Estudio de cohorte longitudinal prospectivo

Cribado: es tiempo para el cáncer de pulmón

La TC de baja dosis para el cribado de cáncer de pulmón en poblaciones de alto riesgo parece ser el método más recomendado hoy, aunque no iguala la utilidad de la mamografía o la colonoscopía.

Autor/a: Amyn Bhamani, PhD ∙ Andrew Creamer, PhD ∙ Priyam Verghese, BMBS ∙ Ruth Prendecki, PhD ∙ Carolyn Horst, PhD ∙ Sophie Tisi, PhD y otros.

Fuente: Lancet Oncol. 2025 Mar 25:S1470-2045(25)00082-8. Low-dose CT for lung cancer screening in a high-risk population (SUMMIT): a prospective, longitudinal cohort study

Introducción

El cribado (screening) es una herramienta fundamental en oncología y existen programas bien establecidos para la detección temprana de varios tipos de cáncer. El principal objetivo del cribado es disminuir la mortalidad.

En el cáncer de mama, la mamografía es el método estándar, recomendada a partir de los 40-50 años según las guías. La mamografía ha demostrado ser eficaz en la reducción de la mortalidad por cáncer de mama, ya que permite la detección de tumores en fases iniciales, cuando el tratamiento es más efectivo.

En el cáncer colorrectal, las estrategias de cribado incluyen la colonoscopía, la sigmoidoscopía y el test de sangre oculta en heces (SOMF). La colonoscopía, considerada el método de referencia, permite no solo la detección de pólipos y cánceres, sino también su resección durante el mismo procedimiento, lo que contribuye a la prevención de cáncer colorrectal. La sigmoidoscopía, aunque menos invasiva, solo permite la visualización del colon distal, y su uso ha disminuido en favor de la colonoscopía completa. El test de sangre oculta en heces, a pesar de ser menos invasivo y más fácil de realizar, debe repetirse con mayor frecuencia y, en caso de resultados positivos, requiere la realización de una colonoscopía para confirmar el diagnóstico.

Para el cáncer de cuello uterino, la prueba de Papanicolaou (Pap) y el test del VPH han reducido drásticamente la incidencia y mortalidad. El Pap consiste en la toma de una muestra de células del cuello uterino para su análisis citológico, mientras que el test del VPH detecta la presencia del virus del papiloma humano, principal causante del cáncer de cuello uterino. La combinación de ambas pruebas ha permitido identificar mujeres en riesgo y aplicar tratamientos preventivos antes de que se desarrolle el cáncer invasivo.

En el cáncer de próstata, el cribado con antígeno prostático específico (PSA) es controvertido, debido a la posibilidad de sobrediagnóstico, aunque puede ser útil en poblaciones de alto riesgo. El test de PSA mide el nivel de este antígeno en la sangre y niveles elevados pueden indicar la presencia de cáncer de próstata. Sin embargo, no todos los hombres con niveles elevados de PSA tienen cáncer, y no todos los cánceres de próstata detectados mediante el cribado requieren tratamiento inmediato. Esto ha llevado a debates sobre la relación riesgo-beneficio del cribado universal y ha impulsado un enfoque más personalizado, teniendo en cuenta factores como la edad, antecedentes familiares y estado de salud general.

La elección del método de cribado depende del balance entre los beneficios de la detección temprana y los riesgos asociados a falsos positivos y procedimientos innecesarios. Los falsos positivos pueden generar ansiedad y llevar a pruebas adicionales que conllevan riesgos y costos. Por otro lado, la detección temprana puede salvar vidas al identificar el cáncer en sus fases iniciales, cuando el tratamiento es más efectivo y menos agresivo.

Es fundamental que los programas de cribado se diseñen y apliquen considerando la población objetivo y las características específicas de cada tipo de cáncer, para maximizar los beneficios y minimizar los riesgos.

Cribado en cáncer de pulmón

El cribado de cáncer de pulmón se ha convertido en una estrategia importante para detectar la enfermedad en sus etapas iniciales, especialmente en personas con alto riesgo, debido a factores como el tabaquismo. La tomografía computarizada de baja dosis (TCBD) es el método preferido para el cribado de cáncer de pulmón, debido a su capacidad para identificar nódulos pulmonares pequeños que no serían visibles en una radiografía de tórax convencional.

La TCBD ha demostrado ser eficaz en la reducción de la mortalidad por cáncer de pulmón, ya que permite la detección temprana de tumores que pueden ser tratados antes de que se propaguen. Sin embargo, al igual que con otros métodos de cribado, es esencial considerar los riesgos y beneficios.

A pesar de estos avances, el cribado de cáncer de pulmón presenta varios desafíos:

  • Falsos positivos: Entre el 20-25 % de los pacientes tienen nódulos pulmonares detectados por TC que no son cáncer, lo que puede generar ansiedad y procedimientos invasivos innecesarios.
  • Sobrediagnóstico: Se pueden identificar cánceres de crecimiento lento que no habrían afectado la vida del paciente, lo que plantea dudas sobre el balance riesgo-beneficio.
  • Adherencia al cribado: La efectividad depende de que los pacientes se sometan a controles periódicos y de un seguimiento adecuado de los hallazgos.  

Las guías actuales recomiendan el cribado de cáncer de pulmón con TCBD en personas de alto riesgo, que generalmente incluyen a:

• Adultos de entre 50 y 80 años con antecedentes significativos de tabaquismo, como haber fumado un paquete al día durante 20 años o más.

• Exfumadores con menos de 15 años desde el cese del tabaquismo.

La decisión de realizar el cribado debe ser individualizada, teniendo en cuenta los beneficios potenciales y los riesgos asociados, así como las preferencias y el estado de salud general de la persona.

Es fundamental que el cribado de cáncer de pulmón se lleve a cabo en centros especializados con experiencia en el manejo de resultados de TCBD y en la evaluación de nódulos pulmonares, para asegurar un diagnóstico preciso y un manejo adecuado de los hallazgos. Además, los programas de cribado deben ir acompañados de esfuerzos para educar a la población sobre los riesgos del tabaquismo y promover la cesación tabáquica, que sigue siendo la estrategia más efectiva para la prevención del cáncer de pulmón.