¿Lo emociona y lo llena de energía la posibilidad de aprender algo nuevo y complejo? ¿Lo excitan los matices? ¿Se siente realmente estimulado por nuevas ideas y escenarios imaginativos?

Si es así, es posible que tenga un influjo de dopamina en sus sinapsis, pero no donde tradicionalmente pensamos que fluye este neurotransmisor.

En general, el potencial de crecimiento a partir del desorden se ha codificado profundamente en nuestro ADN. No solo desarrollamos la capacidad de regular nuestros impulsos defensivos y destructivos, sino que también desarrollamos la capacidad de dar sentido a lo desconocido. Involucrarse en la exploración nos permite integrar eventos nuevos o inesperados con el conocimiento y las experiencias existentes, un proceso necesario para el crecimiento.

La producción de dopamina es esencial para el crecimiento. Pero existen muchos conceptos erróneos sobre el papel de la dopamina en la cognición y el comportamiento. La dopamina a menudo se etiqueta como la "molécula del bienestar", pero esta es una caracterización gravemente errónea de este neurotransmisor. Como señala el neurocientífico de la personalidad Colin DeYoung, la dopamina es en realidad el "neuromodulador de la exploración".

La función principal de la dopamina es hacer que deseemos cosas, no necesariamente que nos gusten.

Tenemos la mayor oleada de dopamina corriendo por nuestros cerebros ante la posibilidad de una recompensa, pero esta oleada no es garantía de que realmente nos gustará o incluso disfrutará la cosa una vez que la tengamos. La dopamina es una enorme fuerza energizante en nuestras vidas, impulsando nuestra motivación para explorar y facilitando los procesos cognitivos y conductuales que nos permiten extraer la mayor cantidad de placeres de lo desconocido.

Si la dopamina no se trata solo de sentirse bien, entonces ¿por qué el mito del bienestar persiste en la imaginación del público? Creo que se debe a que se han realizado muchas investigaciones sobre la dopamina con respecto a su papel en la motivación de la exploración hacia nuestras recompensas "apetitivas" más primarias, como el chocolate, la atención social, el estatus social, las parejas sexuales, el juego o drogas como la cocaína.

Sin embargo, en los últimos años, se han propuesto otras vías de dopamina en el cerebro que están fuertemente ligadas al valor de recompensa de la información. Las personas que obtienen una puntuación alta en la tendencia general hacia la exploración no solo se sienten impulsadas a participar en formas conductuales de exploración, sino que también tienden a energizarse a través de la posibilidad de descubrir nueva información y extraer significado y crecimiento de sus experiencias. Estas "necesidades cognitivas", como las llamó el psicólogo humanista Abraham Maslow, son tan importantes como otras necesidades humanas para convertirse en una persona completa.