Según un estudio llevado a cabo por investigadores del Kaiser Permanente Hospital de San Francisco (Estados Unidos) y publicado en el número del mes de marzo de la revista Gastroenterology, el consumo diario de un vaso de vino puede resultar suficiente para reducir en un 56% el riesgo de desarrollar esófago de Barret, enfermedad precursora del cáncer de esófago.
El de esófago se corresponde con uno de los tipos de cáncer cuya incidencia está creciendo más rápidamente en el mundo desarrollado. Concretamente, y a modo de ejemplo, se ha quintuplicado en los últimos 30 años en Estados Unidos.
El esófago de Barret puede afectar a un 5% de la población y se produce por un reflujo ácido permanente que daña el esófago. Además, y dado que las células de esta enfermedad pueden convertirse en cancerígenas, los pacientes con esta dolencia presentan un riesgo hasta un 30-40% mayor de desarrollar un adenocarcinoma de esófago.
Debido a que el esófago de Barret carece de síntomas de advertencia, los pacientes descubren su dolencia cuando se someten a una endoscopia por causa de una anemia, ardor de estómago o úlcera hemorrágica, momento en el que se revela que las células esofágicas están dañadas –y cambian de forma durante el proceso de curación–. Actualmente no existe tratamiento para esta enfermedad, que únicamente puede ser monitorizada.
Este ha sido el primer estudio diseñado para evaluar la conexión entre el consumo de alcohol y el riesgo de esófago de Barret. Financiado en parte por los Institutos Nacionales de Salud (NIH) estadounidenses, el trabajo analizó entre los años 2002 y 2005 a 953 hombres y mujeres residentes en el norte de California, evidenciando que la población que consumía uno o más vasos de vino tinto o blanco por día presentaba un riesgo un 56% menor de sufrir esófago de Barret. Un efecto que, sin embargo, no se observó entre las personas que consumían cerveza o bebidas destiladas.
Los investigadores desconocen la causa por la que se explica el efecto protector del vino. Así, las hipótesis posibles serían: que sus antioxidantes neutralizan el daño oxidativo causado por el reflujo gastroesofágico; o que los bebedores de vino lo hacen en las comidas, y no de forma aislada como si fueran copas, reduciendo de esa forma el potencial daño del alcohol en el tejido del esófago.
"Gastroenterology"
El vino previene frente al cáncer de esófago
Los consumidores de uno o más vasos diarios tienen un riesgo un 56% menor de desarrollar esófago de Barret, enfermedad precursora de este tipo de cáncer.