Un estudio español aporta pruebas

¿Es COVID-19 una infección estacional?

COVID-19 es una infección estacional ligada a bajas temperaturas y humedad

Autor/a: Fontal, A., Bouma, M.J., San-José, A. et al.

Fuente: Climatic signatures in the different COVID-19 pandemic waves across both hemispheres

Resumen

Los roles del clima y las verdaderas firmas estacionales en la epidemiología de los patógenos emergentes, y la del SARS-CoV-2 en particular, siguen siendo poco conocidos. Con un método estadístico diseñado para detectar asociaciones transitorias, mostramos, para los casos de COVID-19, fuertes efectos negativos consistentes tanto de la temperatura como de la humedad absoluta a grandes escalas espaciales. En resoluciones espaciales más finas, comprobamos estas conexiones durante el ascenso y descenso estacional de COVID-19. Se identifican fuertes respuestas a la enfermedad en las dos primeras oleadas, lo que sugiere rangos claros de temperatura y humedad absoluta que son similares a los descritos anteriormente para la influenza estacional. Para COVID-19, en todas las regiones estudiadas y ondas pandémicas, un modelo basado en procesos que incorpora una tasa de transmisión dependiente de la temperatura supera a las formulaciones de referencia sin impulsor o una estacionalidad sinusoidal. Nuestros resultados, hasta ahora, clasifican a COVID-19 como una infección estacional de baja temperatura y sugieren una contribución importante de la vía aérea en la transmisión del SARS-CoV-2, con implicaciones para las medidas de control que discutimos.


Análisis SDC bidireccional para la serie temporal de casos nuevos diarios de COVID-19 frente a la temperatura media T en grupos de países contiguos. Estas condiciones climáticas diarias son promedios ponderados basados ​​en la población relativa de los países relevantes de marzo a octubre de 2020. La escala temporal o tamaño de ventana, s, utilizada para las correlaciones locales es de 75 días, y el desfase entre la ubicación de las ventanas en las dos series de tiempo varían de 0 a 21 días. En las gráficas de SDC, las dos series de tiempo se muestran respectivamente a la izquierda y arriba de la cuadrícula de correlación central, para los casos reportados (gráficas de la izquierda) con el tiempo transcurriendo hacia abajo y para el factor climático (gráficas superiores) con el tiempo corriendo hacia la derecha. Cada celda de la cuadrícula está coloreada de acuerdo con el coeficiente de correlación de Spearman, con la fila y la columna correspondientes a la posición de las dos ventanas de tiempo respectivas de tamaño s a lo largo de cada una de las series de tiempo, con el desfase entre estas posiciones correspondiente a las distancias desde la diagonal (retraso de 0 a +21 días). El panel debajo de cada gráfico muestra el coeficiente de correlación máximo obtenido en cada punto de tiempo (verticalmente y, por lo tanto, relativo al tiempo de la serie de tiempo climática). Solo se muestran y colorean las correlaciones que se encontraron significativas en una prueba aleatoria no paramétrica (α = 0.05). Los puntos rojos (azules) en la cuadrícula corresponden a correlaciones negativas (positivas), de acuerdo con la escala especificada (arriba a la derecha).


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Un nuevo estudio liderado por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), institución apoyada por la Fundación “la Caixa”, aporta pruebas contundentes de que el COVID-19 es una infección estacional ligada a bajas temperaturas y humedad, muy parecida a la gripe estacional. Los resultados, publicados en Nature Computational Science, también respaldan la considerable contribución de la transmisión aérea del SARS-CoV-2 y la necesidad de adoptar medidas que promuevan la "higiene del aire".

Una pregunta clave con respecto al SARS-CoV-2 es si se está comportando o se comportará como un virus estacional como la influenza, o si se transmitirá por igual durante cualquier época del año. Un primer estudio de modelado teórico sugirió que el clima no era un impulsor de la transmisión de COVID-19, dado el alto número de individuos susceptibles sin inmunidad al virus. Sin embargo, algunas observaciones sugirieron que la propagación inicial de COVID-19 en China ocurrió en una latitud entre 30 y 50o N, con niveles bajos de humedad y bajas temperaturas (entre 5o y 11 o C).

“La cuestión de si COVID-19 es una auténtica enfermedad estacional se vuelve cada vez más central, con implicaciones para determinar las medidas de intervención eficaces”, explica Xavier Rodó, director del programa de Clima y Salud de ISGlobal y coordinador del estudio. Para responder a esta pregunta, Rodó y su equipo analizaron primero la asociación de temperatura y humedad en la fase inicial del SARS-CoV-2 propagado en 162 países de los cinco continentes, antes de que se implementaran cambios en el comportamiento humano y las políticas de salud pública.

Los resultados muestran una relación negativa entre la tasa de transmisión (R0) y la temperatura y la humedad a escala global: las tasas de transmisión más altas se asociaron con temperaturas y humedad más bajas.

Luego, el equipo analizó cómo esta asociación entre el clima y la enfermedad evolucionó con el tiempo, y si era consistente en diferentes escalas geográficas. Para ello, utilizaron un método estadístico que se desarrolló específicamente para identificar patrones similares de variación (es decir, una herramienta de reconocimiento de patrones) en diferentes ventanas de tiempo.

Nuevamente, encontraron una fuerte asociación negativa para ventanas de tiempo cortas entre la enfermedad (número de casos) y el clima (temperatura y humedad), con patrones consistentes durante la primera, segunda y tercera oleadas de la pandemia en diferentes escalas espaciales: mundial, países, hasta regiones individuales dentro de países muy afectados (Lombardía, Thüringen y Cataluña) e incluso a nivel de ciudad (Barcelona).

Las primeras olas epidémicas disminuyeron a medida que aumentaron la temperatura y la humedad, y la segunda ola aumentó a medida que disminuyeron las temperaturas y la humedad. Sin embargo, este patrón se rompió durante el verano en todos los continentes. “Esto podría explicarse por varios factores, entre los que se encuentran las concentraciones masivas de jóvenes, el turismo, la climatización, entre otros”, explica Alejandro Fontal, investigador de ISGlobal y primer autor del estudio.

Al adaptar el modelo para analizar correlaciones transitorias a todas las escalas en países del Hemisferio Sur, donde el virus llegó más tarde, se observó la misma correlación negativa. Los efectos climáticos fueron más evidentes a temperaturas entre 12o y 18oC y niveles de humedad entre 4 y 12 g / m3, aunque los autores advierten que estos rangos siguen siendo indicativos, dados los cortos registros disponibles.

Finalmente, utilizando un modelo epidemiológico, el equipo de investigación demostró que incorporar la temperatura en la tasa de transmisión funciona mejor para predecir el ascenso y descenso de las diferentes olas, particularmente la primera y la tercera en Europa.

“En conjunto, nuestros hallazgos apoyan la visión de COVID-19 como una verdadera infección estacional de baja temperatura, similar a la influenza y a los coronavirus circulantes más benignos”, dice Rodó.

Esta estacionalidad podría contribuir de manera importante a la transmisión del SARS-CoV-2, ya que se ha demostrado que las condiciones de baja humedad reducen el tamaño de los aerosoles y, por lo tanto, aumentan la transmisión por el aire de virus estacionales como la influenza. “Este vínculo garantiza un énfasis en la 'higiene del aire' a través de una mejor ventilación interior, ya que los aerosoles pueden persistir suspendidos durante más tiempo”, dice Rodó, y destaca la necesidad de incluir parámetros meteorológicos en la evaluación y planificación de las medidas de control.