La Sociedad Argentina de Reumatología (SAR) buscó conocer el impacto que tiene la COVID-19 en individuos con enfermedades reumáticas de la Argentina, por lo que creó el registro nacional SAR-COVID. De él se desprendió que la mortalidad por la infección es mayor en estos pacientes, pero que también deben analizarse otras comorbilidades conjuntas.
El registro comenzó el 18 de agosto de 2020 y se nutre del reporte que realizan los profesionales que pertenecen a la SAR. A la fecha, cuenta con 2285 pacientes con enfermedades reumáticas y COVID de todas las provincias, cuya edad media es de 51 años. El 80,9% de las personas registradas son del sexo femenino.
De las enfermedades registradas, las cinco más frecuentes son: artritis reumatoidea, lupus, artrosis, artritis psoriásica y Sindrome de Sjögren.
Entre los datos más salientes están que de los pacientes registrados, el 28% (1 de cada 4) requirió hospitalización por un cuadro moderado, el 8% necesitó ir a terapia intensiva y el 4,6% falleció, mientras que el 79% se recuperó sin secuelas.
Al respecto, el doctor Guillermo Pons-Estel, director de la Unidad de Investigación de la SAR (UNISAR) señaló que “es más alta la cantidad de pacientes que fallecen con enfermedades reumáticas, que la mortalidad en la población general”, pero aclara que “los resultados deben ser analizados considerando el sesgo de edad promedio de 51 años que tiene el registro de la SAR, mientras que la población general incluye a personas de todas las edades”.
Entre las posibles causas que están analizando sobre el porcentaje de decesos, el investigador apunta que los pacientes registrados son más añosos y tienen más comorbilidades: “Fuman, suelen tener sobrepeso u obesidad e hipertensión”.
"Además, utilizan fármacos que disminuyen la inmunidad para el manejo de sus enfermedades, entre otros aspectos que hacen que aumente la mortalidad”.
Por ese motivo, también se está evaluando el efecto que tienen los tratamientos que se usan para las patologías reumatológicas en pacientes con COVID, tales como inmunosupresores, biológicos y otros fármacos. Entre ellos están los corticoides y el rituximab.
El Colegio Estadounidense de Reumatología (ACR, su sigla en inglés) formuló guías y recomendaciones que dicen que todo paciente que tiene COVID debería suspender los tratamientos inmunosupresores en el momento de la infección porque la medicación baja la inmunidad y puede predisponer a que la enfermedad sea más agresiva.
En concordancia con esta sugerencia, el registro local mostró que “aquellos pacientes que seguían con la medicación y que no adherían a estas recomendaciones tenían, de manera estadísticamente significativa, mayores tasas de hospitalización”, según detalló Pons-Estel, por lo que es fundamental consultar al reumatólogo, quien indicará cuándo cada paciente deberá retomar su tratamiento.