Por Kerry Grens
NUEVA YORK (Reuters Health) - El mayor apagón de la historia de Estados Unidos causó 90 muertes más en Nueva York, además de accidentes y complicaciones de enfermedades, según revela una revisión de las estadísticas vitales del verano del 2003.
"Nuestros resultados indican que la falta de suministro eléctrico causa daños inmediatos y graves a la salud humana", dijo Brooke Anderson, investigadora de la Johns Hopkins University.
Anderson aseguró que su estudio es el primero en demostrar que la mortalidad que produce un apagón eléctrico no deriva sólo de un aumento de los accidentes, como el envenenamiento por monóxido de carbono de los generadores, sino también de enfermedades crónicas, como las cardiovasculares y las respiratorias.
En la revista Epidemiology, el equipo de Anderson aclara que las estadísticas de la mortalidad durante los desastres naturales, como los huracanes, incluyen las muertes directamente atribuibles a factores como el ahogamiento, aunque en esos desastres también se corta el suministro eléctrico.
El equipo reunió datos del pronóstico, la contaminación y las causas de muerte en la Ciudad de Nueva York durante el apagón de agosto del 2003.
Aunque casi toda la ciudad quedó a oscuras durante un solo día, entre el 14 y el 15 de agosto, el apagón afectó a gran parte de la región noreste de Estados Unidos y Canadá durante cuatro días, incluidas ciertas áreas de la ciudad.
Entonces, el Departamento de Salud de la Ciudad de Nueva York atribuyó sólo seis muertes al apagón; la mayoría por envenenamiento con monóxido de carbono.
Pero el equipo identificó un aumento del 28 por ciento de la mortalidad durante el apagón. Doce de esas muertes adicionales fueron por accidentes; 38 por enfermedades cardiovasculares; tres por problemas respiratorios, y 37 por otras enfermedades.
Las condiciones durante un apagón explicarían por qué las enfermedades se pueden agravar con la falta de suministro eléctrico.
"Las personas quedaron atrapadas en los subterráneos, en la oscuridad y sin saber qué estaba pasando. A partir del 11 de septiembre, la gente está más asustada y el estrés puede causar infartos o exacerbar el asma", por ejemplo, dijo Shao Lin, epidemióloga del Departamento de Salud del Estado de Nueva York que no participó del estudio.
Los bomberos tuvieron que rescatar a cientos de personas de ascensores y muchos no tuvieron agua durante el apagón en los departamentos más altos de los edificios.
Anderson señaló que muchos no podrían controlar su enfermedad. "La mayoría de los locales de venta de comida y las farmacias estaban cerrados, lo que puede causarle graves problemas a un diabético o a la persona que le faltan remedios", dijo.
Las ambulancias tardaban más en llegar, los dispositivos médicos hogareños eléctricos no funcionaban y los teléfonos quedaron inutilizados durante una parte del apagón. Hacía bastante calor, pero no lo suficiente para considerarlo "una ola de calor".
Los monitores de contaminación no funcionaron durante el apagón, pero inmediatamente después registraron un aumento de ciertas sustancias contaminantes en el aire.
Lin explicó que la contaminación que produce el escape del transporte público u otras fuentes también puede agravar las enfermedades respiratorias y elevar la cantidad de muertos.
En un estudio previo, con su equipo Lin había detectado un aumento de las hospitalizaciones por causas respiratorias durante el apagón.
Anderson adelantó que la sobrecarga de la demanda eléctrica podría aumentar los apagones en el futuro y comentó que las empresas que suministran electricidad están trabajando para evitar nuevos apagones, en especial durante las olas de calor cuando el riesgo es más alto.
FUENTE: Epidemiology, 16 de enero del 2012