Tara Parker-Pope / The New York Times
NUEVA YORK.- ¿Por qué algunos hombres y mujeres engañan a sus parejas, mientras que otros resisten la tentación?
Para poder responder esta pregunta, los investigadores están estudiando la ciencia del compromiso, analizando desde los factores biológicos que parecen influir en la estabilidad matrimonial hasta las respuestas psicológicas de las personas después de coquetear con un extraño.
Sus hallazgos sugieren que mientras algunos pueden ser naturalmente más resistentes a la tentación, los hombres y las mujeres pueden entrenarse para proteger sus relaciones y aumentar su compromiso.
Estudios recientes presentan interrogantes acerca de si los factores genéticos influyen en el compromiso y en la estabilidad matrimonial. Hasse Walum, biólogo del Instituto Karolinska, de Suecia, estudió a 522 conjuntos de mellizos para averiguar más acerca de un gen vinculado con la regulación de la vasopresina, una hormona que promueve la adhesión.
Los hombres que eran portadores de una variante en el gen tenían menos posibilidad de estar casados, y aquellos que habían contraído matrimonio tenían más probabilidades de sufrir problemas maritales serios y poseer esposas infelices. A pesar de que se lo llama "el gen de la fidelidad",
El doctor Walum lo consideró un nombre equivocado: su investigación se había concentrado en la estabilidad matrimonial y no en la fidelidad.
Resistir la tentación
Aunque puede haber muchas diferencias genéticas que influyan en el compromiso, otros estudios sugieren que el cerebro puede ser entrenado para resistir la tentación.
Una serie de inusuales estudios liderados por John Lydon, psicólogo de la Universidad McGill, de Canadá, analizaron cómo reacciona a la tentación la gente que mantiene relaciones estables. En un trabajo, a hombres y mujeres casados, y muy comprometidos se les pidió que hicieran un ranking de la atracción de personas del sexo opuesto en una serie de fotos. Resultó poco sorprendente que les dieran los puntajes más altos a personas que típicamente consideramos atractivas.
Más tarde, se les mostraron fotos similares y se les dijo que la persona estaba interesada en encontrarse con ellos. En esa situación, los participantes consistentemente les dieron a esas fotos puntajes más bajos que la primera vez.
Cuando ellos se sentían atraídos a alguien que podía amenazar la relación, parecían decirse instintivamente: "No es tan fabuloso". "Cuanto más comprometido uno se siente -dijo Lydon-, menos atractiva piensa que es la gente que amenaza esa relación."
Otros estudios realizados en la Universidad McGill confirmaron diferencias en cómo los hombres y las mujeres reaccionan frente a estas amenazas.
En uno, actores y actrices atractivos flirtearon con sujetos de estudio en una sala de espera. Más tarde, se les preguntó a los participantes acerca de sus relaciones y, particularmente, cómo responderían a un mal comportamiento de su pareja, por ejemplo, llegar tarde u olvidar avisar de un retraso.
Los hombres que habían estado flirteando unos minutos antes eran menos condescendientes con el hipotético mal comportamiento. Pero las mujeres respondían a la inversa: los perdonaban más, lo que sugiere que su flirteo previo había gatillado una respuesta protectora cuando se discutía sobre su relación.
"Pensamos que los hombres en estos estudios pueden haberse sentido comprometidos, pero las mujeres tenían un plan de contingencia -la alternativa atractiva activa las alarmas, dijo Lydon-. Las mujeres implícitamente consideran eso como una amenaza. Los hombres, no."
Autoexpansión
Pero puede que no sean sentimientos de amor o de lealtad lo que mantiene juntas a las parejas. Por el contrario, especulan los científicos, tal vez nuestro nivel de compromiso depende de cuánto una pareja enriquece nuestra vida y amplía nuestros horizontes, un concepto que Arthur Aron, psicólogo e investigador de la Universidad Stony Brook, llama "autoexpansión".
Ahora, los investigadores se están embarcando en una serie de estudios para medir cómo la autoexpansión influye en una relación de pareja. Ellos teorizan que las parejas que exploran nuevos lugares e intentan cosas nuevas aumentarán su nivel de compromiso.
"Iniciamos relaciones porque otra persona se convierte en parte de nosotros mismos, y eso expande nuestro ser -dijo Aron-. Es por eso que las personas que se enamoran se quedan despiertos toda la noche conversando y lo toman como una experiencia estimulante. Pensamos que las parejas pueden recuperar algo de ese sentimiento planteándose desafíos y encarando desafíos juntos."
¿Existe la adicción al sexo?
La conducta sexual compulsiva puede ser un verdadero problema para algunas personas, pues los incita a realizar actos arriesgados y autodestructivos con su libido como protagonista, afirman los expertos.
La carrera del jugador profesional de golf Tiger Woods casi se termina ante revelaciones de que había sido infiel con hasta doce mujeres. Steve Phillips, ex gerente general de los Mets de Nueva York, fue despedido de su trabajo como analista de béisbol en la red de ESPN tras un escándalo sexual en su lugar de trabajo.
¿Pero sufren ellos, y otros en situaciones semejantes, de una adicción real?
Tanto Woods como Phillips han asegurado que sí, y ambos hombres buscaron tratamiento en programas contra la adicción sexual.
Los profesionales de la salud mental se muestran de acuerdo en que algunas personas tienen conductas sexuales descontroladas y nocivas, y que de verdad no pueden evitarlo.
Sin embargo, no se ponen de acuerdo en si esta conducta constituye una verdadera adicción o si es más adecuado considerarla algún otro tipo de trastorno mental.
La nueva edición del Manual de Diagnóstico y Estadísticas de los Trastornos Mentales, el libro que se considera la biblia de la psiquiatría, incluirá una nueva categoría de conductas adictivas, pero la adicción sexual no figurará en ella.
"No hay suficiente evidencia empírica para considerar el sexo como una adicción en este momento", señaló el Dr. Martin P. Kafka, profesor clínico asociado de psiquiatría de la Facultad de medicina de la Harvard y miembro del equipo de trabajo que revisa el manual.
Los terapeutas que trabajan con la adicción sexual no están de acuerdo.
"Hemos estado tratando la adicción al sexo por más de veinte años", aseguró Douglas Weiss, psicólogo y director ejecutivo del Centro de Psicoterapia Heart to Heart de Colorado Springs, Colorado.
Weiss anotó que el campo de la psiquiatría a veces se rezaga de los hechos. Por ejemplo, la homosexualidad fue incluida como trastorno mental en muchas ediciones iniciales del manual y los psiquiatras tardaron mucho en aceptar que el alcoholismo era una enfermedad.
Además, hay diferencias claras entre las personas que tienen impulsos sexuales muy intensos y las personas adictas al sexo, apuntó Weiss.
"La persona con mucha libido desea una conexión emocional", dijo. "El adicto al sexo sólo quiere su dosis. No se trata de intimidad. Es sobre esa dosis. Durante el acto en sí, los adictos al sexo están desvinculados".
Incluso los psiquiatras que no están de acuerdo con la existencia de la adicción al sexo aceptan que hay personas que tienen problemas sexuales y que parecen encajar con esa definición.
"La idea de la adicción sexual es extremadamente útil desde el punto de vista clínico", apuntó Kafka. "La gente viene e informa que es adicta al sexo. Que está destruyendo sus vidas. Entre las personas con esta afección, llamarla adicción al sexo realmente concuerda con su experiencia".
Sin embargo, hay problemas con el intento de encajar la compulsión sexual dentro del modelo psiquiátrico establecido de las adicciones, apuntó Kafka:
No se ha demostrado que se necesite cada vez más sexo para obtener el mismo efecto, como ocurre con la adicción a las drogas. Aunque conlleva conductas arriesgadas, no hay evidencia sólida de que la toma de riesgos aumente, como en las demás formas de adicción. Aunque puede ser difícil, o imposible, que la gente abandone la conducta sexual compulsiva, los investigadores no están seguros de que en realidad sufren de abstinencia. El problema surge de intentar aplicar el modelo de adicción a actividades biológicas innatas, explicó Kafka.
El uso de drogas y los juegos de azar "no son estados impulsados por la biología, como comer, dormir o el sexo", apuntó. "Todos queremos comer, dormir y tener relaciones sexuales". En otras palabras, es difícil atribuir algo que la gente necesita hacer como parte de ser seres humanos a la adicción.
La psiquiatría ha podido diagnosticar y abordar aberraciones en esos impulsos biológicos sin llamarlos adicciones. Por ejemplo, se diagnostica a las personas que comen de forma compulsiva con bulimia o trastorno por atracón, pero no se les llama adictos a la comida.
Weiss propuso crear una nueva categoría de enfermedad, el trastorno de hipersexualidad, en el manual de diagnóstico. Ésta cubriría las conductas que ahora se denominan adicción al sexo.
El nuevo diagnóstico incluiría actividades como promiscuidad excesiva, una dependencia excesiva de la pornografía y la masturbación compulsiva. "Estas conductas tienen características específicas y pueden causar consecuencias adversas cuando son frecuentes e intensas", aseguró Weiss.
FUENTES: Martin P. Kafka, M.D., associate clinical professor, psychiatry, Harvard Medical School, and clinical associate, psychiatry, McLean Hospital, Boston; Douglas Weiss, Ph.D., psychologist and executive director, Heart to Heart Counseling Center, Colorado Springs, Colo.
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