No tan diferentes Los humanos a menudo se enfocan en cuán diferentes somos de otros animales. Ciertamente, hay algunas diferencias importantes, pero cada vez más aprendemos que nos diferenciamos por grado más que por tipo. Vemos estas similitudes con mayor claridad cuando observamos las poblaciones humanas que viven un estilo de vida más tradicional de búsqueda de alimento. Barsbai y col. comparó más de 300 poblaciones humanas de búsqueda de alimento con especies de mamíferos y aves que viven en el mismo entorno en una amplia gama de condiciones ambientales (ver Perspectiva de Hill y Boyd). Encontraron que los tres grupos convergían con respecto a los comportamientos de alimentación, sociales y reproductivos.
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Los seres humanos, los mamíferos y las aves que viven en un entorno determinado comparten un conjunto común de rasgos de comportamiento, según un nuevo estudio que identifica una convergencia local de los comportamientos de alimentación, reproductivos y sociales entre especies.
Estos hallazgos, basados en el estudio de más de 300 poblaciones de cazadores-recolectores humanos a pequeña escala en todo el mundo, respaldan uno de los factores fundamentales de la ecología del comportamiento humano: las fuerzas ecológicas seleccionan diferentes comportamientos en entornos distintos, dando forma a la diversidad de comportamientos en todo el mundo.
El origen y la evolución del comportamiento humano son inciertos y objeto de debate. Si bien algunos autores sugieren que los únicos y diversos por igual sistemas de creencias culturales de los humanos son la fuente de la variación del comportamiento, otros argumentan que en realidad estos sistemas constituyen más bien un producto de la adaptación a las condiciones ecológicas locales, que pueden influir en los comportamientos de manera similar entre distintas especies.
Toman Barsbai y sus colegas abordan estas cuestiones comparando una base de datos etnográfica que abarca 339 pequeñas poblaciones de cazadores-recolectores humanos en todo el mundo con los rasgos de comportamiento de sus vecinos no humanos a fin de evaluar la similitud de comportamiento entre especies que viven juntas en un lugar común.
El análisis reveló que los recolectores humanos, las especies de mamíferos y las aves muestran elevados niveles de similitud en una serie de rasgos de comportamiento, entre los que se incluyen la composición de la dieta, las tareas del cuidado de las crías y la organización comunitaria. |
Por ejemplo, en lugares donde las poblaciones de cazadores-recolectores presentan clases sociales, un número mayor de aves y mamíferos exhiben también notables jerarquías sociales. Según Barsbai et al., esta convergencia parece resultar de las presiones del entorno local e indica que las condiciones ambientales pueden desempeñar un papel importante en la configuración de los comportamientos de humanos y otros animales de manera similar.
"Barsbai et al. muestran de manera convincente que los factores ecológicos explican muchas variaciones en el comportamiento humano, pero también lo hace la historia de la cultura", escriben Kim Hall y Robert Boyd en un artículo de Perspective adjunto, al señalar que es un error subestimar el papel profundamente entrelazado de la cultura sobre el comportamiento.
"Hasta ahora no tenemos una teoría completa capaz de predecir en qué momento la cultura anulará la aptitud para maximizar la adaptación ecológica y viceversa", afirman Hall y Boyd. "Ese será el desafío para la próxima generación de científicos sociales a medida que progresemos desde una perspectiva de 'o una cosa o la otra' hacia una teoría evolutiva totalmente integrada del comportamiento humano".