Galaradones y disputas

Todo sobre los Nobel de Medicina 2008

El premio más esperado: distinguen a un alemán y a dos franceses.

Un Nobel por la lucha contra los virus

Harald zur Hausen descubrió el virus que causa el cáncer de cuello uterino, Luc Montagnier y Françoise Barré-Sinoussi, el VIH

Françoise Barré-Sinoussi / Foto: AP

El Premio Nobel de Fisiología o Medicina fue este año para tres virólogos europeos que descubrieron los agentes causales del cáncer de cuello de útero y el sida, y cambiaron para siempre la historia de dos enfermedades con impacto global.

La decisión de la Academia Sueca de Ciencias distingue al alemán Harald zur Hausen, descubridor del virus del papiloma humano (VPH), respalda los logros de un científico conocido internacionalmente como el francés Luc Montagnier, que actualmente preside la Fundación Mundial para la Investigación y Prevención del Sida, y rescata la figura poco conocida fuera de los ámbitos académicos, pero que cumplió un papel protagónico en la identificación del VIH, de Françoise Barré-Sinoussi.

Zur Hausen, de 72 años, recibirá la mitad del premio, dotado este año con 1.400.000 dólares; Montagnier, de 76, y Barré-Sinoussi, de 61, compartirán la otra mitad.

Pero esta edición de los Nobel deja también un gran perdedor: el norteamericano Robert Gallo, que el año último había compartido con Montagnier el premio Príncipe de Asturias y que durante casi una década mantuvo una agria disputa con el científico francés por la paternidad del descubrimiento del virus de la inmunodeficiencia humana. El Instituto Karolinska no lo menciona en su anuncio.

Una hipótesis provocativa

Zur Hausen, de la Universidad de Heidelberg, fue laureado por sus trabajos que, en la década del 70 y principios de los ochenta, derribaron las teorías prevalecientes en ese momento de que los virus no podían causar el cáncer. Convencido de que los tumores cervicales malignos se debían a un virus cercano del que producía las verrugas, trabajó diez años hasta que en 1983 identificó el VPH 16 en 1983 biopsias de mujeres que habían padecido la enfermedad. Un año más tarde, identificó el subtipo 18 que, junto con el anterior, es responsable del 70% de los casos de esta enfermedad que provoca anualmente la muerte de 300.000 mujeres en todo el mundo. En la Argentina, se registran todos los años 4000 casos y 2000 muertes por cáncer cervical.

"Hay más de cien tipos de VPH y no todos actúan en la zona genital -explica la doctora Silvina Witis, jefa de ginecología de Lalcec-. Los tipos 6 y 11 son los que causan las verrugas en la vulva. El 16 y el 18 son los considerados malignos, porque resultan un factor necesario para el cáncer de cuello uterino, pero no suficiente. Hay casos en los que se produce una remisión espontánea. Cuando no ocurre eso, el virus tarda entre 10 y 20 años en producir cáncer, por eso uno puede detectar una lesión premaligna con un simple Papanicolaou y curar a la paciente. Los tipos 16 y 18, sumados al 31 y al 45, causan el 80% de los tumores cervicales."

Tras las huellas del virus

A comienzos de los años ochenta, cuando el sida era aún una misteriosa enfermedad que destruía el sistema inmunológico de hombres que tenían sexo con hombres, hemofílicos y heroinómanos, Montagnier fue convocado para crear un equipo de investigación que rastreara su origen.

La búsqueda dio sus frutos a comienzos de 1983, sólo dos años luego de que se informara de los primeros casos, cuando el grupo anunció el aislamiento del virus causante del síndrome de inmunodeficiencia adquirida. La primera firma del trabajo que se publicó en Science es la de Françoise Barré-Sinoussi.

"Aunque en los comienzos de la epidemia Montagnier y Gallo disputaron por los honores de haber descubierto el VIH, en realidad la que hizo el trabajo y le llevó la novedad a Montagnier fue Barré-Sinoussi -cuenta el doctor Pedro Cahn, ex presidente de la Sociedad Internacional de Sida-. La menos conocida es la persona más importante de esta historia. Para nosotros es un particular orgullo porque integra el consejo de dirección de la Sociedad."

Barré-Sinoussi y Montagnier le siguieron las huellas al VIH en muestras de glóbulos blancos extraídos de los nódulos linfáticos de los pacientes. Fue allí donde detectaron la actividad de la transcriptasa reversa, una enzima que permite la replicación del virus.

Sus descubrimientos abrieron las puertas al diseño de pruebas de diagnóstico y de detección del VIH en las donaciones de sangre. Los de Zur Hausen, por su parte, permitieron el desarrollo de dos vacunas que previenen el cáncer de cuello uterino, pero que todavía no son ampliamente accesibles por su costo.

"Nunca antes fueron la ciencia y la medicina tan rápidas para descubrir, identificar el origen y ofrecer tratamientos para una enfermedad", destaca el Comité Nobel en su anuncio.

La célebre llamada desde Estocolmo encontró a Zur Hausen, en Alemania; a Montagnier, en Costa de Marfil, y a Barré-Sinoussi, en Camboya. La directora de la Unidad de Regulación de Infecciones Retrovirales del Instituto Pasteur y autora de más de 200 trabajos científicos se convierte así en la 36a mujer en recibir el Nobel entre 745 laureados.

Nora Bär (La Nación)


Robert Gallo y la disputa por el VIH

Seguramente, uno de los más sorprendidos por la decisión de premiar a Françoise Barré-Sinoussi y Luc Montagnier por el descubrimiento del virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) fue al estadounidense Robert Gallo, que durante años protagonizó una disputa con el equipo francés.

"Felicito a los laureados y me alegro de que mi amigo de larga data y colega, el doctor Luc Montagnier, así como su colega Françoise Barré-Sinoussi, hayan tenido ese honor -dijo, sin embargo, Gallo a la agencia AFP-. Estoy agradecido por la declaración de Montagnier esta mañana de que yo también lo merecía."

El 20 de mayo de 1983, en un artículo publicado en Science , el equipo dirigido por la doctora Barré-Sinoussi describió un nuevo virus llamado LAV, sospechoso de ser el causante del sida. Casi un año más tarde, en abril de 1984, la ministra de Salud de los Estados Unidos, Margaret Heckler, anunció que el equipo dirigido por Gallo en los Institutos Nacionales de Salud había descubierto el virus del sida, llamado HTLV-III, y desarrollado un análisis de sangre para los portadores.

Gallo, que en 1974 había identificado el primer retrovirus humano (HTLV), recibió el reconocimiento de sus pares hasta que se demostró que el HTLV-III y el LAV eran idénticos. Montagnier le había enviado una muestra del LAV para analizar, que podría haber contaminado las muestras utilizadas por Gallo. Tras diez años de disputa, ambos investigadores hicieron las paces.

Fabiola Czubaj (La Nación)

El Nobel para Montagnier entierra la vieja pugna sobre el hallazgo del VIH

Premio de Medicina a los descubridores del virus del sida y del papiloma humano.
ALICIA RIVERA  - Madrid. EL PAÍS 

El científico francés Luc Montagnier recibió ayer justa satisfacción a su descubrimiento del VIH, el virus que causa el sida, en forma de Premio Nobel de Fisiología o Medicina 2008. Queda zanjado así al más alto nivel el contencioso que mantuvo durante años respecto a la paternidad del hallazgo con el estadounidense Robert Gallo (entonces en el Instituto Nacional del Cáncer de EE UU). Este último fue considerado codescubridor del virus junto con Montagnier hasta que se demostró que el laboratorio del americano, con o sin su consentimiento, había presentado como propio el patógeno aislado por el equipo francés. En la comunicación del Instituto Karolinska, que da este Nobel, ni siquiera se hace referencia a Gallo, aunque en la información ampliada sobre los precedentes del hallazgo y su trascendencia cita al virólogo estadounidense, junto con "otros grupos de investigación", por sus trabajos clave sobre retrovirus. El VIH ha matado a 25 millones de personas desde que se aisló por primera vez hace 25 años.

Eso sí, Montagnier comparte el máximo galardón con su compatriota Françoise Barré-Sinnoussi, que a principios de los años ochenta trabajaba con él. Ella dirige ahora un laboratorio en el Instituto Pasteur de París y él es profesor emérito de la Universidad de París y director de la Fundación Mundial para la Investigación y la Prevención del Sida.

El Nobel de este año reconoce asimismo a un tercer virólogo, también europeo: el alemán Harald zur Hausen (Universidad de Düsseldorf), director del Centro de Investigación del Cáncer alemán, por el descubrimiento del virus de papiloma humano, causante del cáncer cervical, el segundo más común y el quinto que más muertes causa entre las mujeres del mundo.

Los tres científicos europeos recibirán en Estocolmo el próximo mes de diciembre las medallas y diplomas del más importante premio científico del mundo y se repartirán el millón de euros con que está dotado (la mitad para los dos franceses y la otra mitad para el alemán).

"Los tres galardonados han descubierto dos nuevos virus de gran importancia, lo que ha permitido avanzar en la salud mundial", declaró ayer Jan Andersson, del Instituto Karolinska.

Montaigner, de 76 años, estaba ayer en Costa de Marfil dando una conferencia cuando recibió la noticia del Nobel y comentó: "Llega en un momento en que se ha progresado mucho en la investigación, pero no lo suficiente porque la epidemia aún está ahí. Estamos en África y mucha gente infectada no tiene acceso a la medicina".

Barré-Sinnoussi, una científica de 61 años, profundamente dedicada a su trabajo y de la que sus colegas del Instituto Pasteur destacaron ayer su modestia como rasgo notable de su personalidad, declaró ayer que la polémica con Gallo pertenecía al pasado. "Es un conflicto a olvidar. Además, los equipos americanos fueron importantes en el descubrimiento del virus, y eso debe ser reconocido". Para los que han dado el galardón está clarísimo: "No había duda acerca de quién hizo el descubrimiento fundamental", dijo ayer Maria Maucci, miembro de la Asamblea Nobel del Karolinska.

Montagnier y Barré-Sinnoussi -también trabajaba con ellos Jean Claude Chermann- aislaron el virus que provoca el sida en 1983 y lo llamaron LAV. Poco después, Gallo anunció su hallazgo, bautizándolo HTLV-III. Después se descubrió que era el mismo virus y que los franceses habían enviado unas muestras al laboratorio de los estadounidenses que contaminaron su hallazgo. Finalmente, el virus se denominó VIH y Gallo, investigado por varios comités por malas prácticas científicas en su país, aunque no se le declaró culpable, perdió el título de codescubridor del virus del sida.

No por ello, una vez concluida la disputa, Montagnier, un hombre calmado, dejó de colaborar científicamente con el más vehemente Gallo. Mientras tanto, Barré-Sinnoussi permanecía a la sombra de la popularidad de su colega francés, y ahora sale a plena luz con este Nobel.

Zur Hausen, de 76 años, se enfrentó a los dogmas vigentes en los años setenta y postuló que el virus del papiloma humano (HPV) provocaba cáncer cervical. Dedicó una década a esta búsqueda y, en 1983, logró aislar el virus en biopsias de cáncer cervical. Su trabajo permitió el desarrollo de vacunas profilácticas contra la infección por HPV. 


El Mundo, España 

OPINIÓN
Mejor tarde que nunca

Montagnier y Barré-Sinoussi (Foto: Reuters | AP)
SANTIAGO MORENO*

MADRID.- La concesión del Premio Nobel de Medicina de este año a los descubridores del virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), causante del SIDA, no es sorprendente. Más bien, sorprende lo tarde que se ha reconocido con el Premio un descubrimiento que ha salvado la vida de millones de personas en el mundo y ha impedido la mayor extensión, ya enorme, de una epidemia sin precedentes.

Tras la descripción de los primeros casos de sida en el mundo, en 1981, se inició la búsqueda del agente causal de la nueva enfermedad. Algunas claves rápidamente orientaron la investigación hacia un agente infeccioso y hubo datos tempranos que hicieron pensar en un virus como primera posibilidad. Sin embargo, sólo algunos investigadores pensaron en los retrovirus, un grupo de virus que se habían asociado raramente con enfermedades en el humano.

Como todas las grandes ideas, esa asociación era atrevida, pero se mostró cierta. En un ganglio inflamado de una persona afecta de la enfermedad, el equipo del Instituto Pasteur, en París, con los doctores Barré-Sinoussi y Montagnier a la cabeza, lograban identificar un retrovirus, que rápidamente se identificó como el causante de los trastornos que sufrían las personas con SIDA. Corría el año 1983, y se establecía el primer récord de los que goza la investigación en sida: la rápida identificación del agente causal de una nueva enfermedad.

No es difícil imaginar los beneficios que siguieron al descubrimiento del VIH, como se dio en llamar al nuevo virus. Se inventaron pruebas diagnósticas que permitieron saber quien estaba infectado, y se descubrió que había muchas personas infectadas no enfermas, capaces de transmitir la enfermedad. La realización de la prueba permitía también excluir productos sanguíneos (sangre para transfundir, factores de coagulación para administrar a hemofílicos, etc.) que podían estar contaminados con el VIH. Y, sobre todo, permitió la investigación de fármacos capaces de actuar frente al virus y ser eficaces en las personas enfermas. En última instancia el hallazgo de estos medicamentos es lo que ha salvado la vida de muchas personas infectadas y las continuará salvando en el futuro. El descubrimiento del VIH, además, permite que hoy se esté investigando intensamente sobre una vacuna para su prevención y en tratamientos que permitan su completa erradicación.

Debe reconocerse que el descubrimiento del VIH no ha estado exento de polémicas, ahora resueltas. Al mismo tiempo que los investigadores del Instituto Pasteur de París hacían su descubrimiento y lo publicaban, un grupo de investigadores norteamericanos, liderados por el doctor Robert Gallo, en Bethesda (EEUU), hacían lo propio y publicaban casi simultáneamente su descubrimiento. Se discutió, por este motivo, a quién atribuir la paternidad del descubrimiento del virus del sida y, con frecuencia, se ha considerado una paternidad compartida por los dos grupos. Una auditoría pondría de manifiesto que los investigadores franceses se habían adelantado y la concesión de este Premio Nobel parece cerrar la cuestión. A mi parecer, es justo admitir, sin embargo, que las investigaciones del grupo del doctor Gallo fueron igualmente novedosas y orientadas en el buen sentido.

Los que nos dedicamos a algún aspecto de la infección por VIH, asistencia clínica o investigación, sabemos lo que descubrir el virus supuso para el control de la epidemia de sida y habíamos echado de menos el reconocimiento del Instituto Karolinska. Ahora nos alegramos y nos identificamos con la decisión: sin duda, el Premio Nobel otorgado a la doctora Barré-Sinoussi y al doctor Montagnier es más que merecido.
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(*) Santiago Moreno es Jefe del Servicio de Enfermedades Infecciosas del Ramón y Cajal de Madrid y miembro del Comité Asesor para el Plan Nacional contra el Sida

Un Nobel con polémica
JANO.es

Robert Gallo felicitó a Luc Montagnier y a Françoise Barré-Sinoussi por la obtención del premio, aunque se declara decepcionado al considerarse también descubridor del virus del Sida. 
 
Robert Gallo

Después de años y años de polémica y litigios acerca de la paternidad del virus del sida, el Nobel de Medicina concedido ayer premió el hallazgo del VIH otorgando el galardón al Dr. Luc Montagnier y a la Dra. Françoise Barré-Sinoussi, que en la primera mitad de la década de los ochenta trabajaban en el Instituto Pasteur de París. El hecho de que la Academia Nobel omitiera el nombre del estadounidense Robert Gallo es un claro signo de que esta entidad se pone de parte del lado francés y que no considera al Dr. Gallo codescubridor del VIH, una controversia que se arrastra desde hace años y que se consideraba una herida cerrada. Hasta ahora.
 
En 1983, el equipo de Montagnier y Barré-Sinoussi publicó en "Science" un artículo en el que se describía un virus, entonces llamado LAV, que podía ser el responsable del sida. Al año siguiente, la ministra estadounidense de Salud, Margaret Heckler, anunciaba el descubrimiento del virus del sida por el equipo de Robert Gallo, un retrovirus que llamaban HTLV-III. Después se descubrió que los dos hablaban del mismo virus y que los franceses habían enviado unas muestras al laboratorio de los estadounidenses que contaminaron su hallazgo. Finalmente, el virus se denominó VIH, tal como lo conocemos desde entonces. Hace ocho años, los dos investigadores compartieron el Premio Príncipe de Asturias por aquel hallazgo.
 
Sin embargo, la lucha por la paternidad del descubrimiento provocó que incluso se reunieran los presidentes de los respectivos países, Ronald Reagan y Jacques Chirac, con el fin de alcanzar un acuerdo. En 1987 se pactó que se consideraba a ambos científicos "codescubridores" del virus. El acuerdo se revisó en 1994.
 
En cualquier caso, Maria Maucci, miembro de la Asamblea Nobel del Instituto Karolinska, declaró ayer que, para los que han otorgado el galardón "no hay ninguna duda acerca de quién hizo el descubrimiento fundamental".
 
En palabras más o menos parecidas, el Dr. Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergia y Enfermedades Infecciosas (NIAID) de Estados Unidos, declaró que "el comité tiene una larga historia de premiar a la persona o grupo que ha hecho la primera observación o descubrimiento clave, y así ha sido en este caso. Los premios Nobel siempre se asocian a una gran alegría y a una gran tristeza, dependiendo de quién gana y quién eres".
 
Felicitación de Robert Gallo

Tras conocerse la concesión del Nobel, Robert Gallo felicitó a Luc Montagnier. En un comunicado, el científico estadounidense escribía: "Felicito a los laureados con el premio Nobel de Medicina este año y me alegro de que mi amigo y colega desde hace mucho tiempo, el Dr. Luc Montagnier, así como su colega Françoise Barré-Sinoussi, hayan tenido este honor".
 
"Estoy agradecido al haber leído en la declaración de Montagnier esta mañana que yo también lo merecía", añadió.
 
No obstante, también declaró que se sentía decepcionado por no constar como codescubridor del virus del sida.

Premio Nobel de Medicina para los dos científicos que descubrieron el VIH
Aquel hito en la lucha contra el sida

Los franceses Luc Montagnier y Françoise Barré-Sinoussi fueron galardonados por su hallazgo de hace 25 años. El Nobel cierra por completo la controversia de ese equipo con el norteamericano Gallo. Y hace justicia con Barré-Sinoussi, que quedó a la sombra de Montagnier.

Por Pedro Lipcovich Página 12

Luc Montagnier y Françoise Barré-Sinoussi publicaron su hallazgo sobre el virus del sida en 1983.Françoise Barré-Sinoussi, descubridora del virus del sida, fue premiada con el Nobel de Medicina, en conjunto con Luc Montagnier, que dirigía el laboratorio francés donde, en 1983, se efectuó el hallazgo. La decisión del Comité Nobel cierra definitivamente la polémica sobre la atribución del descubrimiento: durante años la autoría fue discutida entre Montagnier y el investigador norteamericano Robert Gallo, en el marco de una guerra de patentes entre los gobiernos de Estados Unidos y Francia. Entretanto, quedaba en sombras la participación central de Barré-Sinoussi, “quien fue la que más directamente llevó adelante la investigación”, observó ayer Pedro Cahn, ex presidente de la Sociedad Internacional de Sida. Menos conocida pero más grave fue la controversia que envolvió en su momento al tercer laureado de ayer, Harald zur Hausen, alemán, que hace más de 30 años aisló el virus del papiloma humano y advirtió su relación con el cáncer de cuello de útero (ver nota aparte).

“Tengo una vida antes de 1983, y otra vida después”, suele decir Françoise Barré-Sinoussi, que actualmente dirige el laboratorio del Instituto Pasteur. Nació el 30 de julio de 1947 en París, se doctoró en bioquímica en 1974 y en 1975 se incorporó al equipo de virólogos que conducía Luc Montagnier en el Instituto Pasteur. Fue la autora principal del trabajo que el 20 de mayo de 1983, en la revista Science, daba a conocer su descubrimiento –el 20 de enero de ese año– de un microorganismo que entonces fue llamado “lentivirus”, por el largo período de incubación del mal que causaba, una caída del sistema inmunitario que, desde hacía un par de años, se identificaba como “sida, síndrome de inmunodeficiencia adquirida”.

Luc Montagnier, que hoy tiene 76 años, nació el 18 de agosto de 1932 en la localidad francesa de Chabris; se formó como médico investigador en su país y en Gran Bretaña. En 1960 ingresó en el Centro Nacional francés de Investigación Científica (CNRS), donde, en 1974, fue designado director de investigaciones. En 1972, había creado el departamento de virología en el Instituto Pasteur, y en 1982 creó un equipo de investigación dedicado a buscar la causa del sida.

En 1984, sin embargo, en el Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos, el laboratorio dirigido por Robert Gallo anunció a su vez haber encontrado un virus causante del sida y presentó un reclamo por patentes, que entró en controversia con el sostenido por la institución francesa. En 1987, el presidente Ronald Reagan y el primer ministro francés Jacques Chirac acordaron dividir las ganancias por patentes de los análisis de sangre para detectar el VIH.

Más tarde, Gallo admitió que sus propios cultivos habían sido contaminados “accidentalmente” con el virus aislado por los investigadores franceses, que habían enviado muestras a la institución norteamericana. En 1994, el gobierno de Estados Unidos reconoció que el virus había sido aislado inicialmente en Francia y aceptó dar a este país una proporción mayor de las ganancias por testeos clínicos. Ayer, tras conocerse la asignación del Nobel, Robert Gallo felicitó a los ganadores.

El Comité Nobel sostiene en su dictamen que “nunca antes la ciencia y la medicina habían sido tan rápidos para descubrir, identificar el origen y proveer tratamiento para una nueva enfermedad”.

Pedro Cahn –ex presidente de la Sociedad Mundial de Sida y jefe de Infectología en el Hospital Fernández– señaló que “la Academia de Ciencias sueca termina definitivamente con toda polémica sobre quién descubrió el VIH”, y agregó que el otorgamiento del premio “es un acto de estricta justicia para la doctora Barré-Sinoussi, quien desarrolló la parte más importante del trabajo. Montagnier, como jefe del laboratorio, tuvo más aparición pública, pero quien estuvo todo el tiempo en la tarea, pegada al microscopio, fue Françoise Barré-Sinoussi”.

Cahn comentó que “desde 1983 hasta ahora, las cosas cambiaron enormemente: disponemos de tratamientos para pacientes en todos los estadios de la enfermedad, incluso los más avanzados. Sin embargo, llegamos sólo al 31 por ciento de los que necesitan tratamiento. El 69 por ciento restante sigue viviendo todavía como en 1983, como si no se hubiera descubierto el virus”.

“El sida es una enfermedad prevenible, pero la contraen 7400 personas cada día en el mundo; es tratable mueren dos millones de personas por año. Hace pocos días, Estados Unidos decidió destinar 700.000 millones de dólares para rescatar bancos, pero no se dispone de los 20.000 millones que harían falta para tratar a todas las personas con VIH en el mundo”, graficó el ex titular de la Sociedad Mundial de Sida.

Montagnier recibió la noticia del premio en Costa de Marfil, mientras participaba en un congreso de su especialidad: “Mi reacción fue pensar en todos los que murieron por el sida y en quienes siguen vivos y luchan contra la enfermedad”, declaró el científico, que se desempeña en la Fundación Mundial para la Investigación y Prevención del sida. Barré–Sinoussi es directora de laboratorio en el Instituto Pasteur. A cada uno de ellos le corresponderá la cuarta parte del premio de diez millones de coronas suecas, equivalentes a 1,02 millones de euros, que recibirán el 10 de diciembre en Estocolmo.

 

Nóbeles eran los de antes
Por Leonardo Moledo

Bueno, han empezado los diez días “Nobel”, y en cierto modo, estos premios de Medicina que la abrieron son reconfortantes; al fin y al cabo, los virus tienen su atractivo, aunque sean tan temibles como los que producen el cáncer de cuello de útero o el sida. Mejor expresado, el atractivo no es de los virus propiamente dichos sino de quienes los identificaron con nombre y apellido y abrieron así un campo fértil para la próxima batalla contra ellos, que se ganará o se perderá con el correr de las décadas. Quiero decir: quienes ganaron el Premio Nobel de Medicina de este año pertenecen a la tradición de la “ciencia heroica”; esto es, la que va al fondo y descubre un agente causal, la que gana una pieza de terreno importante a lo desconocido.

Por supuesto, continuó la tradición: los premios hoy por hoy recaen casi siempre sobre europeos, norteamericanos, canadienses o australianos; la ciencia universal sólo tiene verdadero lugar en el centro del mundo. Y sí: la investigación científica es cara, requiere de grandes equipos de trabajo y costosos aparatos, que están obviamente más al alcance de los países centrales, lo cual tiene sus “efectos colaterales”; normalmente el “gran galardón” se asienta en los jefes de esos equipos (¿podría ser de otra forma?), cosa que, es de suponer, no debe causar demasiada gracia a quienes colaboraron desde el llano y no quedarán para el bronce.

Y lo cierto es que el Premio Nobel no puede sino recaer sobre los logros de la “ciencia normal” al estilo Kuhn; no necesariamente se premian grandes y geniales ideas sino la paciencia, la contracción al trabajo, y muchas veces la suerte, como la que le permitió –merecidamente– a Luc Montagnier llegar al virus del sida antes que su colega y antagonista Robert Gallo, con quien estableció una relación de amor-odio y disputa–reconciliación sobre la primacía en el descubrimiento.

El mismo estilo de anuncio del Nobel cambió, al compás de la globalización, la explosión de los medios y el arrullo (o rugido) de Internet: la página correspondiente a la Organización Nobel http://nobelprize.org, con sus relojitos y su diseño relativamente austero, no parece anunciar un premio sino los resultados de un concurso; es un nuevo lenguaje gráfico que no escapa a ciertas exigencias de marketing.

Como sea, nadie puede discutir la legitimidad de estos Premios Nobel de Medicina... Hoy se anuncia el de Física... ¿Se lo darán a Higgs por su campo y su bosón, que mereció unos cuantos miles de millones de euros en el supercolisionador, sobre el desciframiento de alguna clave de la naturaleza, o sobre una propiedad secundaria de la materia condensada?

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Antecedentes

Desde su primera edición, en 1901, cuando Emil von Behring fue laureado por su contribución a la lucha contra la difteria, se han sucedido los reconocimientos a importantes avances en la lucha contra la enfermedad.

Descubrimientos fundamentales como la penicilina, la causa de la tuberculosis o más recientemente los procesos de ingeniería genética han recibido el que se considera el principal galardón en este campo.

Haciendo un repaso a los premios más recientes, en la última edición el Nobel distinguió a los estadounidenses Mario Capecchi, Oliver Smithies y al británico Sir Martin Evans por sus trabajos sobre células madre y manipulación genética en modelos animales.

En 2006 se llevaron la medalla, el diploma y los 10 millones de coronas (algo más de un millón de euros) que otorga el premio Andrew Z. Fire y Craig C. Mello, que descubrieron la función del ARN de interferencia.

Por su parte, en 2005 se premió a los australianos Barry Marshall y Robin Warren, descubridores de la bacteria 'Helicobacter pylori', relacionada con algunos de los principales problemas de estómago.

El Nobel de Medicina en 2004 premió las investigaciones de Richard Axel y Linda Buck sobre el sentido del olfato.

Un año antes, en 2003, Peter Mansfield y Paul Lauterbur lo compartieron por sus hallazgos sobre la resonancia magnética.