Publicados en "Nature"

Obesidad y diabetes, relacionadas con un peor sistema inmunológico

Cuatro estudios aportan nuevos enfoques terapéuticos a ambas enfermedades.

MÓNICA L. FERRADO  -  Barcelona 
 
Cada vez hay más indicios de que la obesidad y la diabetes están relacionadas con un mal funcionamiento del sistema inmunológico. La revista Nature publica hoy los resultados de cuatro investigaciones que así lo indican. Demuestran que las células T, que hasta ahora se pensaba que sólo regulaban otras células inmunes, también hacen de enlace entre el sistema metabólico y el sistema inmunológico. Los investigadores han podido comprobar que los ratones obesos y con diabetes tipo 2 no tienen células T en su tejido adiposo. Como consecuencia, se desencadena un proceso inflamatorio que contribuye al aumento de peso y a la resistencia a la insulina.

Los investigadores han estudiado el tejido adiposo. En él no sólo se encuentran adipocitos (las células que acumulan la grasa), sino también células del sistema inmunológico que forman un complejo engranaje. Hasta ahora se pensaba que las células T sólo controlaban la presencia de linfocitos T, garantizando que éstos atacasen a un patógeno extraño en la justa medida, sin excederse y sin dañar los tejidos. Sin embargo, los investigadores han podido ver que su papel va mucho más allá. Su ausencia en individuos obesos estaría relacionada con el desarrollo de la diabetes tipo 2. "La presencia de estas células en el tejido adiposo de los individuos más delgados los protege contra la diabetes tipo 2 y la resistencia a la insulina", afirma Laura Herrero, del grupo de investigación de Regulación Génica de la Oxidación de ácidos grasos de la Universidad de Barcelona.

El motivo es que la ausencia de células T incide en la respuesta inflamatoria. "Además, hemos descubierto que otro tipo de células inmunológicas inflamatorias, los macrófagos, están inversamente relacionadas con estas células. Es decir, que mientras que el tejido adiposo de un individuo obeso y diabético está lleno de macrófagos inflamatorios y casi sin células T, en el tejido adiposo de un individuo con peso normal la situación es contraria", explica Herrero. En definitiva, los investigadores creen que la inflamación ocasionada por los macrófagos produce resistencia a la insulina y que, por tanto, las células T reguladoras son las encargadas de mantenerlos a raya en el tejido adiposo normal, previniendo así la inflamación.

Los resultados aportan nuevos enfoques terapéuticos ante la obesidad y la diabetes, potenciando las propiedades antiinflamatorias de las células T y de los mastocitos. De hecho, en otro de los estudios que publica Nature, los investigadores han administrado dos medicamentos que se utilizan para tratar la alergia a ratones obesos y con diabetes tipo 2. Así, lograron reducir tanto su peso como la resistencia a la insulina.

Tanto la diabetes tipo 1 como la de tipo 2 suponen una producción anormal de insulina. Sólo la de tipo 1 se considera como una enfermedad autoinmune, porque el sistema inmunológico ataca las células beta del páncreas que se encargan de producir la insulina. Hasta ahora se creía que la diabetes de tipo 2 era una enfermedad estrictamente metabólica y que lo que ocurría era que las células se iban volviendo "sordas" ante las señales de la insulina y perdían su capacidad para metabolizar la glucosa. Estos resultados demuestran que en estos casos el sistema inmunológico también interviene de forma crucial.

En otras investigaciones recientes se ha relacionado esta desregulación de las defensas con enfermedades como la esclerosis múltiple e, incluso, con ciertos tipos de cáncer. Si bien ahora, tanto la diabetes como la obesidad estaban consideradas como trastornos del sistema metabólico, "parece que vamos a presenciar la emergencia de una nueva disciplina biomédica: inmunometabolismo", dice Diane Mathis, de la Harvard School of Medicine.


Las células inmunes también tienen un papel en el desarrollo de la diabetes tipo 2
Varios estudios relacionan la obesidad con alteraciones inmunológicas

El tejido graso de ratones obesos apenas tiene células T, frente a un animal sano.

MARÍA VALERIO

Cada vez está más claro que la obesidad, además de ser un trastorno metabólico, está acompañada por una inflamación crónica de los tejidos grasos, que acaba desencadenando la resistencia de las células a la insulina y la aparición de diabetes tipo 2. La cascada de señales celulares que se produce en la grasa y que escapan al control del sistema defensivo del organismo es uno de los nuevos campos de investigación en este terreno y cuatro estudios independientes en la revista ''''''''Nature Medicine'''''''' demuestran que la inmunología podría estar más relacionada con la diabetes de lo que se creía hasta ahora.

Los cuatro estudios (uno de ellos con participación española), llevados a cabo con ratones, abren la puerta a la posibilidad de tratar la enfermedad metabólica con tratamientos dirigidos a actuar sobre las células defensivas del organismo. Sin embargo, los investigadores son aún cautos sobre la posible aplicación de sus resultados en humanos.

De hecho, aunque hasta ahora la inmunoterapia ha sido crucial en el terreno de la diabetes tipo 1 (que supone el 10% de los casos y es, al fin y al cabo, una enfermedad autoinmune), éste es un terreno prácticamente en pañales en el caso de la diabetes vinculada a la obesidad, como reconoce desde el Hospital Vall d''''''''Hebron el doctor Rafael Simó.

"Si hasta ahora se pensaba que la diabetes tipo 2 era un trastorno estrictamente metabólico, estos trabajos demuestran la participación del sistema inmune", señala por su parte a elmundo.es Laura Herrero, bióloga de la Universidad de Barcelona y firmante en una de las investigaciones, dirigida por los catedráticos de la Universidad de Harvard Diane Mathis y Steven E. Shoelson.

Antialérgicos para la diabetes

En otro de los estudios, encabezados por Guo-Ping Shi, bioquímico en la Universidad de Harvard y el Brigham and Women''''''''s Hospital de Boston (ambos en EEUU), se emplearon dos medicamentos antialérgicos (el ketotifeno de fumarato que se usa para la conjuntivitis alérgica, y el cromoglicato sódico que emplean algunos pacientes con dificultades respiratorias) para tratar durante dos meses a un grupo de roedores que sufrían diabetes y obesidad.

En trabajos anteriores, Shi ya había observado que estos dos fármacos son capaces de regular la acción de los mastocitos, un tipo de células que participa en las reacciones inmunológicas e inflamatorias del organismo. En condiciones normales, los mastocitos facilitan la curación de tejidos; sin embargo, en algunas situaciones (y la diabetes podría ser una de ellas), los mastocitos sobreactúan, "y se convierten en algo parecido a una bolsa de basura agujereada que deja gotear ''''''''basura molecular'''''''' hacia los tejidos", como explica el equipo en una nota de prensa.

Inmunometabolismo

De hecho, Shi y su compañero Jian Liu, sabían que los niveles de mastocitos son más abundantes en el tejido graso de ratones e individuos obesos; por lo que se preguntaron si estos medicamentos también tendrían algún tipo de acción a este nivel. Para ello compararon durante dos meses la evolución de un grupo de roedores: algunos de ellos sometidos a una dieta normal, otros combinando dieta sana y la medicación o bien, únicamente, administrándoles alimentos bajos en grasa y azúcares.

Aunque la dieta cumplió su función de mejorar el control metabólico, fue con los antialérgicos como se observó una recuperación prácticamente del 100% en todos los parámetros relacionados con la obesidad y la diabetes.

Para confirmar esta observación, probaron a engordar con una dieta rica en grasa y azúcar a un grupo de animales genéticamente modificados para que no pudiesen fabricar mastocitos. Después de tres meses, los animales no se habían vuelto obesos ni desarrollaron diabetes.

Pero no son los mastocitos los únicos elementos del sistema inmune que parece jugar un papel importante en esta enfermedad. En los otros tres trabajos, la atención se centra en las llamadas células T, que podrían regular de alguna manera la inflamación que sufren los tejidos grasos en los sujetos con obesidad. De hecho, en la composición de la grasa no sólo pueden encontarse células grasas propiamente dichas (adipocitos), sino también otras variedades inmunológicas.

De nuevo desde Harvard, otro equipo dirigido por Markus Feuerer (en el que ha colaborado también Laura Herrero, de la Universidad de Barcelona) ha descubierto que los roedores obesos tenían un número sorprendentemente bajo de células T reguladoras en su tejido adiposo en comparación con los ejemplares sanos. Si hasta ahora se creía que estos glóbulos blancos únicamente regulaban a otras células inmunes (son conocidas como las guardianas del sistema inmunológico), estos trabajos sugieren que son en realidad, además, un vínculo entre el sistema metabólico y el inmunitario.

Como explica Herrero, mientras el tejido adiposo de los roedores obesos y diabéticos está lleno de macrófagos inflamatorios, pero apenas tiene células T; la grasa de un individuo sano con un peso normal tiene la composición inversa: pocos macrófagos y más células T. "Ahora estamos viendo que potenciar las propiedades antiinflamatorias de estas células puede tener una aplicación terapéutica contra enfermedades metabólicas como la diabetes tipo 2 o la resistencia a la insulina".

El Mundo, España