"El mundo experimentará otra pandemia y se superará como todas las anteriores. El desafío es calcular como minimizar el número de muertes y la devastación económica y psicosocial que sucederá… Nadie puede predecir cuándo ocurrirá o cuán severa será, pero sucederá con seguridad y debido a la interdependencia de la economía global hoy sus complicaciones tendrán un alcance mucho más allá de la salud…Se necesitará solo una leve pandemia para sobrepasar el Sistema de Salud de los Estados Unidos”
Y llegó…
El epidemiólogo en enfermedades infecciosas Michel Osterholm escribía esto en el año 2007 en una publicación del Council on Foreign Relations. Esta organización sin posiciones políticas y sin fines de lucro se fundó en 1921, hace ya casi 100 años con el objetivo de estar mejor preparados para las responsabilidades significativas y la toma de decisiones en los asuntos mundiales y ha reunido a lo largo de casi a un siglo a expertos en arte, finanzas, industria, educación y ciencia.
La respuesta de una persona a un desastre está determinada por factores demográficos y socio-económicos así como también a la salud mental previa y al alcance del entramado social de esa persona previo, durante y posterior al evento.
Un líder de negocios de Harvard dijo alguna vez “Planear para una pandemia es completamente diferente de lo que se hace en el mundo de los negocios porque se debe escribir el libro de medidas día a día, casi a ciegas, con cambios permanente”.
Y esto es así… Los actores políticos han sido sobrepasados en sus posibilidades de anticipar los costos de una pandemia por sus múltiples incertidumbres y complejidades. Los gobiernos han debido diseñar estrategias nacionales y elaborar planes de salud acordes a cada comunidad de manera cambiante y basada siempre en datos también cambiantes que surgen de forma continúa.
"Es posible que convivamos con avances y retrocesos", señaló hace unos días el jefe de gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta. Marchas y contramarchas son inevitables porque el camino del aprendizaje se hace al andar. Basta mirar un ejemplo, el de un gran país desarrollado como Suecia. El epidemiólogo Anders Tegnell responsable de la estrategia frente a la epidemia en ese país admitió que las restricciones fueron insuficientes y reconoció que el modelo de aislamiento de su país, mucho más laxo que el del resto de Europa, probablemente fue inadecuado. Reconoció que se deberían haber implementado más restricciones desde el principio…"demasiados fallecimientos" dijo, 4500 muertes…
Rodríguez Larreta dijo también “Estamos para cuidar, ayudar a entender esto de la visión integral de la salud y contemplar todos los aspectos”… las estrategias estarán focalizadas en "el bienestar integral de las personas".
La experiencia de previas catástrofes nos enseñó que los graves problemas en el área de la salud mental no son los que suceden durante el desastre sino los que vienen después. Durante la crisis hemos visto que la mayor parte de la población responde de manera acorde a las circunstancias, haciéndose cargo de lo que en cada caso le corresponde. Los problemas de salud mental están subestimados. La salud física y los cuidados para mantenerla son la prioridad; la angustia, la ansiedad, la tristeza, parecen estar subsumidos a la supervivencia.
Los ciudadanos cumplen en gran medida con las normativas instauradas por el Estado que se asientan sobre directivas claras y contundentes. Y esto es de esperar. La incertidumbre y el estupor se apoderan del individuo, y son los peores enemigos durante una crisis de la magnitud como la que vivimos actualmente. Es imprescindible que en medio de un enemigo desconocido, que cambia día a día, se necesite una guía a seguir, algo así como un manual de Instrucciones, que aunque cambie en forma cotidiana, brinde un marco de contención y directrices que generen una cierta seguridad, en medio de la angustia y el desasosiego.
Pero una pandemia se diferencia de otras catástrofes en el tiempo de duración. Y lo que parecía un embeleso, propio del inicio de un enamoramiento, respecto del gobierno y las medidas tomadas dio paso a la "dictadura de los opinólogos". El bien común y la solidaridad a medida que pasaron las semanas se trasformó en el bien individual, apareció la fractura y cada ciudadano parece tener la "verdad" sobre el Coronavirus, cada uno parece querer actuar de acuerdo a sus convicciones que se forman en base a un enjambre de mínimos o nulos conocimientos sobre el Covid-19 y grandes construcciones sobre sus alcances médicos, económicos, políticos y hasta emocionales.
La dictadura del "no -saber" tomó espacio y allí se afilian los nuevos seguidores alineándose donde calienta "su propio sol". A tal punto que la Sociedad Argentina de Infectología se vio obligada a sacar una nota de repudio a "La infectadura", cuasi un descargo... Esther Mascaro Puntí titulaba su editorial en España "La cuarentena del Reino Unido: una cosa de políticos y no de científicos". Si algo bueno ha sucedido en nuestro país es que las decisiones políticas han sido responsablemente basadas en los datos de la comunidad científica. Y si algo deberíamos aprender los ciudadanos es la foto de los líderes de distinto color político juntos gobernando en unidad para el bienestar de la población.
Soy médica psiquiatra, desde el primer día viví con estupor y consternación la llegada de una Pandemia al "Siglo XXI". En medio de tanta incertidumbre "viralizante" nos toca mostrar algunas certidumbres; y son acerca del próximo “VIRUS”: la enfermedad mental y sus consecuencias.
La pos- pandemia tendrá un impacto tan serio como el Coronavirus. Enfermedades físicas y psiquiátricas afectarán en mayor medida a los sectores de más bajos ingresos posteriormente al desastre. Los predictores de superación están vinculados a la capacidad para la resolución de problemas, manejo de las emociones y de las dificultades. Los bajos ingresos, mala salud y pobre soporte social antes del desastre resultan en incapacidad para adaptarse y superar la situación posteriormente al evento.
En general poder superar un conflicto se caracteriza siempre por la capacidad de flexibilidad, la capacidad creativa, la predisposición para intentar cosas nuevas, orientarse hacia la acción, trabajar de forma cooperativa con otros y lograr la habilidad para tolerar la frustración, la ausencia de certezas, el miedo y otras emociones complejas. Durante una pandemia el riesgo no siempre es claro pero la sensación y el temor a morir se perciben como una amenaza. La aparición de una vacuna y/o un tratamiento efectivo se espera como punto final que de por terminada la catástrofe y todo "vuelva a ser como antes”. En estos días escuchamos a menudo "La nueva normalidad" pero, ¿cuál es el significado de esa frase? ¿Cuál será la "nueva normalidad"?
Desde nuestro lugar como trabajadores en el área de la Salud Mental podemos trabajar en la prevención del “Nuevo Virus de la Enfermedad Mental”. Porque sí podemos anticipar, basándonos en la experiencia, las consecuencias que tendrá la pandemia en la salud mental aunque no predecir sus alcances porque no habrá “Vacuna” para ese “Virus”.
Los psiquiatras y psicólogos somos piezas fundamentales en esta etapa para lograr amortiguar “la próxima pandemia” que afectará a la población. Y es ahora cuando debemos trabajar con planes que ayuden de antemano. Seguramente no podremos evitar pero sí minimizar los efectos psíquicos y sociales del Covid-19. Y esto es posible proporcionando información, fomentando la búsqueda de atención en los servicios de Salud Mental para lograr un manejo exitoso de las distintas problemáticas. Es esencial un soporte social y una red de contención donde los pacientes y sus familias puedan estar involucrados que comience ahora y continúe después. La tecnología nos ha proporcionado las herramientas para estar cerca pero para que la población haga uso de ellas es imprescindible informar!
Sabemos que la probabilidad de la exacerbación de enfermedades crónicas es muy alta. Empeoramiento de enfermedades como diabetes, hipertensión, enfermedades cardíacas, depresión y ansiedad, entre otras, es lo esperable así como también el desarrollo de la aparición de primeros episodios de estas dolencias. Pero además sin lugar a dudas no podemos perder de vista que este fenómeno es de ida y vuelta: los problemas de salud mental derivan en deterioro de la salud física y deterioro de las enfermedades crónicas de base así como el empeoramiento de una afección genera la aparición de ansiedad, tristeza, desesperanza, miedo a morir y hasta cuadros depresivos severos.
Fragilidad emocional, abuso y dependencia de alcohol y drogas, violencia intrafamiliar, temores variados por la propia salud o la de la familia, a la muerte, a perder el trabajo son solo algunos de los eventos de posible aparición. Enfermedades psiquiátricas como depresión, ansiedad o estrés postraumático pueden hacer su debut por primera vez en la etapa posterior a una Pandemia.
Los esfuerzos para controlar el brote de la Gripe Española en 1918, llamada "el más grande holocausto médico de la historia", se basó en intervenciones no farmacéuticas: cuarentena, cierre de escuelas y comercios, prohibición de reuniones públicas, enseñanza sobre como toser y estornudar y el uso de mascarillas faciales. Se recomendaba el lavado de manos y se trataba de detectar y aislar a los individuos infectados...
100 años después, ¿estamos en el mismo lugar? Casi... La gran diferencia es el conocimiento del significado de la prevención. Así como las consecuencias en áreas económicas y laborales que devienen como efecto dominó luego de una catástrofe no durarán sólo unos meses, las enfermedades psiquiátricas y sus secuelas llegarán para quedarse por mucho tiempo dejando efectos sordos y sostenidos quizás por años.
Tenemos a nuestro alcance la maravilla de la tecnología que nos permite llegar a cada hogar, a cada familia, a cada individuo informando sobre la importancia de la Salud Mental. Preservar su cuidado tiene tanto valor como preservar la Salud física. El costo de ser indiferentes puede ser muy alto, tenemos como sociedad el compromiso de actuar ahora para minimizar los efectos devastadores de la próxima pandemia.
Dra. Adriana M. Rivetti
• Médica UBA (MN 59621)
• Especialista en Psiquiatría (Ministerio de Salud. Ciudad de Bs. As.)
• Secretaria Científica de la Asociación Argentina de Psiquiatría Biológica (AAPB) (2017-2020)
• Ex-Presidente de la Asociación Argentina de Psiquiatría Biológica (AAPB) (2011 – 2014)
• Directora Curso Superior para Residentes de la Asociación Argentina de Psiquiatría Biológica (2010-2016)
• Miembro de WFSBP (World Federation of Societies of Biological Psychiatry)
• Miembro de ISAD (International Society for Affective Disorders)
• Ex docente de la 1 ?cátedra de farmacología (UBA)
• Docente del posgrado de Geronto-Psiquiatría de la Asociación Neuropsiquiátrica Argentina
• Directora de CEIDEP (Centro de Diagnóstico, Investigación y Tratamiento en Depresión)
• Directora de Psicosalud (Centro de Salud Mental y Hospital de día)
• Coordinadora General y Admisora del área de Psicopatología de “Alta Salud”