Para entender mejor los procesos por los que un paciente con insuficiencia renal crónica presenta hipotensión (disminución súbita de la presión arterial sistólica por debajo de 90 mmHg), así como para identificar a los que son vulnerables a padecerla, integrantes de la UNAM y del Instituto Nacional de Cardiología "Ignacio Chávez" desarrollan modelos matemáticos y análisis de señales que permitan su derección.
Claudia Lerma González, profesora del posgrado de la Facultad de Medicina e investigadora del mencionado instituto, destacó que utilizan estrategias como el análisis de señales de la actividad mecánica eléctrica, por medio de técnicas básicas como el estudio espectral, para obtener información fisiológica del control cardiovascular y extraer parámetros usados en el modelo matemático.
La también tutora de la maestría en Física Médica del Instituto de Física, expuso que el objetivo es prevenir los eventos hipotensivos y, eventualmente, ayudar a dar seguimiento y tratamiento hemodialítico óptimo a cada paciente.
Hemodiálisis
En el Seminario Dinñamico del Control Cardiovascular en Pacientes con Insuficiencia Renal Crónica, recordó que en el enfermo renal los riñones no filtran la sangre, por lo que en el cuerpo se acumulan exceso de agua y toxinas, y para desecharlos a veces se necesita realizar hemodiálisis.
En el Salón Ángel Dacal del Instituto de Física, la integrante del Departamento de Instrumentación Electromecánica del Instituto Nacional de Cardiología recordó que el contro cardiovascular permite que el cuerpo tenga estabilidad hemodinámica; es decir, que se mantenga una adecuada circulación de la sangre, esencial para que las células reciban la cantidad de nutrientes y oxígeno requeridos.
Aunque padezcan del riñón, entre 40 y 50 por ciento de los decesos en los pacientes renales sucede por causas cardiovasculares; además, el riesgo de muerte por una enfermedad cardiaca de personas que están en diálisis, comparadas con las sanas del mismo sexo y edad, es 10 y hasta 20 veces mayor.
El sistema cardiovascular consta de corazón (una bomba pulsátil) y vasos sanguíneos (elementos por los que circula la sangre). El primero se divide, mecánicamente hablando, en dos cavidades: por la parte derecha llega el líquido vital que ha pasado por el cuerpo, y que trae una carga importante de dióxido de carbono; sale a los pulmones para oxigenarse y regresar a la parte izquierda, desde donde es expulsado al cuerpo, a través de la aorta.
Para contraerse, los músculos cardiacos necesitan de una activación eléctrica. Cada latido inicia en una zona de tejido llamado nodo sinusal, grupo de células especializado en cambiar su polaridad cada cierto tiempo, aproximadamente cada segundo cuando se está en reposo, y que funcionan como el marcapasos natural del corazón.
Esa activación eléctrica se propaga al resto del tejido y, como resultado, hace que se contraigan los músculos, que se abran algunas válvulas cardiacas y que la sangre avance en un sentido, explicó la científica. por lo tanto, indicó, en cada latido del corazón intervienen variables mecánicas y eléctricas.
En cuanto a los vasos sanguíneos, que son como tubos elásticos, la presión de la sangre dentro de ellos varia según su tamaño. EN las arterias grandes, durante cada latido, la presión sanguínea tiene una forma pulsátil, auqnue conforme las arterias se bifurcan y disminuyen de tamaño, la sangre que avanza a través de ellas forma un flujo cada vez más continuo, y la presión disminuye.
La insuficiencia renal crónica ocasiona un aumento de presión, volumen, rigidez y resistencia de las arterias. la frecuencia cardiaca se hace más rápida y, a largo plazo, los pacientes empiezan a descalcificarse; ese calcio proveniente de los huesos se estaciona en las paredes arteriales, que se tornan rígidas. También ocurren arritmias cardiacas.
SI la presión aumenta demasiado, se corre el riesgo de que se revienten arterias pequeñas y originen derrames cerebrales; en el paciente renal, el sistema que controla esos fenómenos sufre un ataque crónico en sus mecanismos de adaptación, abundó.
Riñón artificial
Cuando los riñones no funcionan y no hay una manera de extraer el exceso de agua y toxinas, el enfermo fallece en unas cuantas semanas. La opción es usar un riñon artificial hemodiálisis; con ello, los pacientes necesitan filtrar su sangre tres veces por semana; ese proceso dura entre tres y cuatro horas por sesión, y en ese lapso se extraen entre tres y cuatro lotros de agua con toxinas.
EL corazón tiende a acelerarse progresivamente durante ese proceso, para mantener estable la presión arterial ante la extracción de volumen corporal. En ocasiones, sin embargo, llega a un punto en que la frecuencia cardiaca acelerada no compensa lo suficiente y, en unos minutos, dicha presión baja hasta presentarse la hipotensión, acompañada en ocasiones por síntomas como desmayo, calambres o vómito.
A veces, la presión se estabiliza con intervención médica; pero es un fenómeno complejo donde interviene el sistema nervioso autónomo, que influye en la variabilidad de la frecuencia cardiaca, presión arterial y estabilidad vascular. De ahí la importancia de estudiarlo, concluyó.