Eso no me gusta", "eso no lo quiero", "es feo", "tiene colores". La relación de los más chicos con la comida suele ser traumática, pero una buena conducta alimentaria es clave en su desarrollo. Y como toda conducta, los primeros años son fundamentales para establecer los hábitos alimentarios de los más chicos.
Los médicos identifican como "neofobia" al rechazo a los nuevos alimentos, que suele generar desesperación en los padres. Sin embargo, afecta a casi todos los nenes y se da en dos etapas: a los seis meses, cuando los bebés empiezan a incorporar otros alimentos además de la leche materna, y a los tres años, que coincide con una etapa madurativa de la personalidad del niño, relacionada al "desarrollo del yo".
"Se debe explicar a la madre que es una situación normal, para no generar angustia o preocupación", advierte Liliana Trifone, pediatra especialista en Nutrición y vicepresidenta de la Sociedad Argentina de Nutrición. "El lactante sólo conoce el sabor dulce de la leche materna, y no el sabor salado de otros alimentos, y por eso los rechaza", explica. Los alimentos más "difíciles" son las verduras y el pescado, mientras que los dulces ocupan el lugar preferencial.
Según Marisol Díaz, licenciada en Nutrición y socia de la Asociación de Dietistas y Nutricionistas, lo que más determina e influye en el gusto del chico son las texturas y los sabores. "Se puede cambiar la forma de presentación y de cocción de un alimento que ya fue rechazado. Una vez que el chico probó entre 8 y 10 veces un mismo alimento se puede determinar que realmente no le gusta", recomienda Díaz, que reconoce que la preferencia suele aumentar con la exposición repetida.
¿Y qué pasa con los chicos que no comen casi nada? "Si come un sólo grupo de alimentos o es muy selectivo, hay que observar qué comen los padres, y además si en el comienzo de la alimentación complementaria se le reiteró y ofreció variedad de alimentos. Muchas veces con tal de que coma se le pregunta qué desea y se le termina ofreciendo siempre lo mismo", explica la doctora Trifone. "No es para preocuparse, aunque obviamente si esto termina repercutiendo en la curva de crecimiento, por supuesto que hay que tener un cuidado especial", concluye Díaz.