CRISTINA DE MARTOS
La identificación en 2006 de una nueva cepa de la ''Chlamydia trachomatis'' que se había extendido rápidamente por Suecia hizo saltar las alarmas. La bacteria sufrió una mutación en la región del ADN para la que están diseñados los tests diagnósticos lo que le permitió pasar desapercibida. Científicos británicos han analizado ésta y otras cepas y han hallado zonas de su genoma más estables y apropiadas para su detección.
En los últimos años, el número de casos detectados de infección por ''C. trachomatis'' se ha disparado en buena parte de los países occidentales. Sin embargo, los médicos suecos pensaron durante meses que estaban logrando reducir los contagios dentro de sus fronteras. Al menos eso decían las estadísticas. La sorpresa fue mayúscula cuando en octubre de 2006 se toparon con una variante de la bacteria invisible ante las pruebas diagnósticas habituales. Las peores noticias se confirmaron, las infecciones no sólo no habían disminuido sino que alcanzaron su máximo histórico en 2007.
En algún momento este microorganismo perdió un fragmento de uno de sus plásmidos. Estas estructuras son moléculas de ADN que se sitúan fuera del cromosoma de la bacteria y suelen ser las dianas escogidas para desarrollar tests diagnósticos debido a su elevada estabilidad. El problema es que las 377 letras del código desaparecidas son, precisamente, la zona a la que se dirigen estas pruebas.
Atención por parte de la comunidad científica
"La comunidad científica debe tener cuidado con esta advertencia", ha explicado Helena Seth-Smith, autora principal del estudio e investigadora del Instituto Sanger (Reino Unido). "Este tipo de evolución que evade el diagnóstico puede ocurrir en otras bacterias infecciosas". Se trata, afirma otro de los firmantes, de "un importante giro en los acontecimientos".
Ella y sus colegas, en colaboración con expertos de la Universidad de Southampton, realizaron un análisis detallado de los plásmidos y los genomas de varias cepas de ''C. trachomatis'' en busca de nuevas dianas para la detección de esta infección y han dado con zonas "más estables" del ADN que son "importantes para la estabilidad del plásmido" y que darán lugar a tests "más fiables", señala el artículo publicado en ''BMC Genomics''.
La infección por clamidia es la enfermedad de transmisión sexual más frecuente en el mundo, así como la primera causa evitable de ceguera en los países en desarrollo. Su contagio aumenta el riesgo de contraer el VIH, sus consecuencias a largo plazo incluyen diversos problemas ginecológicos, infertilidad... Pero, a pesar de todo, se dan 90 millones de contagios cada año y las cifras están probablemente infravaloradas ya que es raro que provoque síntomas.