Trabas en la atención

El Gutiérrez, otro hospital modelo que reclama atención

Largas esperas en la guardia, padres que duermen en los pasillos, falta de equipos importados e internas gremiales ponen en peligro la salud de los más vulnerables; aseguran que faltan entre 100 y 150 enfermeros.

Fuente: La Nación

Por Valeria Vera

Ya cayó el sol y el frío de la calle recorre los escalones que dan acceso a una guardia en movimiento, aún tranquila. Sólo los separa una puerta de vidrio que, por momentos, simula ser giratoria debido a la cantidad en aumento de bebes, chicos, padres y familias que se ven pasar. El desfile es incesante. Los motivos, diversos.

Entre ellos, están los que prefieren permanecer sentados, resguardados en sus abrigos; los que caminan de un lado a otro con niños en brazos, buscando una distracción; y los que salen a tomar un poco de aire fresco en el ingreso que da sobre la calle Bustamante. Ahí está Paola, una mujer de la zona, con larga experiencia en el Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez, y madre de tres hijos, dos de ellos con enfermedades crónicas. "Antes venía a las 7 de la mañana y me iba a las 3 o 4 de la tarde, pero ahora el servicio está un poco más agilizado y son sólo dos o tres horas de espera", describe a LA NACION. "Pasé por 17 operaciones con el más grande y seis con el menor. Hoy traje a la más chiquita, que está con vómitos", relata antes de irse a su casa con el diagnóstico en mano.

Para muchos pacientes la demora en la consulta y en la asignación de los turnos forma parte de esa rutina que envuelve al sistema de salud público y de la que este centro de alta complejidad no consigue escapar. Concurren, pese a todo, por su trayectoria. Otros, en cambio, lo descubren sobre la hora e intentan acostumbrarse. "Es la primera vez que vengo. Tardan un poco, pero atienden bien. Vine por la nena, que tiene una infección. Lamentablemente la derivaron. Acá no hay más camas", cuenta Miriam que llegó desde Ituzaingó para que revisaran a la hija de su pareja.

El tiempo se hace eterno en la sala (especialmente, a partir de las 19, cuando los consultorios externos dejan de atender). También, a veces, se alarga en las cirugías. Fuentes cercanas al hospital precisaron a LA NACION que unos 2000 pacientes aguardan poder operarse. No obstante, las autoridades del Gutiérrez explicaron que el número es dinámico y fluctúa en función de la cantidad de pedidos.

Otra postal que ofrecen los inviernos son las camillas en los pasillos, donde los chicos quedan expuestos al contagio. La situación, coinciden varios trabajadores, cedió ahora porque se retiró la demanda, pero si vuelve a crecer estiman que regresarán los mismos problemas.

"Tenemos mucha demanda. Son alrededor de 500.000 consultas por año. No podemos hablar de colapso porque respondemos en la medida en la que los chicos lo necesitan", subrayó la directora del hospital, Cristina Galoppo.

Trabas en la atención

No obstante, la guardia, con planes de cambio, no es el único punto débil que acusa el lugar por estos días. Basta con atravesar esa misma puerta de vidrio para observar otras carencias, algunas más ligadas a la práctica médica y otras a las condiciones en las que se ejerce a diario.

Distintas asociaciones gremiales expusieron a LA NACION inconvenientes que avanzan en simultáneo y que podrían, a su entender, "volver inoperante" al Gutiérrez en el corto plazo.

Por un lado, mencionaron la falta de enfermeros para ocupar los puestos más críticos de asistencia. Por el otro, alertaron sobre la urgencia de cubrir las vacantes de los administrativos que se van. "Se congelan las partidas y no se puede nombrar a nadie. Hacemos de secretarios, enfermeros, camilleros y médicos porque hay un montón de áreas donde se necesita personal", graficaron.

Sobre estas denuncias, se expidió la propia Galoppo, quien reconoció a LA NACION que es cierto que no disponen del número ideal de empleados: "No estamos con el staff deseado, aunque todo el tiempo entra y sale gente. Necesitaríamos contar con unos 100 o 150 enfermeros más para estar cómodos. Con respecto a los administrativos, hay un déficit que no podemos negar. Tenemos mucha más tecnología y requerimos de personal entrenado. Hace falta un plus para poder mover a un monstruo como éste".

El panorama, de por sí complejo, empeora con otros obstáculos que perjudican aún más la atención: los ajustes económicos afectan hoy la compra de repuestos de equipos especiales; un efecto palpable de las trabas a las importaciones impulsadas por el Gobierno Nacional. Así lo hizo saber un equipo de anestesistas durante una visita al quirófano, en la que se observaron aparatos de última generación detenidos hasta nuevo aviso.

En torno a la crisis que atraviesa actualmente el sistema de salud en la Capital, la propia vicejefa de gobierno porteño, María Eugenia Vidal, y el ministro de Salud, Jorge Lemus, admitieron a LA NACION el déficit en recursos humanos, insumos e infraestructura, aunque destacaron que, desde 2007 fueron nombrados 6200 médicos y 2940 enfermeros. A lo largo de este año, anunciaron, llegarán a los hospitales 100 millones de pesos en equipamiento.

Emergencia edilicia

Lejos de las carencias asociadas a los recursos, la excelencia que distingue al Gutiérrez se opaca también, momentáneamente, cuando se conoce la intimidad de sectores como la cocina, uno de los más castigados, pese a haber sido construida en 1998.

El lugar, estructurado en subsuelos, se aleja del arcaísmo que caracteriza a otras zonas ahí dentro, pero refleja un abandono, que se traduce en filtraciones, roturas en la mampostería y olor a humedad. El ascensor casi no funciona y la salida de emergencia linda con una puerta que queda trabada cuando se retiran los últimos médicos de los consultorios. "Es una trampa mortal", dicen sus empleados mientras preparan el menú para los pacientes. Galoppo confirmó a LA NACION que está prevista una reforma integral en los próximos meses, que prácticamente implica montarla desde cero. "La cocina actual claramente falló", deslizó.

Sumado a las trabas en la atención en las guardias y al panorama en distintos sectores del edificio, la urgencia de contar con un espacio para albergar a las familias de los chicos más graves puso sobre el tapete otra insuficiencia en materia de infraestructura: disponer de un lugar digno donde puedan estar cerca de sus hijos y pasar la noche. Muchos de ellos hoy duermen en rincones sobre camas improvisadas con frazadas y bolsos, como constató este medio durante una recorrida.

La Casa de Ronald Mc Donald´s, el proyecto que más fuerza había adquirido para paliar esta situación y que era respaldado por la dirección del Gutiérrez y el gobierno porteño, quedó trunco después de que la Justicia hizo lugar a un amparo presentado por legisladores de Proyecto Sur para frenar la construcción. En el texto aclararon que apoyaban la obra "sin fines propagandísticos ni comerciales". La solución de esta puja aún es un misterio.

El Gutiérrez, gigante por donde se lo mire, no descansa nunca. Pero hoy, concretamente, pelea para poder resolver parte de los reclamos más inmediatos. También lo hace para no perder un lugar de privilegio que supo alimentar con los años: ser uno de los centros de medicina de alta complejidad mejor considerados dentro de América del Sur.