El Garrahan, una proeza
Por Nora Bär | LA NACION
Tiene casi la misma edad que mi hija menor. Tal vez por eso, porque como mamá muchas veces llegué allí con el corazón en la garganta y salí con el consuelo de saber que me habían atendido médicos "con todas las letras", y lo mismo le pasó a una de mis hijas con mi nieto en más de un apuro, el hospital Garrahan me inspira una gratitud particular. Aun con sus falencias (tratándose de la salud, ¿cuándo no las hay?), este centro de referencia en pediatría es un orgullo genuino.
En números, asombra. Sus equipos atienden a un tercio de los chicos con cáncer de todo el país (unos 400) y curan a siete de cada diez, colocan corazones artificiales, hacen alrededor de 150 trasplantes anuales, atienden 400.000 consultas y realizan 10.000 cirugías generales y 700 cardiovasculares.
En logros, apabulla. Allí se realizan algunos de los tratamientos más avanzados de la medicina actual, funciona el Banco Público de Sangre de Cordón Umbilical (que provee células madre) y está por inaugurarse el primer Centro Regional de Hemoterapia, que incluye la construcción de una planta de 740 metros cuadrados para promover la donación voluntaria y repetida de sangre y garantizar la seguridad transfusional. Y lo más importante es que se atiende a todos en forma gratuita, sin distinciones.
Fue fundado hace 25 años con la filosofía que inspiró el maestro Carlos Gianantonio, creador de la primera residencia en pediatría que tuvo el país, y desde entonces ejerció una mística particular: sus médicos tienen que estar ocho horas en el hospital, hacen docencia e investigación y tienen una visión integral de los chicos. Lo mismo podría decirse de los farmacéuticos, de los enfermeros...
Cuentan que su primer director, el doctor Juan Carlos O'Donnell, no vaciló en pagar de su propio bolsillo diez ampollas de insulina que faltaban en la farmacia del hospital durante la primera guardia.
"Había como un fuego en la nuca por otras experiencias que habían quedado en el camino -recuerda en una revisión sobre su historia la actual directora ejecutiva, Josefa Rodríguez-. Teníamos tal locura en aquel entonces que armábamos respiradores en las salas de terapia intermedia, llevábamos las camas nosotros, los pies de suero, todo. Había pasión en lo que hacíamos."
Este sábado el Garrahan cumple 25 años. Si todo lo que hoy celebran fue posible porque estuvieron poseídos por una especie de "locura", cuánto podríamos lograr si este país tuviera muchos más de estos "locos"....