MARÍA SAINZ
Si un dolor en las lumbares le hace acudir a su médico, no se extrañe si su especialista lo manda a casa sin hacerle una prueba de imagen. Una revisión de estudios señala que cuando este tipo de afecciones son asintomáticas, sin ninguna zona dañada a primera vista, ni la radiografía, ni la resonancia ni el TAC (tomografía axial computerizada) suelen aportar más información sobre el caso; lo que las convierte en innecesarias.
La revista ''The Lancet'' ofrece un metaanálisis de seis trabajos que comparan "las pruebas de imagen rutinarias e inmediatas" con el abordaje clásico del dolor de la zona lumbar, en el que no se recurre apresuradamente al escáner.
Tras valorar más de 1.800 casos de pacientes con molestias agudas en la zona baja de la espalda, los autores de este trabajo, procedentes entre otros centros de la universidad Johns Hopkins (EEUU), concluyen que las pruebas de imagen no son más eficaces en el diagnóstico de afecciones sin un trastorno serio detrás.
"Los especialistas deberían abstenerse de indicar de forma rutinaria e inmediata las pruebas de imagen lumbar en pacientes con un dolor agudo o subagudo, que no presentan síntomas de padecer una enfermedad subyacente", explican los autores, dirigidos por Roger Chou, de la Universidad de Salud y Ciencia de Oregón (EEUU).
El principal objetivo del ensayo era valorar si la realización o no de estas pruebas mejora, en último término, el dolor o la funcionalidad de los pacientes. Tras analizar los seis estudios, los expertos afirman no haber encontrado diferencias significativas sobre la eficacia de ambas prácticas clínicas a la hora de paliar los citados trastornos. Estos resultados se mantuvieron a corto y a largo plazo.
La calidad de vida, la salud mental o la mejoría general del estado físico de la persona tampoco fueron distintas en función de si se habían tomado imágenes de rayos X, resonancia, TAC o ninguna de las tres.
Pensar en su utilidad
Aunque los autores de esta revisión reconocen que sus hallazgos cuentan con algunas limitaciones, como la baja cifra de estudios analizados, sostienen que antes de mandar estas pruebas debe pensarse siempre en su utilidad.
"Además de la falta de beneficio clínico, las imágenes lumbares suponen una radiación (la radiografía y el TAC); es posible que no afecten al diagnóstico o al plan de tratamiento; aumentan los costes directos; y, podrían conllevar un mayor uso de procedimientos invasivos caros y potencialmente innecesarios", destacan.
Un comentario adjunto, también publicado en ''The Lancet'', valora estos resultados. Según los firmantes del documento, es cierto que existe una clara tendencia a prescribir este tipo de pruebas sin atender a una causa real y aparente, a pesar de que con este protocolo en pacientes de Atención Primaria raramente se detectan serios trastornos.
Entre las razones que motivan esta práctica -añaden los expertos de la Universidad de Goettingen (Alemania)- podrían encontrarse "las expectativas de los pacientes sobre estas técnicas diagnósticas, las estructuras financieras que aportan incentivos para las pruebas de imagen o el miedo de no detectar una patología relevante".
"Mientras que una guía clínica no se muestre a favor o en contra [...], promover un determinado comportamiento podría ser incluso más importante. Entretanto, un acercamiento prometedor podría tener que ver con la forma de educar a los pacientes", concluyen.