetrado del apelativo.

    Los años pasaron, la situación se mantuvo. Ingresó en la Facultad de Medicina siguiendo una vocación que, para los demás, parecía que neutralizaba su gesto de matar a cada uno que saludaba. Se graduó con Diploma de Honor.

    La mano derecha, acostumbrada a la imitación de un revólver, ya no podía volver a su forma original. No le era posible tomar la lapicera y en la vida cotidiana debió adaptarse para usar el cuchillo con la mano izquierda.

    Esa mano en forma de revólver virtual, sin embargo, determinó la especialidad a la que dedicarse. Se hizo ginecólogo, y en tal condición le practicaba el tacto vaginal a cualquier paciente que atendía, sin importar el motivo de la consulta, que no siempre lo requería.

     

     


      El autor: Profesor Dr. Carlos H. Spector
    Cirujano torácico. Decano de la Facultad de Ciencias de la Salud de UCES. Profesor Consulto Titular de la UBA. Emérito de la Academia Argentina de Cirugía.


    Compartir nota

    Para compartir este contenido debes iniciar sesión

    Personas que quizás conozcas:

    Este contenido no esta disponible